Capítulo XXXI

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Estaba tan sumergida en mi sueño pero un golpeteo hizo que brincara en mi cama, abrí los ojos y el golpeteo seguía; estaban llamando a la puerta. Lancé las cobijas a un lado y con pereza me levanté de la cama, con paso torpe camine hacia la puerta, cuando me encontraba enfrente de la puerta pregunté quién era a lo que una voz masculina me respondió, era Abrecht.

—Buenos días —dijo Abrecht al momento de que abrí la puerta—. ¿Aún estabas durmiendo?

—Calla —dije en un bostezo—. Entra.

—Para ser un vampiro duermes demasiado —dijo mientras entra a la habitación.

—¿No deberías de estar trabajando? —pregunte cambiando de tema.

—Pedí el día libre para tener más tiempo e ir a investigar, ya sabes como la típica película de misterio, donde dos chicos se ponen a investigar y descubren miles de secretos —dijo como si estuviera narrando una película.

Lo miré con el ceño fruncido desaprobando su comentario, negué con la cabeza y caminé hacia la cama para poder lanzarme boca abajo.

—¿En verdad volverás a dormir? —me pregunto Abrecht—. Hay toda una historia por investigar y lo único que haces es dormir.

Ignoré totalmente su comentario y me concentré en dormir. Escuché como sus pasos se alejaban, escuché como se abría una puerta, escuché un par de ruidos y al final escuché sus pasos regresar. De un momento a otro sentí como el agua fría golpeaba mi rostro haciendo que me levantara rápidamente.

—¡¿Qué demonios te pasa?!

—Adrienne, la que necesita investigar sobre su hermana desaparecida eres tú, así que te recomiendo que te des un baño, te arregles y vayamos a la biblioteca —dijo Abrecht con una enorme sonrisa en su rostro.

Abrí la boca para contradecirlo, pero él tenía razón, así que volví a cerrar la boca y enfurecida por haberme lanzado un balde de agua, caminé hacia el baño y al entrar lancé la puerta haciendo que se escuchará un gran estruendo.

Abrí la llave de la agua fría y la llave de la agua caliente, mientras el agua tomaba una temperatura adecuada me quite la ropa y la dejé tirada en el suelo del baño. Entré a la bañera y jale la cortina como de costumbre, me coloque debajo de la regadera para que el agua comenzará a deslizarse sobre mi piel pálida haciendo que me relajara pero al mismo tiempo llenándome de energía. Tomé uno de los jabones que el hotel deja en el baño, abrí el pequeño sobre de plástico donde se encontraba, al abrirlo un delicioso aroma a rosas lleno la ducha, comencé a untar el jabón sobre mi piel para poder limpiarla. Después de haber lavado mi cuerpo tomé una de las pequeñas botellas de Shampoo y lo unte en mi larga cabellera roja.

«Ya creció», pensé mientras que con las yemas de mis dedos me daba un leve masaje en mi cuero cabelludo.

Ya bien enjabonado mi cabello, lo enjuague con agua tibia para evitar que se dañará por al agua caliente. La espuma del Shampoo se iba deslizando sobre mi piel, el jabón que se encontraba en mi cuerpo se había desvanecido gracias al agua. Cuando me encontraba totalmente limpia cerré las llaves del agua y salí de la bañera, tomé una toalla que se encontraba en una repisa del baño, la envolví en mi cuerpo y abrí la puerta para poder salir pero antes de poner un pie afuera me paralice al recordar que no me encontraba sola en la habitación; Abrecht tenía sus ojos cafés fijos en mi, pude sentir como mis mejillas se ruborizaban, no necesitaba verme en un espejo para saber que me encontraba completamente roja. Retrocedí y volví a cerrar la puerta.

«Me vio desnuda...», pensé totalmente avergonzada.

«Semidesnuda», respondió mi subconsciente.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora