Capítulo LIV

259 15 0
                                    

*Narra Adrienne*

Desperté con mucha energía, relajada gracias al gran día que viví el día de ayer  lleno de juegos, risas, bromas, un día que nunca olvidaré. Salte de la cama llena de energía, de alegría, estaba feliz porque faltaban pocos días para que Erik y el resto de los Liberatae regresaran, faltaban pocos días para la caída de los perfeccionistas.

Salí de la habitación y camine por el pasillo para después bajar las escaleras. Al llegar a la planta baja vi a Peter y a Abrecht jugando una partida de póker, me acerqué a ellos y observe su partida detalladamente con la esperanza de aprender algo y ganar la próxima vez que jugase con ellos.

Su partida de cartas fue interrumpida por la pequeña niña que el día de ayer me estrelló un plato en el rostro informándonos que el desayuno estaba listo, hambrientos salimos rápidamente de la casa en dirección al jardín.

—¿Dormiste bien? —pregunto Abrecht.

—¡Excelente! —respondí feliz—. Dormí tan bien que amanecí con demasiada energía.

Los tres íbamos jugueteando durante el trayecto hacia la enorme mesa donde todos ingerimos nuestros alimentos.

Llegamos hacia la enorme mesa y nos sentamos en nuestros lugares como siempre. Argus con su magia, sirvió la comida y todos inmediatamente comenzamos a ingerir la deliciosa comida que estaba en nuestros platos.

—Para ser comida preparada con magia está deliciosa —dijo Abrecht mientras devoraba la comida.

—Tienes toda la razón —respondió Peter—. Pero Adrienne cocina mejor.

—¡Callate! —mire a Peter con los ojos entrecerrados—. Ese era un secreto entre los tres —le susurre al oído a Peter.

—¡Hola! ¡Soy un vampiro! Puedo escuchar lo que dicen —exclamó Abrecht.

Ignore totalmente lo que había dicho Abrecht y seguí ingiriendo el delicioso desayuno.

Durante todo el desayuno Abrecht se la pasó preguntando si cocinaba, pero simplemente lo ignore ya que era un secreto íntimo entre Valeria, Noah, Peter y yo.

Antes de la muerte de mis padres, mi madre nos enseñó a cocinar a Noah y a mi, nos enseñaba cocinar tan rico como ella lo hacía, hasta que mi hermano y yo tuvimos que empezar a huir. Éramos tan pequeños pero tuvimos que ver por nosotros mismos, aprendimos demasiadas cosas, como cocinar que era algo principal para sobrevivir. Fue hasta con mis dieciséis años cuando Noah y yo —trabajando todo el día—, compramos nuestro primer departamento, lo compramos con la idea de que los perfeccionistas nunca nos volverían encontrar. Ambos teníamos turnos para cocinar, y no es por presumir pero cocinabamos delicioso.

Fue entonces cuando conocí a Valeria, mi difunta querida mejor amiga, la invité a comer y fue ella la primera en descubrir el gran talento que tenía para la cocina, años más tarde pasó lo mismo con Peter y en ese momento se volvió un secreto. ¿Por qué? Era realmente difícil inventar una historia creíble para decirle al resto del mundo el porque dos hermanos con tan solo dieciséis y dieciocho años tuviesen un departamento y viviesen juntos, lo más extraño era que nunca estaban con sus padres, así que Noah y yo siempre decíamos que nuestros padres vivían en Japón por negocios familiares y el departamento que teníamos lo habían comprado ellos, esa siempre fue nuestra historia para evitar preguntas y levantar sospechas.

Termine mi desayuno, agradecí por la comida y me retire hacia lo profundo del bosque alejándome de todo y todos, a decir verdad, me gustaba demasiado estar al aire libre, rodeada de naturaleza, escuchar los sonidos de los diferentes animales que viven en la zona. Caminé hasta llegar a un área que estuviese abierto, me senté en el centro del lugar a meditar sobre mi vida, y bueno, no fue gran cosa que digamos, toda mi vida a sido huir, esconderse y volver a huir, pelear, huir y así sucesivamente.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora