Capítulo XXXV

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*Narra Adrienne*

Lancé el diario hacia la cama y camine hacia la ventana para ver las luces de la bella Italia, para ver a los autos moverse por las calles. Coloque mis dedos entre mi cabello y lo hice todo hacia atrás mientras soltaba un suspiro.

—¿Por qué tenía que ser yo? —susurre— ¿Por qué no pudo ser otra chica u otro chico que tuvieran este peso encima?

—Hubo otro joven como tú —dijeron a mis espaldas.

Me gire rápidamente sobre mi eje y me encontré a un hombre alto, delgado, tenía heterocromia —cada ojo de diferente color—, tenía un ojo color azul claro y otro ojo de color miel, llevaba puesta una gabardina color café claro, un sombrero negro y un cubre bocas negro ocultando su identidad, y en su mano izquierda traía un portafolios negro.

—¿Quién demonios eres? —dije mientras que formaba dagas de hielo  en mis manos.

No podía ver su boca gracias a que tenía el cubre-bocas, pero podía apostar que tenía una sonrisa debajo de ese cubre-bocas. 

—No eres la única que los perfeccionistas buscan, lo sabes, ¿no? —dijo ignorando mi pregunta.

—¿Quién carajos eres? —volví a preguntar.

—Los perfeccionistas son los reyes de nuestro mundo, pero ellos tienes rivales mas poderosos, tú por ejemplo, pero no los enfrentan por miedo, porqué ellos tienen amenazado a todo el mundo, no los enfrentan porqué ellos saben el punto débil de todos —dijo ignorando nuevamente mi pregunta—. Tú no eres la única vampira que buscan los perfeccionistas, hay vampiros igual o más poderosos que tú.

—Sí, eso ya lo sé —respondí—, pero si no me dices quién eres y que haces aquí tendré que matarte.

—Es mejor que no sepas quien soy, pero vengo en paz, solo vine a dejarte esto —dice lanzando el portafolio hacia la cama—. Seguramente te ayudará a derrotar a los perfeccionistas y así poder vivir en un mundo de paz.

Lo mire con el ceño fruncido y desvanecí las dagas que se encontraban en mis manos al ver que no tenía ninguna intención de lastimarme.

—¿Qué hay en el portafolio? —pregunte mirando hacia la cama.

—Ábrelo y lo averiguaras.

No podía ver sus labios pero podía apostar lo que sea a que tenía una sonrisa de lado.

Se giro sobre su eje y giro la perilla de la puerta haciendo que la puerta se abriera.

—Oh, se me olvidaba esto —saco una pequeña tarjeta de su bolsillo—, esto te ayudara a encontrar respuestas.

Lanzó la pequeña tarjeta hacia la cama y sin más salió por la puerta, con velocidad sobre humana corrí hacia la puerta y la abrí saliendo deprisa para poder alcanzarlo pero ya no estaba, el pasillo estaba completamente vacío. Entre nuevamente a mi habitación y cerré la puerta estaba vez con pasador. Caminé hacia la cama y tome la pequeña tarjeta que había dejado en la cama.

"¿Quieres saber sobre tu hermana? Ve a la biblioteca. 08473."

—La contraseña de la biblioteca —susurré.

Corrí rápidamente hacia el buro que se encontraba a lado de la cama y tomé mi celular y rápidamente llamé a Abrecht. No tardó mucho en contestar.

—Te veo, ahora mismo, en la biblioteca —dije inmediatamente cuando respondió mi llamada.

No dejé que dijera nada, corté la llamada, tomé mi mochila, mi suéter y las llaves de la habitación. Salí rápidamente de la habitación, corrí hacia el elevador y pulse el botón para llamar al elevador.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora