Capítulo XXXVIII

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Después de aproximadamente una hora por fin habíamos llegado a la ciudad costera donde vivía Noah.

Durante el resto del camino mi vista se asomaba por el cristal apreciando las casas y a las personas, todo era nuevo, es como si nunca hubiera estado aquí.

De repente un olor, sumamente ligero pero aún reconocible llego a mis fosas nasales, en mi mente comenzaron a aparecer imágenes de su rostro pero borroso y entonces fue cuando lo vi, después de cinco largos meses lo volví a ver, ahí estaba, sentado en una mesa de un café, con sus amigos y con esa sonrisa tan perfecta que siempre traía dibujada en el rostro, Peter.

A pesar de que el auto iba a una velocidad rápida, es como si todo fuese en cámara lenta, y por obras del destino, de la vida, el volteó a ver al auto en donde me movía, su sonrisa inmediatamente se borro al encontrarse con mi mirada, fijo su mirada y vio como me alejaba cada vez más de él.

Después de algunos minutos por fin habíamos llegado a mi casa —el lugar donde deje abandonado a Noah—. Le pague al chófer la cantidad correspondiente y baje del auto, mire detalladamente la casa de arriba a abajo, Noah la había pintado de color azul, una sonrisa se dibujo en mi rostro al recordar que de niño decía que su casa iba a estar pintada de azul, por qué es mi color favorito, porque era el color del cielo y para nosotros el color de la libertad.

Abrecht se había encargado de bajar las maletas del auto, agradeció y se despidió del chófer.

—¿Ésta es tu casa? —pregunto Abrecht colocándose a mi lado.

—Si. No. No lo sé —dije alzando los hombros—. Esta casa era de mis padres, nunca supe de su existencia hasta el día que lo necesite, ahora creo que mi papá la oculto para que estuviéramos a salvo en ella.

—Si tu hermano a vivido aquí durante todo este tiempo entonces ni siquiera los perfeccionistas saben donde vive —dijo con total seguridad—. Es hora de que entres.

Los nervios recorrieron mi cuerpo, volver a ver a mi hermano después de abandonarlo.

Él no estaba en casa, no percibía su olor, así que aproveche y con total seguridad caminé hacia la puerta principal. Obviamente estaba cerrada, así que levanté el tape de bienvenida para encontrar la llave de repuesto, pero no estaba.

«¿Dónde escondiste la llave, Noah?».

Me quede arrodillada enfrente de la puerta pensando en donde habrá ocultado la llave, hasta que por el rabillo del ojo vi una flor azul que llamo mucho mi atención. Me levante y camine hacia ella para poder verla mejor.

—Mi hermano le pone mucho significado a las cosas —dije al aire.

—¿Por qué lo dices? —pregunto Abrecht caminando hacia mi.

—Esta flor se llama campanula, era la flor favorita de mi madre y mía, estas flores no se dan en zonas frías pero la teníamos en el jardin de mi casa —sonreí al recordar a mi madre regando las plantas—. No era difícil para ella mantener viva a una flor que no vive en el frío, ella tenía el poder de la flora, ella podía hacer maravillas con las plantas, podía hacer que un árbol de manzanas floreciera en pleno invierno.

Me agache para poder levantar la maceta, mire abajo de ésta y ahí estaba la llave pegada con un poco de cinta, tome la llave y deje la maceta en su lugar, caminé nuevamente hacia la puerta y la abrí. Ayude a Abrecht a meter las maletas, las dejamos a un lado de la puerta y exploramos un poco la casa hasta llegar a la habitación en donde lo vi por ultima vez. Al entrar se formó un nudo en mi garganta al recordar a mi hermano inconsciente y lleno de sangre, indefenso.

—La noche que llegamos aquí fue gracias a que nos traicionaron —dije para romper el silencio—. Nos apuñalaron por la espalda y fue entonces que los perfeccionistas nos capturaron, nos llevaron a una mansión donde al parecer, se reunían varios perfeccionistas, era un lugar triste, frío y sin vida.

—¿Por que los llevarían a ese lugar? Si capturan a alguien lo llevan al castillo rojo, el hogar de los perfeccionistas —dijo Abrecht.

—Pensé que estaba en el castillo rojo cuando desperté, pero no. Solo nos llevaron a esa casa para torturarnos —dije con amargura—. A mi hermano lo azotaron con cadenas de plata, estaba atado a una silla de plata, atado con cadenas de plata, estaba inmóvil, no se podía defender, y a mi novio lo ataron a una mesa de piedra...

—¿Tienes novio? —pregunto Abrecht sorprendido, su pregunta me dio risa al ver que después de todo lo que le conté su única pregunta fue esa.

—Tenía, tiempo pasado —dije sin contar detalles de lo que pasó entre Peter y yo—. Después descubrí que teníamos esta casa, fue cuando tome la decisión mas difícil...

—Abandonar a tu hermano —termino Abrecht por mi.

—Así es, abandone a la única persona que ha estado ahí para mi, abandone a mi unica familia, sangre de mi sangre. 

—Lo salvaste, han pasado casi seis meses y sigue vivo, lo que hiciste fue salvarlo y alejarlo de una vida de prófugos —dijo apoyando su mano sobre mi hombro.

—Y ahora te e arrastrado a esta vida de mierda.

—Este es mi destino, ¿lo olvidas? Ya estaba escrito —dice Abrecht con una sonrisa que me llena de paz.

Ambos nos quedamos en total silencio apreciando el sonido de las olas de mar, de las aves, estando allí, parada en el balcón apreciando el paisaje me sentí totalmente tranquila, sin miedo.

«¿Esto es lo que se sentirá estar libre?».

—Adrienne yo... —dijo Abrecht después de unos minutos en silencio.

—¿Escuchaste eso? —lo interrumpí al escuchar un sonido ligero para el oído humano pero no de los vampiros.

Escuché a lo lejos un auto estacionarse, camine nuevamente al interior de la habitación y el olor de Noah llego a mis fosas nasales, mi corazón se comenzó acelerar, di un paso para poder correr a su encuentro, pero él a velocidad sobre humana subió a la habitación, cuando termine de dar mi primer paso mi hermano ya se encontraba en la puerta de la habitación.

Pude ver en sus ojos alegría y sorpresa, sus ojos se pusieron cristalinos al igual que los míos. No fue una eternidad la cual nos dejamos de ver, pero él es mi hermano, la persona con la que he crecido, la persona que ha estado para mi en los momentos buenos y malos, con la que he compartido cosas buenas y cosas malas, él es mi hermano mayor, mi única familia y la persona a la que mas adoro en este mundo lleno de dolor y sufrimiento.

—Adrienne... —susurro mi nombre con un nudo en la garganta.

—Noah —dije con una sonrisa pero con una lágrima bajando por mi mejilla.

—¿Cómo entraste sin romper la puerta? —preguntó Noah en tono burlón.

—Todo este tiempo sin vernos y lo único que preguntas es como carajos entre —dije con nudo en la garganta pero con tono de felicidad—. Prácticamente mamá me ayudo a encontrar la llave, le pones mucho significado a las cosas Noah.

Sin decir una sola palabra más corrí a sus brazos para darle un cálido abrazo, no pude contener las lágrimas y comencé a llorar.

—Te extrañe hermanito —dije mientras acariciaba su espalda.

—Y yo a ti hermanita.

—Por fin estamos juntos —susurre.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora