Capítulo XIII

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Me levanté lentamente mientras formaba una bola de fuego en mi mano derecha.

—Diablos señorita, tienes dos poderes —dijo el vampiro asombrado.

—No solo dos —dije con una sonrisa.

Le lancé la bola de fuego y él esquivo mi ataque, enseguida se lanzó contra mi atravesando la pared saliendo de la bodega en la que estábamos y quedando en un pasillo del centro comercial.

El gigantesco vampiro tomo mi delgado cuello y me lanzó en dirección a los anaqueles repletos de productos; mi cuerpo iba atravesando uno, por uno hasta que llegue a una pared de concreto, caí al suelo con un inmenso dolor en mi columna.

—Adrienne —escuche la voz de Peter.

Alcé la mirada y vi a Peter con personas —supongo, clientes del supermercado—, detrás de él.

—Corran —susurré.

Me levanté de mi lugar y antes de que pudiera estar totalmente de pie nuevamente el enorme vampiro me lanzó hacia la pared.

Me quedé entre los escombros, débil, sin fuerza. Mire como Jacob se alejaba de mí y caminaba hacia la multitud que Peter iba a sacar del supermercado.

—No lo toques... —susurré.

—¿A quién? ¿A él? —dice el vampiro mientras toma del cuello a Peter asfixiandolo

Peter patalea en el aire y trata de liberarse del fuerte agarre que lo está dejando sin aire.

Algo se incendió en mi, todo el dolor desapareció y la adrenalina corría por mis venas. Me levanté y corrí rápidamente hacia el enorme vampiro haciendo que este se cayera sobre el piso frío.

—Te dije que no lo tocaras —dije mientras me levantaba del suelo.

Corrí hacia el vampiro con una daga de hielo en la mano y antes de que pudiera apuñanarlo se levantó y esquivo mi ataque.

—Con que el humano es tu punto débil —dijo Jacob tomando el cuerpo de Peter que se encontraba en el suelo.

—¡Déjalo! —grité.

Corrí hacia su dirección y antes de llegar a él, otro cuerpo lo lanzó hacia un costado haciendo que el cuerpo de Peter cayera al suelo provocando un gran estruendo.

—Noah, ¿dónde estabas? —pregunté.

—Estaba sacando a las personas del supermercado. Todos están a salvo, ahora es hora de irnos.

Asentí con la cabeza y caminé hacia el cuerpo de Peter que se encontraba inconciente.

—Yo lo llevaré —dijo Noah levantando el cuerpo de Peter—. Vámonos.

Comenzamos a caminar hacia la salida y antes de que pudiera llegar, alguien tomo mi pie y me lanzó hacia el fondo de la enorme construcción.

Me quedé unos segundos procesando lo que acababa de ocurrir, me levanté y vi a lo lejos como el gigantesco vampiro rubio lanzaba a mi hermano hacia una costado del supermercado dejando a Peter sin protección.

Jacob tomo del cuello a Peter y lo lanzó hacia las cajas llenas de productos. Yo, con la poca fuerza que tenía, corrí hacia el empujándolo contra la pared.

—Es tú fin —dije furiosa—. Muere maldito.

En un movimiento rápido le arranque la cabeza haciendo que la sangre llenará mi ropa de su color carmesí. Me alejé de él y le lancé una bola de fuego para que se hiciera cenizas.

Corrí hacia Peter que estaba entre una montaña de productos. Lo saqué y estaba inconciente, estaba gravemente herido.

—¡Adrienne! —escuche la voz de Noah a lo lejos.

—¡Aquí estoy! —grite.

Noah llega rápidamente y me ayuda con el cuerpo de Peter. Salimos del supermercado y antes de irnos, incendie toda la estructura para que no quedará evidencia alguna de nuestras pelea.

—¿A dónde lo llevaremos? —dijo Noah mientras caminábamos por las calles.

—A un hospital —dije como si fuera obvio—. Llévalo, yo iré a cambiarme al hotel.

Noah asintió y camino con el cuerpo de Peter en sus brazos hacia la calle desapareciendo de mi vista.

Metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y comencé a caminar en dirección al hotel.

La luna iluminaba las calles de Londres, el frío recorría mi cuerpo, y mi estómago me pedía alimento. Ignoré la petición que me había hecho mi estómago, enterré ese deseo de sangre en lo más profundo de mi mente.

Llegué al hotel y cuando estuve a punto de entrar recordé que estaba llena de sangre así que escale el edificio por fuera hasta llegar a mi habitación. Entré y me quite la ropa dejándola en el piso del baño. Entré a la bañera y enseguida el color carmesí de la sangre comenzó a deslizarse sobre mi piel.

Cuando estaba totalmente limpia sin el color carmesí sobre mi cuerpo, tome una toalla y la envolví en mi cuerpo. Caminé hacia los cajones de la habitación y saqué unos jeans negros y una blusa manga larga con rayas blancas y negras.

Terminé de arreglarme y salí de la habitación, camine por el enorme pasillo hasta el elevador, pulse el botón del primer piso y las puertas se abrieron, entre en el e inmediatamente se cerraron las puertas. El sonido de un piano llenaba el interior del elevador durante el trayecto.

Bajé del elevador y caminé hasta la salida con mis manos en los bolsillos de mi sudadera. Salí del hotel y el frío de la noche recorrió mi cuerpo.

Saque mi celular del bolsillo de mi pantalón y marqué el número de Noah. Al responder la llamada le pregunté en que hospital se encontraban, al decirme asentí y corté la llamada. Comencé a caminar en dirección al hospital.

Llegué al hospital y lo primero que hice —como una persona normal—, pregunté por Peter, la señorita de la recepción asintió con la cabeza y tecleo en su computadora.

—¿Es usted un familiar? —pregunta la enfermera.

—¿Ser su novia cuenta como familiar? —pregunte nerviosa.

—Habitación 416, cuarto piso —me indica la enfermera.

Con una sonrisa agradezco la información y comienzo a caminar hacia el interior del hospital hasta encontrar el elevador, subir en el y bajar en el piso correspondiente.

Camine por el pasillo viendo hacia los lados para encontrar la habitación en la que se encuentra Noah con Peter.

«Aquí esta».

Abro la habitación y veo a mi hermano acostado en el sillón de la habitación jugando con su celular. Peter estaba con sus ojos cerrados sobre la cama de hospital, con tubos y cables alrededor de su cuerpo.

—¿Qué tan grave es? —dije mientras caminaba hacia Noah.

—Cuatro costillas rotas, las dos piernas fracturadas, el brazo izquierdo fracturado, la muñeca derecha fracturada y si no mal recuerdo tiene un pulmón perforado, de ahí en fuera todo está bien —dice mi hermano aún con la vista en su celular.

Me senté en el sofá donde se encontraba Noah mientras esperaba algún comentario sobre lo sucedido pero no dijo nada al respecto.

—Noah, lo van a matar si no lo transformamos —dije—. Lo tenemos que transformar o dejarlo, no podemos seguir arriesgandolo.

—¿Y qué decides? ¿Transformarlo o abandonarlo?

«¿Abandonarlo o transformarlo?»

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora