Capítulo XXVIII

374 43 8
                                    

*Narra Peter*

Abrí los ojos y lo primero que vi fue el techo completamente blanco, parpadeo un par de veces para poder aclarar mi vista. Giro mi cabeza hacia la izquierda y veo un sillón y una gigantesca ventana la cual dejaba que viese las luces de la ciudad iluminando la noche. Giro mi cabeza hacia la derecha y veo un electrocardiógrafo —maquina que detecta los pulsos del corazón—, veo mis manos en la cual mi mano izquierda tenía una intravenosa, mire mi mano derecha y tenía una venda que la cubría completamente, no tenía que ser inteligente para darme cuenta que me encontraba en un hospital. Intenté moverme pero me dolía todo mi cuerpo, mi cabeza daba vueltas.

—Adrienne... —susurre con la esperanza que la mujer que amo llegará a verme—. Adrienne... Adrienne...

No importa cuando dijera su nombre, no llegaba, no estaba conmigo. Me asusté al imaginarme la idea de que Adrienne ha sido capturada por la policía vampírica.

«Perfeccionistas», susurro mi subconsciente.

Intenté levantarme de la camilla donde me encontraba pero el inmenso dolor me lo impidió; intenté varias veces pero no lograba despegar mi espalda de la camilla, no lograba mover mis piernas.

—¡Adrienne! —grité desesperado—. ¡Adrienne! ¡Mi amor! ¡Adrienne!

La puerta se abrió y dejó a la vista una enfermera que entro rápidamente a la habitación.

—Joven, calma —me dijo—. Tranquilo.

Ignore su petición, me tenía que levantar, tenía que ir con Adrienne, tenía que protegerla, tenía que estar con ella.

La enfermera empezó a gritar por ayuda, varias enfermeras entraron a la habitación y me sujetaron por los brazos, un hombre mayor, alto, tez pálida, vestido de doctor entró a la habitación y se dirigió hacia la esquina de la habitación, tomo algo entre sus manos y segundos después se giró sobre su propio eje con una jeringa en sus manos.

—Sujetarlo —ordeno aquel hombre.

Estaba totalmente paranoico, mi corazón estaba latiendo rápidamente, tenía miedo que ese supuesto doctor fuese un perfeccionista y lo que me iba a inyectar fuese algún veneno.

—¡No me toques maldito! —grite a todo pulmón—. ¡No me toques! ¡Adrienne te matará si me tocas! ¡No te acerques!

El doctor se acercó y tomo mi brazo izquierdo con fuerza e introdujo la larga y delgada aguja en mi brazo, segundos después dejé de luchar ya que mi cuerpo se iba sintiendo cada vez más débil, todo se hizo borroso y de un momento a otro todo se volvió obscuro.


—Peter, mi amor... —escuche la voz de Adrienne a lo lejos.

Busque a mi alrededor y lo único que veía era un campo gigantesco de flores. Escuchaba la voz de mi hermosa Adrienne llamándome pero no la veía por ningún lado.

—Peter, mi amor, aquí estoy. Ven a mi —escuche la voz de Adrienne.

Comencé a caminar en dirección de donde provenía esa melodiosa voz. Cada vez que camina más, escuchaba más cerca la voz de mi hermosa novia. Caminé por un gigantesco campo de flores que pensé que nunca se acabaría, pero al final escuché como caían litros y litros de agua; era una cascada. Caminé un poco más y encontré un campo verde y una enorme cascada. Sobre el césped, se encontraba el amor de mi vida, ahí estaba Adrienne, con su hermosa cabellera roja, con su blanca piel, con su excelente cuerpo escultural, ahí estaba esperando mi llegada.

—Mi amor, tardaste demasiado —me dijo caminando hacia mi.

—Lo siento amor, no era mi intención —le di un beso en su frente—. Creo que me quedé dormido. Tuve un sueño muy extraño, soñé que estaba en un hospital y tú no estabas, fue horrible.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora