Capítulo XXIX

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*Narra Adrienne*

—Llegamos —me indica el chófer.

Asentí con la cabeza. Pregunté por el monto del viaje, a lo que el me respondió cierta cantidad, tome mi billetera y saqué un billete que era mucho más grande que la cantidad que me había indicado.

—Quédese con el cambio, muchas gracias —dije con amabilidad.

—Gracias señorita.

Le sonreí con amabilidad por última vez, tomé mi maleta y bajé del auto. Antes de alejarme del auto el chófer me habló y enseguida me gire sobre mi eje pensando que había olvidado algo en el auto.

—Tome —me dio un pequeño trozo de cartoncillo por la ventana—. Es mi número, si necesita algún otro viaje o un tour por la bella Italia.

—Gracias —dije con una sonrisa mientras tomaba el pequeño trozo de cartoncillo—. Que tenga un buen día.

—Igualmente.

Me gire nuevamente sobre mi eje para comenzar a caminar hacia el hotel.

—¡Cuídese de los perfeccionistas! —grito el chófer desde su auto.

Inmediatamente me gire sobre mis talones para verlo nuevamente, el chófer me sonrió y comenzó a avanzar en su auto. Me quedé paralizada viendo como se iba alejando poco a poco hasta que lo perdí de vista.

—Pero qué demonios... —susurre sin saber que había ocurrido.

Me quedé parada, no moví ni un solo músculo, estaba aterrorizada totalmente con la idea de que aquel humano estuviese trabajando para los perfeccionistas y que les diga dónde me encontraba.

—¿Puedo ayudarla en algo? —pregunto una voz masculina a mis espaldas.

Me dio escalofríos al pensar que fuese un perfeccionista ya que podía sentir su inmortalidad, así que con lentitud y seguridad me gire sobre mi eje y encare al hombre que estaba a mis espaldas; era un hombre joven, de altura mediana, tez pálida, no muy gordo ni muy flaco, con algo de musculatura, ojos cafés obscuro, cabello negro.

—Yo... —susurre sin saber que decir.


¿Qué se supone que le tienes que decir a un vampiro que casualmente te lo encuentras? "Hola, eres un vampiro ¿cierto? Puedo sentir tu inmortalidad", obviamente no, que estúpido sería eso.


—¿Se va a hospedar? La puedo ayudar con su maleta —dijo extendiendo su brazo para tomar mi maleta.

Fue entonces cuando lo vi de arriba hacia abajo y me percaté que tenía el uniforme de los trabajadores del hotel donde tenía planeado hospedarme.

—Oh claro, por favor —dije después de unos cuantos pero largos segundos.

El joven, muy amablemente asintió con la cabeza y tomo mi maleta.

—Sigame por favor —me ofreció su brazo para que yo enganchará mi brazo con el suyo, y así lo hice.

Ya con nuestros brazos entrelazados comenzamos a caminar hacia el interior del hotel. Mientras avanzábamos hacia el hotel comencé a observarlo detalladamente, y por su forma de hablarme directamente en inglés y no en italiano supe que el joven no era originario de Italia.

—Disculpa, tú no eres de aquí, ¿cierto? —me atreví a preguntar.

Él, con una sonrisa de lado bajo la cabeza unos segundos y respondió a mi pregunta.

—No, no soy de aquí —respondió con total amabilidad—. Nací en México, pero me crié en Estados Unidos. ¿Por qué la pregunta?

—Me sorprendió la forma en la que me hablaste, alguien normalmente me hubiese hablado en Italiano, pero me hablaste en Inglés.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora