Capítulo XXVI

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*Narra Noah*

Abrí los ojos y no reconocí el lugar donde me encontraba; era una habitación demasiado grande, pintada de blanco, con pocos muebles —un tocador, un escritorio, una cama, un buró y una silla de madera—. El sonido de las olas llegaron a mis oídos haciéndome saber que me encontraba en una playa, así que con las pocas fuerzas que tenía me levanté de la cama pero un leve mareo hizo que me sentará nuevamente.

Recargue mis codos sobre mis muslos mientras procesaba todo lo que había ocurrido la noche anterior y lo único que recordaba fue lanzándome desde el auto, recuerdo montones de dinero y recuerdo a mi hermana golpeando mi rostro.

—¡Adrienne! —grite al percatarme que ella no estaba aquí.

Mire hacia las cuatro paredes de la habitación y lo único que encontré fue un montón de billetes verdes sobre un buró de madera y sobre la montaña de billetes había una hoja blanca. Me levanté nuevamente y con paso torpe caminé hacia el pequeño buró; tomé la hoja blanca que se encontraba encima y comencé a leerla mientras me dirigía hacia la ventana.

“Noah, querido hermano...
Te estarás preguntando dónde demonios estás, bueno, estás en Brighton, una ciudad costera de Inglaterra, así es, estás en el lugar que papá nos prometió llevarnos algún día, de hecho la casa en la que estás es de ellos, es tuya, así que no te sientas extraño, estás en casa, por fin tienes un hogar, un lugar a donde llegar, por fin tendrás una vida. Te dejé unos cuantos billetes para que puedas comprar muebles, pintura, ropa, drogas, comida, no lo sé, lo que quieras, nunca supe que hacer con tanto dinero aparte de hacer documentos falsos y huir, pero eso lo sabrás pronto ya que tendrás una vida normal como siempre quisiste.

No te preocupes por mi, yo estaré bien, siempre lo he estado. Tal vez no tengas idea del porque me fui, no entiendes el porqué dejé a Peter en un hospital y el porqué te dejé a ti en un casa a orilla del mar, bueno, es por una sencilla razón, quiero que vivan, que disfruten sus vidas y más tú, Noah, tú que tienes una eternidad por vivir.

No te preocupes por los perfeccionistas, ellos no te seguirán ni a ti, ni a Peter, a la que quieren es a mi. Tengo un plan, un plan brillante que hará que nos dejen en paz, que me dejen en paz, no te lo puedo contar porque sé que pensaras que es una locura, y lo es, es básicamente un suicidio pero vamos, ¿qué me pueden hacer?

Tengo una noticia que hará que te explote la cabeza, no te la puedo decir ahora porque no sé si sea verdad, tengo que investigar y cuando sepa todo te lo haré saber, no es nada malo, supongo que es bueno, no lo sé.

Disfruta tu vida hermano, te la mereces, espero puedas encontrar con quién compartir una eternidad, mis mejores deseos para ti.

Estaré más cerca de lo que crees, así que tranquilo.

Con amor, Adrienne”.

Bajé la hoja de mi vista y me dispuse a ver el horizonte para ver cómo salía el Sol. Arena, mar, amanecer, un paisaje espectacular.

—Mi hermana sí que sabe de paisajes —dije con una sonrisa.

Mire nuevamente la carta que mi hermana había escrito y con una sonrisa, hice pedazos la hoja y dejé que el viento se las llevara.

—Sea donde estés, siempre estaremos juntos hermana.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora