Capítulo XXXII

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Caminamos aproximadamente cinco minutos —si que era largo ese pasillo—. Al final se veía una luz, ambos estábamos aliviados al saber que esa luz significaba el final del pasillo y la entrada a la biblioteca vampírica. Salimos del terrorífico pasillo y entramos a la gran biblioteca, era casi igual que la biblioteca humana, pero ésta era más rústica, más antigua. Algunos de los vampiros que se encontraban allí fijaron su vista en nosotros —en mi—, baje la vista al notar ésta acción de parte de ellos, tomé la mano de Abrecht y lo jale hacia uno de los pasillos de la biblioteca.

—¿Qué ocurre? —preguntó Abrecht preocupado.

Los nervios y la adrenalina recorría todo mi cuerpo, de pies a cabeza, mi respiración se volvió más agitada y mi corazón latía rápidamente, tenía miedo de que me reconocieran y llamasen a los perfeccionistas. No soportaría que Abrecht fuese capturado o asesinando por mi culpa, no soportaría que por la lucha que se hiciera en ese momento, los vampiros de aquí y los humanos de arriba fuesen asesinados o lesionados por mi culpa. No sé porque, pero por alguna razón mis brazos comenzaron a arder, como si fuese a salir fuego de ellos.

—¿Los puedo ayudar en algo? —preguntó una mujer.

—No, gracias. Solo estamos buscando que leer —respondió Abrecht con total naturalidad.

—¿Está bien tu...?

—Si, está bien —respondió rápidamente Abrecht—, solo está emocionada por ver tantos libros. Es adicta a ellos.

Mi mirada estaba fija en los libros que tenía enfrente, no gire mi cabeza, no me moví, no quería que nadie me viera y mucho menos no quería que nadie me reconociera, así que junte todo el valor que tenía y me atreví a hablar para que la mujer no sospechara nada, respire un par de veces y trate de tranquilizarme, mis brazos volvieron a la normalidad y después de unos segundos decidí hablar.

—Los libros son mi vida —dije con una voz aguada que no era la mía—. No sé preocupe, estoy bien.

Con el rabillo del ojo pude ver como asentía y se alejaba de nosotros. Di un gran suspiro al ver que todo iba saliendo bien.

—Actúa natural, si sigues actuando así todos van a sospechar —me susurro Abrecht al oído.

Asentí con la cabeza y comencé a buscar libros sobre historias de vampiros, o periódicos antiguos, archivos —dudo mucho que hubiese archivos aquí, tienen que estar ocultos en algún lugar—.

Después de un rato buscando solo encontré tres libros de sucesos históricos en la existencia de los vampiros, con libros en mano caminé hacia la mesa que se encontraba en un rincón de la biblioteca, ahí sería menos visible. Me senté en una de las sillas y coloque los libros sobre la mesa de madera, entonces comencé a leer —hojear— las páginas de dicho libro.

—¿Tu nacimiento fue algo histórico para la especie vampírica? —preguntó Abrecht colocando periódicos sobre la mesa.

—No exactamente mi nacimiento pero tal vez el asesinato de mis padres sí, yo que sé —dije mientras recorría las páginas de los libros rápidamente—. ¿Qué es eso?

—Son periódicos de la época de tu niñez, tal vez encontremos algo —dijo mientras comenzaba a leer el primer periódico.

Yo seguía leyendo el libro que tenía en mis manos, no había nada más que la historia del ser humano, su evolución, las diferentes sociedades que hubo antiguamente, era algún tipo de libro de historia pero para los humanos, pero el segundo libro explicaba lo que es el ser humano y nosotros los vampiros, lo que han hecho y lo que hemos hecho, explicaba que los vampiros somos superiores a los humanos.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora