Capítulo XXIII

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Esquive los ataques de todos los vampiros. Mientras que ellos se levantaban del suelo, con mi súper velocidad corrí hacia Peter y lo levante del suelo, el olor a sangre inundó mis fosas nasales y mi cuerpo pedía sangre, mi cuerpo necesitaba la sangre pero aleje esos pensamientos de mi mente y con Peter en brazos, corrí hacia una esquina de la habitación para así poder evitar que él saliera herido —más herido—.

—Resiste Peter —puse mi mano sobre su mejilla—, esto terminará pronto.

Me pongo de pie y me lanzo hacia el primer vampiro que corrió hacia mi, en un movimiento rápido, me coloco sobre sus hombros y le arranco la cabeza haciendo la sangre salpique mi cuerpo, haciendo que su cuerpo sin vida caiga al suelo como un costal.

—Uno menos, faltan cuatro —dije limpiando la sangre de mi rostro—. ¿Quién sigue?

Otro vampiro se lanza hacia mi, y yo rápidamente esquive su ataque haciendo que éste cayera al suelo, en mi mano derecha formé una bola de fuego y la lancé en su dirección haciendo que el vampiro se incendiara y rápidamente se hiciera cenizas.

—Fue más fácil de lo que pensé —dije con una sonrisa viendo a los vampiros que restaban—. ¿Alguien con quien valga la pena pelear?

Dos de los vampiros, con su mirada asustada, corrieron hacia la puerta para poder huir, los mire fijamente y con mi poder torturador hice que cayeran de rodillas sobre el suelo de mármol. En ese instante siento como mi cuerpo vuela por los aires chocando contra la pared de concreto sólido.

—¿Qué... Mierda...? —dije entre dientes.

—¿Asombrada? —dice el vampiro que al parecer es el jefe—. No eres la única que tiene un poder, yo también tengo uno.

El vampiro sonríe, extiende su mano derecha y lo alza a la altura de su hombro, hace un movimiento brusco hacia la derecha haciendo que mi delgado cuerpo vuelva a impactar contra el concreto. Hago a un lado los escombros pero antes de que pudiera ponerme de pie, el vampiro vuelve hacer el mismo movimiento en diferentes direcciones teniendo como consecuencia que mi cuerpo volara por los aires chocando contra las 4 paredes de la habitación en la que nos encontrábamos.

Los dos vampiros que intentaron huir se acercan a mi sigilosamente; cada uno me toma de un brazo y me arrastran hacia su superior.

—Hasta aquí has llegado cariño —dice el vampiro que tengo enfrente.

Una risa sale de mi boca, una risa que hace que el vampiro que tengo enfrente me mire con el ceño fruncido al igual que los dos vampiros que tengo a mis costados.

—¿Qué están gracioso pequeña mocosa? —dice irritado.

—Esto todavía no termina —digo con una sonrisa.

Hago que una fuerte corriente eléctrica recorra mis brazos hasta llegar a los brazos de los vampiros que me están sujetando; éstos inmediatamente caen al suelo retorciéndose del dolor, hacen lo posible para soltarse de mi agarre pero no lo logran.

—¿Es que acaso no lo veías venir? —dije al ver la cara llena de asombro del vampiro—. Es por eso que los perfeccionistas me buscan, por qué soy indestructible, soy algo que no pueden manejar.

Dejé de conducir la electricidad por mis brazos ya que los vampiros habían muerto. El vampiro que tenía enfrente da un paso hacia atrás, asustado, asombrado por lo que podía hacer.

—Si tocó o rozo a un vampiro que tenga algún don, inmediatamente lo obtengo —me levanto del suelo y doy un paso hacia él para poder acariciar su mejilla—, eso quiere decir que con esta pequeña caricia yo ya tengo tu querido don.

Estire mi brazo y la moví bruscamente hacia arriba haciendo que el cuerpo del vampiro chocará contra el techo, con otro movimiento hago que su cuerpo se estrelle contra el suelo de mármol.

—Y apuesto que nunca has visto a un vampiro inmune al fuego —digo mientras camino hacia él—, pues, observa atentamente ya que será la primera y la última vez que lo veas.

Formo una bola de fuego en cada palma de mi mano y enseguida las llamas se expanden por mis brazos y finalmente rodean todo mi cuerpo. El vampiro que se encontraba en el suelo me miró con miedo, con asombro, no se necesitaba tener un súper oído para poder escuchar el sonido que provocaban sus dientes chocando entre ellos.

—Me encanta escuchar ese sonido, ese cascaneo de tus dientes —digo con una sonrisa—, me hace sentir poderosa, me encanta saber que la persona que se sentía poderosa tiembla a mis pies.

Alce mi brazo derecho a la altura de mi hombro y lancé una ráfaga de fuego haciendo que el vampiro quedará hecho cenizas. Las llamas que me rodeaban se desvanecieron en el instante en el que Peter pronunció mi nombre en un gemido de dolor. Corrí hacia él y con mi poder curativo trate de sanar sus heridas para que no muriera desangrado.

—Es hora de irnos —lo tome en brazos y caminé hacia la enorme puerta de madera que daba a la salida.

En el pasillo se encontraba mi hermano sentado con la cabeza agachada, se podía ver a distancia lo débil que se encontraba.

Dejé a Peter alado de Noah mientras pensaba como llevármelos a ambos.

—Ya sé.

Coloque cada mano en dirección de cada uno de ellos —mi mano derecha hacia Peter y mi mano izquierda hacia Noah—, cerré los ojos y trate de concentrarme lo más que pude. Finalmente cuando abro los ojos Noah y Peter se encontraban en el aire gracias a mi poder de telequinesis.

Al salir de aquella tétrica casa sin ningún problema el hermoso escenario del amanecer nos recibió, deje a Peter y a mi hermano sentados en el suelo y recargados en la pared mientras que yo caminaba hacia uno de los autos que se encontraban ahí.

—Un Lamborghini Veneno... —dije al ver un auto color gris metálico—, los perfeccionistas viven con estilo.

Con mi poder de telequinesis bote los seguros del auto. Caminé hacia mi hermano y Peter para poder llevarlos al auto; primero subí a Peter en el asiento trasero y después a mi hermano.

—Que manera tan sutil de robar un auto —dice Noah en el momento en el que lo coloco en el asiento del copiloto.

—Somos vampiros, robamos con estilo —dije con gracia mientras le colocaba el cinturón de seguridad.

Cerré la puerta del lado del copiloto y antes de que me subiera al auto recordé que no tenía las llaves, así que entré nuevamente a la tétrica casa. Camine por los pasillos hasta llegar a la sala donde había encontrado a Peter; busqué entre los cuerpos sin vida de los vampiros pero no encontré la llave del auto, así que caminé hacia la habitación donde había despertado para revisar los cuerpos que se encontraban ahí.

Entre en la habitación y me arrodille al lado del cuerpo del vampiro que me había torturado, busque en el saco blanco que llevaba puesto y encontré la llave.

—Perfecto.

Justo cuando iba a levantarme la mano del vampiro se aferró a mi muñeca haciendo que diera un grito por el susto.

—Niña... —dice en un hilo de voz—, ten cuidado con lo que haces... Sabes que a los perfeccionistas no les gusta perder... Cuando te atrapen no tendrán piedad de ti ni de los que te rodean... es mejor que te entregues y termines con todo esto.

En un movimiento brusco me libero de su agarre y me pongo completamente de pie.

—Ellos nunca han tenido piedad de nadie —dije con total desagrado—, ni siquiera de unos pequeños niños a los cuales dejaron huérfanos.

Caminé hacia salida con pasos firmes pero antes de que pudiera salir, el vampiro volvió hablar.

—No puedes matar a los perfeccionistas... —apenas logra decir ya que está gravemente herido—, si lo haces te irás al infierno.

—Bueno, entonces ya nos veremos en el infierno —dije y le lance una bola de fuego haciendo que se hiciera cenizas.

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora