Capítulo XVII

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Después de que Eithan terminara de contarme su historia el resto de la cena fue en total silencio; un par de veces cruzábamos miradas y otras veces solo hablábamos para preguntar la hora, si íbamos a pedir alguna otra cosa, pero nunca volvimos mantener otra conversación.


Terminamos de cenar y salimos de aquel restaurante, Eithan —como todo buen caballero—, se ofreció para llevarme a casa pero obviamente no tengo casa así que me negué. Agradecí su oferta, me despedí dándole un beso en la mejilla y comencé a caminar por las frías calles de Londres.


Mientras caminaba, en mi mente iba creando imágenes sobre como fue la vida de Eithan, me imaginaba como diablos asesinaron a su familia y lo mal que se debe sentir ser un hijo de un miembro de los perfeccionistas que asesinó a tu familia.

«Pobre Eithan, no quisiera estar en su lugar».


Caminé hacia el hotel, no me tomé la molestia de regresar al hospital ya que Noah se encontraba con Peter, —ebrio pero estaba ahí— y bueno, después de lo que me dijo, creo que es mejor alejarme un poco

«Estaba ebrio, no lo decía enserio», pensé por un lado.

«Dicen que cuando estás ebrio te armas de valor para hacer o decir lo que no te atreves cuando estás sobrio», pensé por otro lado.

Ese pensamiento se desvaneció cuando un auto hizo sonar el claxon sacándome de mis pensamientos, estaba tan hundida en ellos que no noté que había tomado el camino equivocado. Puse mi mano sobre mi frente al ver lo estúpida que soy, saqué mi celular y abrí el navegador, teclee el nombre del hotel e inmediatamente me apareció aquel punto rojo en el mapa indicándome donde se encontraba el hotel, ya con el camino marcado comencé a dar marcha hacia el camino correcto.

Después de unos minutos de caminar me detuve al sentir la presencia de otro vampiro, inmediatamente hice una daga de hielo en cada una de mis manos y me coloqué en modo de ataque esperando que el vampiro saliera de las sombras atacándome, pero su ataque nunca llegó, lo único que ocurrió fue que una voz gruesa y áspera que proviniera obscuridad donde la luz de los faros no llegaban.

—Tranquila, no te haré nada —dice con gracia—. Me sorprende que puedas sentir la presencia de otros vampiros.

—Es un don que tengo —dije con la mirada fija en la oscuridad—. ¿Quién demonios eres y qué quieres?

—Un don... Que interesante; dos dagas en tus manos y poder presentir a otros seres, dos poderes, entonces eres tú la chica que buscan los perfeccionistas —dice saliendo de las sombras.

Era un hombre alto, tez pálida, cabello y barba blanca como la nieve, ojos azules, sus cejas y pestañas también eran blancas, supongo que era un vampiro albino -muy extraños de encontrar ya que los perfeccionistas se encargan de eliminarlos-.

—Soy Adrián, un gusto querida —extendió su mano para saludar pero al ver que no la tomé siguió hablando—: Escuché lo que te hicieron los perfeccionistas, no sé si sea verdad o no, pero de lo que estoy seguro es que tarde o temprano harás que paguen por lo que hicieron, es por eso que estoy aquí, vengo a ofrecerte mi ayuda.

—¿Ayuda? ¿Por qué debería aceptar tu ayuda? No te conozco, puede que seas un perfeccionista —dije con total desconfianza.

—Sabes que los perfeccionistas eliminan a los albinos como yo, y bueno, no es justo que ellos vayan sin rumbo matando a todo aquel que se le interponga.

Lo miré de arriba a abajo con el ceño fruncido examinándolo, "abrí" mi mente para leer sus pensamientos y pude notar que no tenía malas intenciones así dejé mi postura de ataque y desvanecí las dagas de hielo. Lo miré fijamente esperando que dijera algo.

—Entonces, ¿qué dices? ¿Aceptas mi ayuda? —dice con una sonrisa de lado.

—Juro que si me llegas a traicionar te mataré y no tendré piedad de ti —dije totalmente seria.

—Veras que no será así querida —dice con una sonrisa—. Este es mi número, no importa si estás al otro lado del mundo, yo llegaré.

Me entrega un pedazo de cartoncillo, lo tomé entre mis dedos y noté que era una tarjeta de presentación con su nombre y el número donde lo puedo localizar.

—Hasta pronto querida —dice para después desaparecer en las sombras de la noche.

Inmediatamente al esconderse en las sombras dejé de sentir su presencia, así que guarde la tarjeta de presentación en el bolsillo trasero de mi pantalón y comencé a caminar nuevamente en dirección al hotel.


Llegué al hotel y caminé directamente hacia el elevador, me subí en el y pulse el botón del tercer piso, mientras esperaba a que subiera, saque el móvil de mi bolsillo. Marque el número de Noah y enseguida obtuve respuesta:

—Pero quien me ha llamado —dice Noah el responder la llamada—, la niña que es culpable de que mataran a mis padres.

—Noah...

—No, no digas nada, un "lo siento" no arregla las cosas —dice con dificultad ya que estaba ebrio y el alcohol en sus venas le impedían hablar—. Cómo hubiese querido que a ti te hubiesen matado y no a ellos.

Inmediatamente corte la llamada, no soportaba escuchar a mi hermano decir tantas cosas que me lastiman, sé que está ebrio, pero aún así sé que lo que dice es verdad; por mi culpa mataron a nuestros padres. Sé que Noah, en lo más profundo de su ser, desea verme muerta, sé que en el fondo hubiese querido que los perfeccionistas me hubiesen matado y no a nuestros padres, y no lo culpo, yo también quisiera que así hubiesen sido las cosas.


Salí del elevador y camine por el gran pasillo del hotel hacia mi habitación para poder darme una ducha y poder relajarme después de un día de mierda.

«Paciencia, pronto terminará todo esto».

AdrienneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora