Capítulo 7

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Le tomé la mano y me la llevé a los labios un segundo.
No hizo falta que llamaramos a la puerta para que nos abrieran, su padre nos estaba esperando.

—Hola, papá— dijo Hope besando su mejilla.

— Hola, linda— la abrazó y me miró sobre el hombro de si hija. —Kas, buenas tardes.

—Buenas tardes, oficial— le estreche la mano y como de costumbre me la apretó más de lo necesario.

Hope dio un animoso salto.

—Voy por mis llaves, nos llevaremos la camioneta— le sonrió. —Espero que no te moleste que dejemos la moto en el jardín.

—Claro que no— miró la Yamaha. —¿Por qué me molestaría que arruinen el césped que me cobran por arreglar con marcas de llantas?.

Oh, aquí vamos.

—Está jugando— bombón le dio una palmada en el hombro a su padre y entró en la casa.

Y me pasó lo único que odiaba de todo el fin de semana: el momento incómodo de quedarme sólo con el oficial Julian.

Me metí las manos en los bolsillos y miré hacía otro lado, pero luego de un rato él aclaró la garganta.

—Bueno, si va a quedarse contiguo seguro que querrá llevar algo de ropa y se va a dar cuenta que Sky ha usado algunas de sus cosas, lo que significa que discutirán un rato— suspiró. —Tengo un par de cervezas artesanales en la cocina, ¿quieres entrar y beber algo?

No supe que contestar a eso.

—Eh..., yo no bebo...

Soltó una carcajada.

—Si, claro. Y mi hija duerme en cama separada de la tuya— me abrió camino hacia la casa y me tomó del hombro.

La casa era igual de imponente de lo que recordaba.
No se parecía en nada a la mía y ya no tenía tanto brillo desde que Hope no se quedaba todos los días en ella. Incluso los muebles se veían más oscuros. Creo que me estaba afectando pasar tanto tiempo junto a esa chica.

—Bueno..., ¿a dónde salieron el viernes?— me preguntó.

Esa era su táctica para darse cuenta de si habíamos ido directamente a mi casa y pasado la noche juntos o habíamos salido con los muchachos.

—Estábamos cansados por el trabajo así que sólo nos fuimos a dormir, y ayer se sintió algo mal entonces cenamos en casa con los del club.

—Si, eso lo supe por Marcus— llegamos a la cocina y me senté en un banco mientras él abría la nevera.

Claro, su hijo adoptivo, su ideal de nuero, el ángel mandado del cielo.
Me puso una cerveza frente a mi y la abrió. Luego se recargo en la barra mirándome fijamente.

—Bueno, ella me invitó a la cena de la otra semana...

—Lo supuse. Que bien— asintió.

—Y también invitó a todo el club.

—Puesto que es su club, también supe que lo haría.

Se dio la vuelta un segundo y le tomó un trago a su bebida mientras buscaba algo más en la nevera.
Era momento de decirle ahora que no me estaba fulminando con la mirada.

—Voy a pedirle que se case conmigo.

La cerveza que hasta hace un momento degustaba le quemó la garganta y comenzó a toser como si hubiera tragado canela.
No se lo estaba tomando bien, pero no importaba, yo sabía que no lo pondría feliz el saber que su hija, si todo salía bien, se casaría conmigo.

—Oficial Julian, ya sabe que amo a su hija..., y hemos estado juntos los suficientes años como para no querer pasar uno más sin poner un anillo en su dedo.

Se llevó las manos a la cabeza y comenzó a negar.

—No, no, no, no, no. No digas eso, maldita sea— dijo. —Hasta los carenta, me dijo una. ¡No quiero casarme nunca! Me dijo la otra, ¿y ahora qué? Se van a vivir con motociclistas y van a bares..., una incluso es la dueña del club. Estas niñas van a matarme, ningún 0adre debería tener que pasar por esto.

Lo dejé quejarse en voz alta frente a mi mientras me reía un poco y le daba un trago a mi cerveza.

—Yo también estoy emocionado, suegro— bromee.

—Maldito, perro desgraciado...

Me reí más fuerte. No pensé que esto fuera a ser tan divertido.

—Saquelo todo.

—Discúlpame— dijo cubriéndose los ojos como si le doliera la cabeza. —Tengo tantas pestes que he reprimido.

Puse los codos sobre la barra y le sonreí.

—No se preocupe. Me han insultado de todas las maneras posibles y usted tiene más derecho que nada— levantó la mirada. —Después de todo soy yo quien va a casarse con su hija...

—Hijo de perra— volvió a cubrirse la cabeza.

Posiblemente esperaba que este día nunca llegara, pero estaba ahí frente a él pidiéndole la mano de se hija.
Pensé en como reaccionaría yo si un tipo de mi porte llegara al hogar que forme con Hope un día y me dijera que va a casarse con mi bomboncito.

—Eres aún más malvado de lo que pensé, Kasaquir. Me lo vienes a decir como pidiéndome permiso cuando sabes que no me puedo negar, desgraciado.

Me encontraba riendo a carcajadas cuando Hope entró a la cocina con una maleta de mano y las llaves de la Jeep en su mano.
Se quedó un momento parada en el umbral de la puerta extrañada hasta que me levanté y me puse a su lado.

—¿Qué les ocurre?

El oficial Julian no levantó la cabeza de la barra aún después de escuchar la voz de su hija.

—Nada— mentí. —Le estaba contando los resultados del partido del fin de semana a tu papá.

Le frote los brazos y la besé en el cabello.

—Oh, pero pensé que su equipo favorito había ganado...

—Lo sé, es qué...— el oficial Julian levantó la cabeza pero sin descubrirse la cara, —me emociona tanto. Carajo, ya me lo esperaba.

Hope soltó una hermosa y sonora carcajada.

—Bueno, si no me necesitas más, me iré...

—¡No!— su papá se acercó como rayo a nosotros y me la quitó de los brazos para envolverla él mismo dándome la espalda. —Claro que te necesito. Siempre te voy a necesitar...

Hope levantó una ceja en esa expresión de desentendimiento que tanto me gustaba y yo solo me encogi de hombros en una seña de que su padre posiblemente había enloquecido pero yo no sabía la razón.


¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora