Fuerza

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Con la esponja rosada en forma de tiara de princesa froté su espalda. 
Estaba realmente quieta sobre mi pecho, con la cabeza recostada sobre mi hombro como si fuera a quedarse dormida en cualquier momento. 

Sólo había tres personas en el planeta que me hacían disfrutar la hora del baño y esas eran Hope y mis bebés. Había llegado tarde a la vida paternal con Alice, pero con ellos si podía disfrutar del momento de intensa ternura cuando te metes a la tina con ellos y los bañas sobre tu pecho. 

Mi respiración era lenta y profunda, esperaba que el movimiento la mantuviera calmada como a mí. 
Puse un poco de champú sobre su fina cabellera castaña y comencé a hacer círculos suaves, luego retiré la espuma con un poco de agua y estaba lista para salir de la tina. 

Me quedé un poco más de lo necesario ahí con ella, dándonos un momento de privacidad que no había tenido la oportunidad de tener desde que salimos del hospital esta tarde...

Besé su cabeza y luego puse su mano en mis labios para besarla un par de veces más. Seguí acariciando su espalda mientras le susurraba.

—No necesito...— tomé aire, —no necesito que me escuches para que sepas que te amo.

Sentí los sentimientos acumulados aflorar al exterior pero me refugié en ella para poder continuar fuerte y firme. 

—Tú, mi niña, mi bebé,— apreté los ojos para contener un par de lágrimas, —ten por seguro que no vas a notar diferencia. Si puedes o no oírme, si nunca reconoces la voz de tus papás, yo te aseguro que me encargaré de que tu vida sea feliz, inmensamente feliz. 
No habrá día en que te deje ir a la cama sin que sepas antes que tu padre se pondría entre tú y un camión para impedir que te pasara algo, porque ustedes y su madre son el amor más grande que tengo, por eso los cuidaré y veré por ustedes siempre, e incluso si hay un lugar al que me vaya luego de la vida seguiré ahí para ustedes. 

La puerta del baño se abrió lentamente dejando entrar a Hope, quien sostenía una toalla y me miraba con ojos cristalizados. Jenell suspiró tiernamente y supe que se había relajado a tal grado que se había quedado dormida. 

Le dí otro corto beso sobre el cabello y le sonreí a su mamá. 

—¿Por qué esos ojos, bombón?— fingí no saber que seguramente había escuchado todo lo que le dije a nuestra hija. —Dame la toalla, no quiero que le de frío, es turno de Charlie. 

Sorbió por la nariz y se acercó con la mirada baja. 

—Su nombre no es ese, es Charles— cubrió a la bebé con su toalla y la abrazó. Una vez fuera del agua la envolvió por completo. 

—Charlie es de cariño, cuando quieras regañarlo ya le dirás Charles o cuando tu familia elegante lo conozca...

El movimiento despertó a Jenell y comenzó a llorar. —Lo lamento, bebé. Shhhhh, shhhhh, ya, tranquila...

Salí de la tina y me sequé con mi propia toalla para después abrazar por la espalda a mi mujer. Me moví junto con ella para que no perdiera el ritmo del arrullo y poco a poco la bebé se calmó. 

—No debería hacer sonidos tontos, seguro piensa que me río de ella solamente, no me escucha...— suspiró. —El doctor dijo que podemos adaptar aparatos auditivos para ella en cuanto sepamos cuanto daño hay en realidad o si es total... Mañana mismo iré a la librería a conseguir una enciclopedia del tema, un libro de lenguaje de señas. Definitivamente tendremos que aprenderlo por ella, ¿crees que Alice pueda aprenderlo fácilmente...? 

Hice círculos con los pulgares sobre sus hombros de modo que ella recibiera un masaje tranquilizador, solo de ese modo paró la verborragia. 

—Lo aprenderá. Todos lo haremos— respiré sobre su hombro. —Nos adaptaremos, bombón, somos una familia y solucionaremos esto, pero no te quiero ver triste. 

—Me preocupo por ella...

—Estará bien, yo no planeo dejar que nada le pase y agradezco infinitamente que dentro de todo lo malo que pudo haberle tocado a nuestra hija por las complicaciones del embarazo, solo sea el oído un poco de dificultad para respirar, podemos encargarnos. 

Ella asintió. Poco a poco fue caminando al cuarto donde acostó a Jenell junto a Charlie.
Estaba profundamente dormido. Si en algo se parecía a mí era en que podría caer un trueno en medio del cuarto y él seguiría dormido. 

Apreté un momento sus mejillas sonrosadas y me volvía hacia Hope. 

—Creo que el baño esperará hasta mañana. 

—No le gusta bañarse, es igual a ti. Te apuesto a que lo hizo a propósito— ella solo los miraba cual pintor a su nueva obra de arte. 

No la culpaba, en realidad eso eran mis hijos: dos maravillosas obras de arte. 

Tomé a Hope de la barbilla y la besé. Eso la distrajo un poco de su amargura y me sonrió al fin, por instinto se la devolví. 

—¿Estás lista para casarte conmigo?

Su sonrisa se volvió más amplia de lo que ya estaba y dio la vista perfecta de su dentadura brillante. 
Adoraba ser el causante de esa sonrisa. 

—Ya tengo mi vestido.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora