Capítulo 2

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Me partía de la risa mientras Hope me regañaba en el jardín de mi casa.
No podía soportar las carcajadas al recordar su rostro de superioridad y luego el que tenía cuando le estrelle el parabrisas.

—Vamos, tienes que aceptar que fue genial— dije sin parar de reír.

—¡No, fue peligroso!— levantó las manos al aire. —¿¡Por qué tenías eso en la ropa!?.

—Cambiamos unas bujías hoy en el taller— dije restándole importancia. —La cerámica se quiebra cuando son viejas y eso rompe los vidrios como si fuera una bala, no importa que tan fuerte lo lances.

Me miró seria y por un momento temí que estuviera muy enfadada.
Digo, ya sabía que lo estaba, pero siempre la hacía enfadar.

—Bujías quebradas— repitió y yo asentí. —¿A que te dedicabas antes de que te conociera, perdón?.

Y después se comenzó a reír levemente.
No estaba tan molesta, así que la seguí al pórtico y luego abrí la puerta para que entrara.

—Robaba autos. Ya sabes, un bad boy, un fuck boy, un back street boy o lo que sea...

Encendí la luz con el apagador y cerré la puerta.

—Y ahora eres un respetable mecánico de motocicletas.

Uhumno dio ni un paso más antes de que la tomará por la cintura y la acorralara contra la pared.

Primero nos besamos en los labios, luego me apetecía mucho besar su cuello también entonces comenzó a reír.

—Tenemos que ir con los muchachos del club...

—Hay que faltar, los vemos todos los días— susurré suplicante y ella me puso una mano en el pecho.

Amaba a esta mujer, pero a veces me daban ganas de matarla.

—Voy a pensar que sólo me traes a tu casa para eso, ¿sabes?.

—Mentira— seguí besandola.

—¿Si?.

—Totalmente— interrumpí mi recorrido para mirarla a los ojos. —También es por tu compulsiva obsesión con doblar la ropa. Me es de mucha ayuda.

Señalé el montón de ropa limpia que estaba amontonada en bolsas de basura porque hace unos días Hurley y yo habíamos lavado pero ninguno se había sentado a escoger su ropa.

—Eres realmente convincente, ¿sabes?— me abrazó por el cuello y ambos reímos.

—Te compré uvas verdes— le dije. —Vi un puesto de regreso del trabajo ayer y pensé que te gustarían.

—Mis favoritas, gracias— sonrió.

Haría cualquier cosa, cualquier pacto maligno, cualquier sacrificio por ver todos los días esa luminosa sonrisa y esa hermosa mirada en el rostro de mi chica.
Pasé tantas cosas con esta mujer que se volvió el centro de mi existencia.

—Podrias comerlas mientras me doy una ducha— le di un beso en la frente.


—Prepararé algo para cenar.

Entonces nos separamos y yo pesadamente me dirigí al baño.
Los zapatos me pesaban como si tuviera suela de plomo y la espalda me dolía como si me hubieran golpeado para luego hacerme cargar peso sobre ella.
El trabajo nunca había sido mejor en el taller, todos los días a Hurley y a mi nos llevaban un par de motos y no paramos hasta dejarlas mejor de lo que salieron de la agencia. En parte el trabajo se debía a que mi hermano les había comunicado a mis espaldas a todos los clubes que quería algo de dinero para una sorpresa que planeaba para Hope, después de eso nos habíamos convertido en el taller predilecto de los clubes más allegados a los River's.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora