Capítulo 22

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Estoy en casa, estoy descansando luego de un día de trabajo y lo que más deseo es llevarme a mi esposa a la cama para besarla hasta que quiera darme un masaje en la espalda.

Me había quedado dormido en el sofá con una cerveza en la mano que ahora está en la alfombra. La televisión se apaga de repente y una bella silueta aparece frente a mi.

—Te dije que me esperaras antes de dormirte, ¿sabes lo que pudo haber pasado?

Enfoqué los ojos y la vi con sus brazos en jarras y la mirada reprochante.

—Esas ojeras te quedan muy sexys, ¿vamos a la cama, bombón?

Ella se rió y se acercó para besarme rápidamente. ¿Sólo eso tendré esta noche?

—Buen intento. Tienes suerte de que los niños estén dormido aún o tendrías problemas, galán— se alejó de la sala hacia la cocina. —Gracias por preparar la cena en lo que llegaba, ¿les diste el biberón antes de dormir y los cambiaste? Recuerda que cuando uno llora por algo la otra lo sigue así que tienes que cuidar que ninguno esté incómodo o no dormiremos. Ayer fui a ver escuelas con Marcus y nos gustó el colegio, tenemos que ver por la educación de los pequeños, ¿qué mejor que sea en la escuela que yo estudié?

—¿Qué? Bombón, habla más lento...

—El colegio tiene contactos con la universidad así que cuando terminen la preparatoria ahí no habrá problemas para que estudien sus carreras. Por supuesto que uno estudiará medicina y el otro psicología.

—Eso nos costará una fortuna— dije aterrorizado.

—Pero es necesario...

Ella siguió diciendo las muchas cosas en las que mi billetera tendría que exprimirse cuando un bebé comenzó a llorar en el segundo piso.

—Oh, ya despertaron.

Subió corriendo las escaleras y a mi me dieron ganas de vomitar conforme el llanto se hacía más intenso y yo pensaba en la universidad de los hijos.

—Kas...

Tendré que vender mi alma, no solo un órgano vital.
Si no me gano la lotería no vamos a sobrevivir. ¿Cómo se roba un banco?
Más les vale ser igual de nerdos que su madre para que tengan buenas becas.

—¡Kas!

—¡La Ivy League no!— me quejé con dolor cuando de pronto abrí los ojos y vi muchas personas sobre mi.

—Denle espacio, la noticia le cayó pesada— dijo el doctor y todos los chicos del club se apartaron menos Hope.

—Cielo, ¿estás bien?

Esperé para responder hasta que mis ojos se acostumbraron a la luz blanca del hospital y recordé porque estaba en el piso.

—Son dos— dije con la respiración agitada aún.

Ella sonrió ampliamente.
Estaba feliz por esto, eso era seguro, y yo lo estaba desde el principio solo que ahora me dicen que viene premio doble. Es demasiado para mi corazón, repito, ¡es demasiado para mi corazón!

—¿Qué tienes ahí?— pregunté intentando levantarme sobre los antebrazos. Aún estaba mareado.

Los muchachos y el doctor nos observaban desde la pared del consultorio.
Después se van a reír mucho de mí por haberme desmayado al saber que seré padre de gemelos.

—Las primeras fotos de tus hijos— me entregó la tira de papel brillante.

Había muchas cosas en esa tira que no entendía, pero Hope me señaló con su dedo una de las fotos donde parecían más evidentes las dos bolsitas.

—Ahí— dijo alegre y se sentó sobre sus talones frente a mi.

Es maravilloso.
Puedo imaginarmelos y sólo he visto a dos frijolitos, simplemente es magnífico.

Me cubrí los ojos con una mano y la que sostenía la ecografía cayó sin fuerza mientras que se me salían un par de lágrimas.

De fondo escuché las risas de los amigos seguidos de sus aplausos.

—Le pegaste al gordo, papá— dijo Tanner. —Premio doble.

Todos estaban felices, pero yo no cabía en mi mismo.

—Tenemos que celebrar, ahora mismo— dije levantándome y luego ayudando a Hope.

—Les haré la lista de indicaciones para los medicamentos y podrán irse. Nos vemos el mes que viene si no se atraviesa nada— dijo el doctor. —Muchas felicidades.

Asintió hacía nosotros y luego estrechó la mano de Marcus, quien le agradeció por haber aceptado a vernos.

Todo lo que resto del día, estuvimos en casa con los muchachos hablando sobre el embarazo de mi chica y lo feliz que iban a hacernos los dos pequeños.

Mientras todos tenía su silla propia en la mesa del comedor, yo había insistido en que ella se sentara en mi regazo mientras devoraba sus uvas y yo acariciaba su abdomen.

—Es fantástico, esta como si se hubiera aguantado un par de gases y se hubiera hinchado— dije para todos.

—Qué romántico— habló Hope con la boca llena de uvas.

—Hablando de gases— intervino Bob. —Cuando mi esposa quedó embarazada de nuestro primer bebé comenzó a tirarse unos gases que se olían hasta el otro barrio...

—Oh, ¿como estos?— dijo Tanner y soltó una estridente flatulencia que hizo a todos quejarse, mucho más a Marcus junto a él.

—¡Qué poco respeto!

—Ay, fumatelo, niño bonito— y comenzó a hacer gestos de lanzar hacia él el aire.

Llamé la atención de Hope dándole un par de besos en la mejilla.

—Estuve pensándolo y creo que me sentiría más tranquilo si trabajara unas horas en la noche mientras duermes y estuviera contigo en el día— le dije solo para que nosotros lo escuchamos.

—Pero no es necesario aún, tengo muy poco tiempo...

—No quiero perderme un minuto de la evolución de estos bebés, bombón. Es todo— levanté ambas cejas rogándole y ella sonrió.

—De acuerdo, pero que Hurley se quede contigo, mejor que estén los dos y no estés solo tan tarde.

—¿Y tú?— pregunté.

Se quedó pensandolo mucho rato y creo que llegó a la misma idea que yo: esto no sería tan complicado si tuviera amigas mujeres.

—Podria regresar a mi casa...

—O pedirle a tu hermana que se quede en mi casa— sugerí.

—No lo creo, odiaría dejar a mi cuñado— suspiró. —Puedo quedarme sola un par de horas está noche, mañana hablaremos con los muchachos para ver qué se les ocurre, ¿si?

Asentí con la cabeza, a lo que siguió un lento beso en los labios.

Casi para terminar de cenar, Hope se puso de pie y llamó la atención de todos en la mesa.
Como siempre, luego de mucho bullicio, por fin logró hacer que todos guardaramos silencio.

—Primero, gracias por las papas fritas con queso, Tanner, estaban deliciosas— hizo el gesto de tocarse el corazón. —Segundo, chicos, no olviden que mañana tendremos la visita con los huérfanos, ¿ya pensaron qué haremos con ellos?

Tanner levantó la mano.

—Pensé que les gustaría que les mostrara como hacer margaritas.

Eso sin duda seria divertido. Pero Hope puso cada "nunca en la vida".

—Estas loco, ¿alguien más?— extendió los brazos esperando pero nadie dijo nada, así que sacó el celular de su pantalón. —Ya sabía que no, entonces hice mi propio plan.









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