Capítulo 21

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Como siempre luego de la motivación de nuestra presidenta, terminamos haciendo lo que ella quería.
Una hora después, Tanner tomaba del brazo a Bob y alardeaba sobre ser el más galán y elegante de todos mientras Joe y yo nos encorbamos y los tomamos por detrás sorpresivamente para bajarles los pantalones.

Nos estábamos partiendo de la risa, y cuando todo se calmó de nuevo, Tanner se aclaró la garganta y suspiró.

-Muy bien, creo que es momento de animarla a ella a hacer algo- me dio en el costado con el codo y señaló con la barbilla a Hope.

Tenía razón. Había algo que no podía ni quería posponer más.

-Bombón, es tu turno- le dije y ella me miró extrañada.

-¿De qué...?- levanté una ceja. -Oye, no. Les dije que estoy bien.

-No es que estés mal, amor, es que tenemos que cuidarlo a él...

-O a ella- Marcus me interrumpió.

-Y ver que estés sana- Tanner señaló. -Esperanza Julian, si fuimos por ti los consortes de la familia real de Mónaco, tu puedes ir a ver al obstetra.

Se cruzó de brazos y bajó de mala gana de sus tacones quedándose sin zapatos en la duela del piso.

-Muy bien, pero con una condición- fue por sus deportivas. -Quiero que todos me acompañen.

En la sala eramos demasiados, pero no había de otra. Todos queríamos ir con ella, sobre todo yo.

Llamamos a un doctor amigo de Marcus que se especializaba en embarazos y logramos hacer que nos diera una cita sin premura.
Para la gente afuera del consultorio y la enfermera de la recepción fue muy extraño ver a muchos hombres llegando en motos todos juntos detrás de una Jeep roja. Seguro pensaron que era un atraco, pero luego bajó mi chica con los brazos cruzados y el rostro sin expresión mientras todos nosotros la seguíamos haciendo demasiadas preguntas.

-¿Crees que podamos verlo?

-No creo que dejen entrar a nadie más que al padre...

-Ese bebé es la mejor noticia que tuve desde que me dijeron que la licoreria cerca de la casa de mi suegra vendía mi vodka favorito, tenemos que entrar a verlo.

-¿Y si esperamos afuera y luego nos muestran esas fotos en las que no se ve una mierda pero señalan la cosa?

-Yo creo que...

-¡Ya basta!- Hope levantó los brazos enervada. -Se van a calmar y van a esperar en la sala mientras salgo, ¿de acuerdo?

De inmediato fruncí el entrecejo y ella lo notó.

-Tu puedes entrar conmigo, cariño- me dijo. -Me gustaría que estén juntos y no se muevan de aquí hasta que salga...

-Nadie quiere hacer otra cosa, bombón- la abracé y besé su cabello. -Vamos, no pasa nada. Quiero ver a mi frijol.

Con eso la hice reír y luego de ese maravilloso sonido entramos al edificio. La enfermera nos miró extrañada pero nos dirigió al consultorio del doctor Hugh, el amigo de Marcus. Seguro era muy extraño y muy caro que te atendieran en este hospital, por eso hacia caras extrañas la chica.
No me gusta aceptar que le debo algo al enfermero pero es la verdad.

-Y bien,- comenzó a hablar el doctor cuando nos sentamos un momento después de las presentaciones. -¿cuánto tiempo tienes?

Hope colocó sus dedos temblorosos entrelazados sobre su abdomen y movió nerviosa los pies en el suelo.

-No..., no estoy segura.

Tomé su mano y me la llevé a los labios para besarla y darle seguridad. Ella me lo agradeció con una sonrisa.

-En el otro hospital nos dijeron que tenía posiblemente cuatro semanas- dije sin dejar de ver a mi novia.

El doctor asintió y se quedó callado un momento. Luego sonrió y se puso de pié, creo que notaba lo nerviosa que estaba Hope.

-Primero quiero medirla y pesarla, Hope, ¿podría seguirme, por favor?

A duras penas se levantó de la silla y fue con él hacia la báscula.
El doctor movió cosas, apuntó otras, le pidió que se bajara y volviera a subir, y luego la midió como había dicho.
La miniatura de mujer no pasó más del metro cincuenta y cinco.

-¿Te hicieron una ecografía en el hospital?- ella negó. -¿Quieren que hagamos una ahora?

Apreté los puños y luego los abrí para repetir el proceso varias veces.
Me gustaba más estar aquí cuando Hope era la única nerviosa.

-¿Podemos verlo?- pregunté sonriendo. -¿Nos dará las fotos en una cinta de papel brillante como en las películas?

Hugh soltó una risa.

-Si, Kas, se las daré. Incluso puede que salgan de aquí sabiendo el sexo.

Eso era demasiado para mi corazón sensible de padre primerizo.
Mis manos sudaron y comencé a moverme mucho.
Cuando Hope se acostó en la camilla me acerqué rápidamente para ponerme a su lado con amplia cobertura de la pantalla del aparato de ecografías.

El doctor sacó el gel conductor y se lo puso en el abdomen a Hope.

-¿Cada cuánto podemos hacer una de estas para saber si todo va bien?- pregunté mordiéndome las uñas.

-En las consultas podemos hacer una revisión parcial, no es lo mismo a una ecografía donde se estudian todos los aspectos, esas las haremos cada trimestre o si lo creo oportuno- asentí y seguí viendo la pantalla que por el momento estaba negra.

Hugh comenzó a pasar una cosa rara con un cable por encima del gel conductor y se aventuro a encontrar a mi frijol.

-Necesitarás dedos para criar un bebé, amor- escuché que me dijo Hope y dejé de morderme las uñas. -Ven aquí, dame la mano. No me digas que ahora te puse nervioso también...

-Estoy emocionado, bombón- me senté en la silla junto a ella y apreté su mano con las dos mías.

-Ahí está- el doctor sonrió y señaló la pantalla, luego dio algunas vueltas y pareció confundido. Yo aun no encontraba a mi frijol. -Bueno, creo que no podremos usar el medoto Ramzy para saber el sexo.

-¿Por qué no?- me ganó a preguntar Hope. -¿Pasa algo malo?

-Están en perfectas condiciones- su sonrisa maliciosa se amplió. -Pero no es lo que esperaba. No puedo saber qué sexo es basandome en el lado de la placenta sencillamente porque son dos fetos.

Abrí mucho los ojos. Y seguí el dedo torcido de Hugh.

-¿Qué carajo acaba de decir?- pregunté congelado en mi lugar e incapaz de darme cuenta de las palabras que usaba.

-Aquí puede verlos a los dos- yo solo vi dos círculos deformes negros con unos puntos blancos dentro. -Escuchen eso, son sus corazones.

La maquina comenzó a emitir un sonido maravilloso, aun más que la risa de Hope y que me llenó de emoción más rápido que el motor de una moto: dos ritmos diferentes pero similares, los latidos de mis hijos.

El fondo se comenzó a ver borroso.
Me caigo, ¡me caigo! ¡Alguien sostengame!

-Kas... ¡Kas!

Y las luces se apagaron para mi.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora