Capítulo 60

1.2K 92 5
                                    

No podía soportar la risa. Me dolía el estómago y estaba muy segura de que algo dentro iba a explotar si no me controlaba rápidamente.

Bob acababa de retar a Kas y Hurley a beberse un agarro de cerveza más rápido que Tanner y por supuesto habían perdido.
A Hurley le salió líquido por la nariz cuando trato de contener la risa que le había causado Kas a punto de vomitar la hamburguesa doble que se había comido.

La risa me salía a borbotones y no podía parar.

—¡Paren, por favor!— pedí intentando respirar. —Van a hacer que me haga pipí.

—Eso sin duda es algo que quiero ver— se burló Hurley mientras se secaba la cara con la chaqueta.

—Yo te voy a dar algo que ver— Kas lo tomó por el cuello para doblarlo y comenzar a golpearlo jugando.

Tropezaron cuando Tanner los empujó a los dos y rodaron por el estacionamiento del River's.

Di unos cuantos saltos más aparentando las piernas y carcajeandome. Tenía que ir al baño urgentemente.

—Son realmente incorregibles— les dije y entré al bar lo más rápido que pude.

Me disponía a subir corriendo al baño detrás de la cocina, pero cuando estaba por levantar la puerta de la barra, Fred me llamó desde las escaleras.

Bajó saltando los escalones de dos en dos y escuché sus botas desde antes que su voz.

—Hopy.

—Oh, vamos, Fred, estoy haciéndome encima por culpa de tus hijos. Dame solo un...— no me dejó terminar, llegó frente a mí y me dio un fuerte abrazo.

Me reí y le di palmadas en la espalda.

—Oye, a veces te pones muy melancólico, amigo— bromeé. —¿Qué ocurre ahora?

Me mantuvo abrazada a él.
Me sentía pequeña a su lado, también como si su acto de afecto me fuera a romper.

—Jovencita educada, déjame abrazarte.

Hubo algo es su voz que me puso incómoda.
De pronto tenía la sensación de que si me movía demasiado, Fred iba a desaparecer.
Por supuesto, él no podía estar aquí, él estaba...

Mi expresión fue otra automáticamente.

Lo tomé de los hombros para sentir si de verdad estaba ahí.
Podía sentir su cuerpo y como me estaba abrazando.

Lo empujé un poco para verlo a la cara.
Sus arrugas de señor estaban ahí escondidas detrás de los rasgos tan característicos de él y su hijo. Su mirada paternal y las canas que apenas se asomaban en su cabello negro.

—Fred— dije sorprendida y lo atraje de nuevo para aferrarme a él. —¿Cómo diablos...?

—Yo también tenía ganas de abrazarte— me frotó la espalda con cariño.

—Tengo tantas cosas que contarte, ¿quieres que llame a Kas? ¡Debes verlo, subió de peso desde que come lo que cocino!

Me separé de él. Mi amigo estaba riendo.

—Y Bob terminó de leer Romeo y Julieta. Tanner ya no bebe entre semana y Joe...— me cubrí la boca emocionada y di un salto. —¡Fred, vas a ser abuelo!

Me llevé una mano a la barriga y me llevé una gran sorpresa.
Estaba plano... Oh, no.

—Tranquila, sé que lo estás— dijo. —Senparecen a ambos, créeme. Fue un detalle hermoso que le hayas puesto a una el nombre de mi esposa. Le encantó.

Su esposa.

—¿Estás con ella?— pregunté con la voz quebradiza.

Asintió sonriendo.

—Es lo que pasa cuando dos personas se aman mucho, Hopy— me alborotó el cabello.

—Y a nuestras hijas...— se comenzó a reír. —¿Qué es tan gracioso?

No me contestó, solo me tomó del hombro para acercarme y una vez más abrazarme.

—De nada, Hopy— suspiro. —Por favor no le pongan mi nombre, es horrible como para que lo usé el niño inocente.

Me quedé helada.
¿Entonces los malditos doctores me habían mentido? ¿Iba a tener un niño y una niña?

—A tu hijo le va a encantar la noticia— dije sonriendo. —Fred, quisiera que  regresaras.

Cometí el error de verlo a los ojos.
Si esto era un sueño o mi fantasía, si mi mente había recreado la imagen que tenía de Fred, le agradecía inmensamente a mi memoria fotográfica.

Esos era sus ojos, no había duda. Era la misma mirada con la que me recibió aquella vez que llegue a su bar persiguiendo a Kas y Hurley. Era la misma mirada que me había dedicado cuando antes de morir en la playa le agradecí por haberme dado una familia fuera de mi círculo genético.

Me di cuenta de cuanto lo extrañaba. No me imaginaba volver a la realidad sin él.

—Fred, te necesito— se me habían salido las lágrimas. —Tus chicos te necesitan también.

Negó tomando mi cara con ambas manos y ayudando con sus pulgares a limpiar las lágrimas.

Nononono, no quiero escuchar eso. No quiero que te pongas a llorar, jovencita educada— su sonrisa se hizo más grande. —Haz hecho un maravilloso trabajo con mis muchachos. Ellos no me necesitan porque te tienen a tí, y tú no me necesitas porque nunca te he dejado.

Eso era todo. Me lancé a llorar como una bebé.
Sentí que se estaba alejando, ya no era sólido entre mis manos, ni el tejido de su ropa ni su cuerpo.

—Un rato más, por favor.

—Si no despiertas ya le va a dar un infarto a mi muchacho— bromeó. —Ya te quedaste mucho, tienes trabajo por delante.

No quería despegar los ojos de él. Se estaba despidiendo de nuevo.
Aún así no podía hacer nada para detenerlo. Tenía que confiar en que él me dijera que nunca se iría.

Tomé todo el aire que pude y junte fuerzas para decirle algo.

—Entonces "Charles", ¿no?.

Asintió contento.

—Por supuesto, pobre del niño si se llama como su abuelo.

Me abracé a su torso de nuevo y está ocasión lo apreté tanto que poco a poco sentí como se hacía pequeño. Su cuerpo se volvía aire y luz.
No quería que se fuera.

—Ya despierta Hope.

—No quiero aún.

—Bombón, despierta...

Ya no era Fred quien me hablaba, sino Kas.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora