Capítulo 47

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Candice salió como todas la mañanas y yo pensé en que ayudar con el desayuno mientras Alice nos veía sería divertido y lo más apropiado. Quería que estuviera bien segura de que ahora estaba en una familia completa, amorosa, numerosa y unida.

Alice permaneció en el sofá viendo más álbumes de fotos mientras nosotros nos encontrábamos en la cocina.

—Quisiera hacerle una bienvenida con todos los chicos del club, algunos amigos y mi familia, pero estoy segura de que eso no le gustaría— murmuró Hope.

—Quizá si. A los chicos del club los conoce bien...

—Pero no quiero que se sienta incómoda y quiera irse— se mordió las uñas.

Me acerqué a su lado y la besé.

—Bombón, esa niñas te adora.

—Y a tí.

—Yo definitivamente te adoraría más si me dijeras que vamos a hacer para desayunar— bromeé.

Me dio un golpe en el hombro jugando y se alejó hacia la nevera. Yo aproveché para recargarme sobre la barra que veía hacia el sofá y llamar a Alice.

—Bomboncito, bombón pregunta si te gustaría una reunión familiar— pregunté en voz alta.

Alice me miró un momento con su cara de siempre, esa tan tierna y que a la vez te hacía pensar que escuchar tu voz la irritaba.
Se levantó del sofá y trajo hasta mi el álbum. Trepó por el banco hasta sentarse y puso el gran libro sobre la barra.

Los abrió justo donde estaba una foto grupal de los River's al rededor de Hope y donde todos vestimos la chaqueta oficial del club.
Señaló esa foto y me miró.

—Si, con todos ellos— sonreí. —Y con el oficial Julian, el enfermero, el papá de bombón, Sky y Dean, sus hermanos y Candice, la señora que conociste ayer.

Negó rápidamente. Seguro porque era demasiada gente.

—Son todas personas que te quieren, y no tienes que hablar mucho con nadie— me acerqué más y está parte la susurré. —Puedo mostrarte mis trucos para evadir a la familia de Hope.

Está vez me sonrió.

—Esa es mi bomboncito— puse la mano enfrente para que la chocara y ella lo hizo como una cosa normal. —¿Cuál es tu color favorito?

Me fijé en su ropa, algo vieja y pequeña para su cuerpo. Me gustaría llevarla yo mismo a comprar su ropa, pero tenía que ir al taller y de cualquier forma, para Hope sería emocionante hacerlo.
Saber qué color le gustaba me ayudaría para comprarle algunas cosas más tarde yo mismo.

—¿El azúl?— pregunté porque sus zapatos raspados eran azules. Ella negó, procedí a preguntarle por su vestido morado, también negó, entonces el suéter. —¿El verde?

Sonrió confirmando que está vez había acertado.

—Es un lindo color, le queda a tus ojitos— con la mano le hice cosquillas en la mejilla y ella rió.

Ayudé a Hope a hacer el desayuno. Alice estaba bañando sus hot cakes en miel de maple cuando observó a bombón cortar cuidadosamente en trozos pequeños en los panes y luego a mí, que arrancaba trozos con los dedos o simplemente los doblaba para que me entraran en la boca.

No me di cuenta de que nos observaba hasta que Hope llamó mi atención para que la mirara.
Alice decidió al final que se veía mejor lo que hacía ella que lo que hacía yo, y tomó los cubierto frente a ella para tratar de imitarla.

—¿Te ayudo?— le preguntó.

—No. Gracias— dijo concentrada en cortar su comida

Cortó el primero trozo y se lo metió a la boca. Nos miró contenta con su mayor expresión de triunfo.

—¡Fantástico! Tenemos otra mujer culta en la mesa.

A medio día Alice subió a la Jeep con Hope y yo a la Yamaha.
Los planes era que ellas irían a comprar algo de ropa para la niña y luego a trabajar en el bar.
Y quiero recalcar que cualquier otra circunstancia que involucrara llevar a una a un bar estaba mal en muchos sentidos, menos esta. El River's era un lugar especial en el que Alice iba a crecer y que tenía que conocer.

Mientras tanto yo iría a ayudar en el taller con Hurley y me encontraría con ellas en el bar más tarde.

Mientras conducía al taller, el ruido de la moto me sacaba de mis casillas.
¡Nunca había tenido ese tipo de fallas!
Mi motor era una calmada bestia en reposo a menos que yo quisiera hacerlo sonar, ahora en cambio parecía que el poco uso que le daba últimamente o el tiempo quizá había hecho que se comenzara a escuchar un incesante ruido que me estresaba sobremanera.

Unos kilómetros lejos de casa supe porqué había sido aquél ruido.
Había una cuesta arriba justo antes de salir a la calle que llevaba al taller.
Al subir la cuesta, mi bebé comenzó a sonar aún más intensamente, algo terminó por explotar y de pronto los frenos no me respondieron.

—¡Mierda!

Maldije muchas veces al momento de llegar arriba a toda velocidad y darme cuenta de que no iba a poder frenar al momento de bajar.
Tanto tiempo sin accidentes y ahora esto, con un demonio.

Tratar de frenar sería muy estúpido, lo único que me quedaba era avanzar tratando de no chocar con nadie hasta que se le acabara la velocidad a la moto lo suficiente como para bajarme y pararla.

Las bocinas de los autos y las maldiciones se hicieron presentes cuando en la bajada me adelanté a todos con la velocidad de un rayo.
No me asustaba la velocidad, pero si chocar contra los autos o peor, contra una persona.
¿En qué jodido momento se pudieron joder los jodidos frenos si no conduje la jodida moto en todo este jodido tiempo?

Pasé por enfrente del taller y Hurley estaba enfrente esperando a alguien, me miró confundido cuando pasé de largo, la moto ya no iba tan rápido pero aún así seguía sin poder parar.

Se me acababa el espacio y no iba a poder seguir más adelante, la calle terminaba en un muro, estaba cerrado.
Si no paraba me iba a estrellar.

—¡Carajo!

No me quedó de otra más que doblar hacia un lado y dejar que la moto derrapar mientras yo me quedaba tirado en el piso.
La Yamaha se barrió desde donde estaba yo, a lo largo de toda la calle hasta chocar con el muro.

Vi a mi bebé romper varias de sus partes y raspar su bella pintura mientras yo rodaba por el piso. Dejé de girar cuando la moto impactó en el muro.

Ni siquiera intenté levantar la cabeza para ver la moto.
Era el miedo de verla destrozada y también el dolor de mis costillas junto con el aire que tenía que recuperar.

Hoy no fue un buen regreso al trabajo, ¿verdad?

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora