Hope era un desastre.
No sabía cómo calmarla, pero en realidad no podía pensar ahora en calmarla. Mi mente estaba en otro asunto: cómo mantenerla a salvo.Mantenerla segura a ella y Alice era la prioridad, pero ella me odiaría si dejaba que algo le pasara a su madre.
Quise gritarle que le había dicho que Candice no era una buena persona y que no nos traería nada bueno pero soy incapaz. Por eso en este momento lo más que puedo hacer es pensar, pensar y pensar con la cabeza sobre las manos y rodeado de papeles del banco donde intentaba encontrar unos miles de dólares que me sobraran mágicamente mientras que Hope da vueltas a toda la sala y Alice colorea en la barra de la cocina.
—Ella tenía dinero, si no no hubiera podido moverse en la ciudad. Seguro les mintió a los tipos que la tienen— dije enojado.
—¿Y si lo tiene?
—Entonces solo esperemos a que se sienta abandonada para que suelte todo y les pague.
—Tenemos que decirle a mi papá, que la busquen sus hombres...
—No tienes idea de cómo funcionan los secuestros, ¿no?— dije lo más calmado y amable que pude. —En cuánto escuchen una sirena no volverás a verla.
—Mierda— maldijo.
Estaba desesperada. No entendía como podía ella querer... No, claro que la entendía.
Ella era incapaz de sentir indiferencia hacia cualquier persona, por eso aunque le pasará por encima su madre iba a seguir siendo importante.Levanté la cabeza y la miré.
—Ella no es nuestro problema, Hope.
Frenó su caminata sin fin y se puso frente al sofá con su mirada llena de escrutinio.
—No puedes hablar en serio— habló herida. —Es mi mamá...
Me levanté y puse mis manos en sus hombros.
—Alice es mi hija. Las dos bebés que crecen dentro de tí también lo son. Tú eres mi vida. El vínculo que tengo con ustedes no tiene para nada comparación con el tuyo y esa mujer.
—No puedo dejarla así nada más con esos tipos, Kas.
—No pongas de excusa para lo que hizo que es tu madre.
—No trato de excusarla, no digo que lo que hizo está bien y te juro que si pudiera volver en el tiempo no la habría aceptado en nuestra casa, pero ya está hecho— me miró con los ojos cristalizados. —No podría cargar con esa culpa.
Maldita sea mi debilidad por esta mujer y su corazón de peluche.
—¿Cuánto dinero es?— preguntó.
No quería saberlo, por supuesto.
Cuando estaba por decirle que era mejor que se calmara, la puerta de la entrada se abrió haciendo saltar a Alice en su lugar.
No era nadie peligroso, en realidad Alice era más peligroso que él. Era Bob.—Hola— sonrió incómodo por nuestras expresiones.
—Bob...
—¡Bob!— mi niña corrió a abrazarlo emocionada.
—Hola, nena— la despeinó y luego nos miró a nosotros de nuevo. —Espero no molestarlos, mi mujer pensó que sería bueno que les trajera algo de comida casera ahora que Hope tiene que descansar...
Debajo de uno de sus brazos tenía a Alice y del otro un montón de contenedores de plástico rosa, seguramente de su esposa.
Hope comenzó a sorber por la nariz y las lágrimas le brotaron sin parar. Intentó actuar normal.
—Que lindo de su parte— dijo entre llanto y sonrisas forzadas. —Gracias, huele muy bien.
Tomó los contenedores de Bob y se fue a refugiar en la cocina.
—Bombón— la llamé cansado.
—¡Dame un segundo y volveré al juego, ¿si?! ¡Solo un segundo!
Bob me miró confundido y luego la mesa con papeles del banco. Entendió que se trataba de dinero pero no la gravedad de todo.
Le dio unas palmadas en la espalda a Alice.
—Bomboncito, ¿qué te parece si me sirves en esos platos pequeños de plástico y jugamos al restaurante?— a la niña se le iluminó el rostro y corrió a la cocina con Hope dejándonos solos. —¿Qué está pasando?
Le conté todo. Desde los problemas que había causado Candice en el pasado con el padre de Hope hasta lo que ya conocía de ella y lo que había pasado al rededor de la tarde.
Su expresión se fue llenando de sombras igual que el mío.
Él también estaba lleno de coraje contra ese mujer pero al mismo tiempo preocupado por las chicas.—Si se atreven a tocarlas, Kas...— negó con la cabeza lentamente apretando entre sus manos el último deposito que hice en mi cuenta bancaria.
—No voy a permitirlo. Me moriría antes, sé que todos ustedes también.
—¿Y cuál es el plan?
Me pasé la mano por todo el rostro.
Al final de esta semana iba a terminar muerto o en los huesos.—Esperar a que la hagan hablar— dije sin culpa. —Que diga dónde tiene su dinero.
Su maleta y las únicas pertenencias que tenía en la casa estaban descansado junto a la escalera.
—¿A tu mujer le parece bien ese plan?— preguntó.
—Ya la conoces, claro que no.
Me levanté para tomar la asquerosa maleta roja y abrirla.
Algunas prendas viejas, unas chaquetas, camisetas, ropa interior, cepillo de dientes. No había nada de dinero en ninguna parte.
Dejé todo en el suelo y lancé lejos la maleta.
—Aquí tienes mucho dinero, Kasaquir— sugirió mirando de nuevo los papeles en la mesa.
Volví a dar pasos desesperados para regresar y sentarme. Señalé con ira las hojas.
—Esto no es dinero, Bob. ¡Es todo lo que he trabajado para Hope, para darle una buena vida, una casa en condiciones de su presencia, una habitación para las niñas, la boda de sus sueños... No quiero renunciar a ni una mínima parte de eso que me costó tanto trabajo conseguir solo porque esa mujer no puede dejar de vivir de sus hijos y ex esposo, ¿estoy mal?
—No.
Hope estaba a un lado de la puerta de la cocina con el rostro totalmente sereno. Ya no había rastros de que hubiera estado llorando.
—No tienes que hacerlo, es mi madre. Yo pagaré lo que debe y luego le pediré que se vaya.
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¿Soy bueno ahora?
Teen FictionUn niño rebelde que perdió a su madre en una moto, un adolescente descarriados que una hermosa chica metió en cintura, un joven asustado que perdió también a su padre y por pensar que era mejor estar solo, casi pierde al amor de su vida. Fui todos y...