Capítulo 50

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—¿Segura que quieres llegar a casa?— pregunté mientras conducía.

—No.

La miré un segundo y miré de nuevo la carretera.
Estaba rascándose los brazos como si le picara la piel, lo cuál podía ser verdad, pero no por nada más que por el estrés.

—Bombón, estaría tranquilo si me dejaras llevarte con el obstetra, no pierdes nada con un chequeo— dije poniendo una mano sobre su vientre.

—Ire mañana, no hay de qué preocuparse.

—¿Quieres que llame al enfermero?

—No.

—¿A tu padre?

No dijo nada y eso después de un rato se interpretaba como una positiva.
Entonces tomé el camino hacia la casa Julian.

A pesar del mal comienzo del día, para cuando llegó la tarde, Hope se encontraba en su antigua habitación de su antigua casa mostrándole a Alice cómo era su cuarto.
El padre de ella lo tomó fantástico y para darles espacio nos fuimos a esperarlas en la sala de estar.

—Es una belleza, tiene la actitud ambos como si de verdad fuera su hija— me dijo abriéndome una cerveza. —Seguro que se llevan fantástico.

—Definitivamente.

Me quedé un momento pensando en que cada vez que venía, mi suegro intentaba emborracharme, lo cual nunca lograría dado a mi alta tolerancia al alcohol.
De cualquier manera lo disfrutaba, después de tanto tiempo peleando con su padre, esto era la gloria.

—¿Ya te revisaron eso?— preguntó señalando los puntos en mi camiseta en los cuales se alcanzó a traspasar la sangre.

—No es nada. Pero mi hermano cree que alguien saboteó la motocicleta.

Frunció el entrecejo.

—¿Cómo? ¿Un intento de matarte?

—Y además alguien entró al bar a destruirlo cuando Hope y Alice estaban solas en él, puede que sean las misma personas.

—Dios mío— se puso una mano en la frente y dejó caer su peso sobre el sofá. —Por eso está aquí.

La conocía bien.
Hope se quería sentir segura y eso solo lo obtenía teniendo a las personas que le importaban juntas.

—Quizá alguien del trabajo..., hay un delincuente que acabo de encerrar que...

—Lo dice como si ya hubiera pasado— lo interrumpí.

—Mis hijos siempre estuvieron en peligro desde que me reconocieron como uno de los policías más respetables de la ciudad, solo que hay temporadas en las que me dedicó a peces más gordos.

Escuchamos pasos en las escaleras y Alice apareció carcajeandose mientras jugaba con Hope.
Se acababa de poner uno de los modelos que le habían comprado hoy.

Inmediatamente dejamos de hablar de cosas peligrosas el oficial Julian y yo.
Alice vestía un hermoso pantalón verde con una botas de flores y un abrigo color café. Hope también le había comprado una diadema verde y le había cepillado sus bonitos rizos obscuros.

Wow, pero miren ese Bomboncito, ¿es la misma niña que yo adopté?— fingí desentender. Alice se acercó a mí y la tomé de la mano para hacerla girar. —Me encanta, te vez preciosa.

—Yo elegí el color— dijo mirando su pantalón.

—Un hermoso color— el señor Julian indicó. —Pareces una princesa.

Alice nos sonrió a ambos contenta y luego sentó sobre mis piernas para que la escondiera en mi torso. Los cumplidos también la apenaban.

—Con cuidado, cielo, está herido...

—No importa— me apresure a decir y abracé a la niña. —Solo son raspones.

Hope asintió y se unió a nosotros en el sofá. Se colocó a mi lado, de manera que en el sofá de enfrente quedaba su padre solamente.

Estuvimos un momento en silencio, simplemente sonriendole a Alice.
Contemplando su ternura y la alegría que despedía una vez que se sentía cómoda en su entorno.

De pronto el oficial Julian habló.

—¿Quisieran quedarse aquí está noche?

Hope y yo nos miramos. Nos había tomado por sorpresa totalmente.

—¿Los tres?— preguntó mi novia.

—Claro que sí, son una familia— aclaró mientras veía enternecido a la niña en mis brazos. —Tu viejo y preocupado padre estaría más tranquilo si se quedaran, Hopy.

Ella arrugó la frente y me miró.

—¿Le dijiste?

—Mientras más personas sepamos que tenemos que cuidarte, mejor— asentí.

—Seguro es otro de los delincuentes que persigues, papá. Cuando lo atrapen estaremos bien...

—Lo sé, pero por ahora me gustaría que se quedaran— dijo con una mano tratando de calmar la situación. —Por lo menos hasta que haga algunas llamadas y pregunte si hay algún sospechoso que pueda querer algo con ustedes.

Hope no quería que el problema se hiciera más grande, pero sabía que también estaba preocupada.
Suspiró y me miró insegura.

—¿Quieres quedarte?

Le tomé la mano y la llevé hasta mis labios para besarla.

—Ve a relajarte, yo cuidaré a Alice.

Cuando Hope fue a cambiarse la ropa sucia por el desastre del bar y a tomar un baño relajante, decidí que era un buen momento para jugar en el jardín con nuestra hija.
El señor Julian se encariñó con ella al igual que todos nosotros en el corto tiempo que le llevaba sonreirte.

Cuando me robé a Hope de su casa una noche para que su padre no la descubriera, nunca pensé que llegaría a sentarme en el pórtico de la casa mientras veía como ese mismo hombre que me quería meter a la cárcel, enseñaba a mi hija a dar vueltas de carro.

Alice reía a carcajadas, Dereck intentaba disimular que la edad ya no le permitía ser tan acrobático como en sus mejores épocas en la academia.

—Lo haces increíble, tienes talento— dijo él.

—Seré policía.

—¡Espero por mis hijos que no! No quisiera que te pusieran en peligro nunca, pequeña.

Me puse más atento a la conversación y dejé los sandwiches que había preparado de lado. Alice había comenzado a hablar más y eso me llenaba de emoción.

—¿Peleas con personas en tu trabajo?

—Generalmente si— aceptó. —Hubo una época en la que hubiera dado mi placa por golpear a tu padre.

El pan se me atoró en la garganta de la sorpresa, pero Alice cayó al suelo doblada por las carcajadas incontenibles.

—Y como no pudo, entrenó a su hija para hacerlo, ¿verdad?— dije irritado cuando logré hablar de nuevo. —Eso explica muchas cosas.








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