Capítulo 3

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Me despertó la sensación de que me faltaba algo entre los brazos.
Cuando abrí los ojos me di cuenta de que Hope había salido de la cama y que su lado estaba frío, lo cual me decía que llevaba rato sola en la casa.

Nunca se lo dije porque parecería un total posesivo, pero odiaba que se fuera y me dejara en la cama solo por las mañanas. Por la simple razón de que me quitaba una de las tres posibilidades que tenía a la semana de verla despertándose y de amanecer con ella aún babeando en mi brazo.
Creo que por esa última razón siempre se levantaba antes, para que no viera su momento menos glamoroso del día.

Me senté al borde de la cama para esparcir el sueño cuando escuché sonidos extraños en el baño.
Me preocupe pues parecía que estaba mal.

—¿Bombón?— me levanté y caminé rápidamente hasta el pasillo donde estaba la puerta del baño.

—Estoy bien, vuelve a la cama— me dijo con una mano en el aire pero la otra en el borde de la taza del baño.

Estaba en cuclillas y con el cabello agarrado. Me acerqué se le examiné el rostro.

—Si crees que me da asco tu vómito estás muy equivocada— me agaché con ella. —Bombón, estás verde, ¿qué pasó?

—No es nada, preparé una malteada para desayunar pero creo que tu leche estaba caducada.

Sonaba débil y luego de esa frase se giró rápidamente a la taza de nuevo a seguir sacando todo.
Le aparte el cabello y froté su espalda para que no se preocupara por nada más que sentirme mejor.

—Esto es asqueroso, no me mires.

—No me voy a ir, si quieres cierro los ojos.

—Tarado— y siguió y siguió.

—Oye, tu fuiste la que me hizo jurar que no le escaparía a los problemas si me perdonabas, bombón.

Cuando terminó y estuvo segura de que todo lo que iba a salir estuviera afuera, se levantó y fue a lavarse los dientes, yo me senté sobre la taza del baño.

—Lo siento, no hemos hecho las compras desde que viniste la semana pasada— le dije.

—Esta casas se caería a pedazos si no viniera una semana, ¿no es así?— cepilló con mucha enjundia su lengua.

—Mas o menos esa es la verdad.

Mentía, era toda la verdad. Hurley y yo éramos un desastre desde que mi padre había muerto, por lo menos el nos obligaba a ser ordenados y mantenía la nevera llena. Ahora solo era Hope.

—Vamos podía Jeep y hacemos las compras— le dije.

—La verdad ya no tengo hambre— paró de cepillarse los dientes y se quedó un momento en silencio viendo a la nada.

—¿Qué qué pasa?— pregunté.

—Aquí viene de nuevo, ¡apartate!

Y siguió vomitando

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—Lamento el desastre del baño— dijo Hope mientras yo le preparaba una extraña receta de suero que ví en Internet.

—No te preocupes, bombón— tomé el vaso y me acerqué a ella en el sofá. —Te veías hermosa...

—¿Vomitando?— levantó una ceja.

Bueno, fue un desastre totalmente. En un momento realmente pensé el salir corriendo, pero aun así tengo que decir:

—Siempre te ves hermosa— sonreí y le entregue el vaso. —No me mires así, te juro que es comestible, lo vi en Google y es para que no te deshidrates luego de haber vomitado la comida y los líquidos que consumiste desde hace una semana. 

—Parece agua con sal...

—Básicamente es lo que es— me reí.

Mientras la veía tomarse mi elixir de la vida alguien entró a la casa haciendo mucho escándalo.

—¡Nos dijeron que nuestra presi estaba enferma!

Y de pronto todos los chicos del club entraron en la casa como si se tratara del bar.

—Kas dijo que no podrías ir con nosotros al punto porque estabas enferma, así que pensamos en traer algo para comer y pasar la noche aquí— dijo Bob sentándose junto a los pies de mi novia en el sillón y pasandole un bote de suero comercial. —No bebas esa porquería, toma esto.

Me recargué en la pared y crucé los brazos para ver en silencio como me arrebataban la tarde con Hope.

—Les dije que era tu día, pero la extrañan si no va al punto— me dijo Tanner poniéndose a mi lado.

—¿Cómo es que pasamos de las fiestas noche tras noche a que nuestras salidas dependan de si Hope se siente bien o no?— pregunté, Tanner comenzó a carcajearse. 

—No tengo la menor idea— dijo. —Pero no le veo nada de malo, ¿o sí?.

—Lo único malo es que cuando quiero estar solo con mi novia y cuidarla, llegan a mi casa un grupo de hombres que me quitan toda su atención...

Alguien llamó a la puerta, lo cual era extraño porque quienes me visitaban generalmente entraban sin pedir permiso. Hurley también lo notó.

—¿Esperas una chica?— le pregunté.

—No lo creo. Quizá es mi día de suerte— se abrió paso entre los chicos y fue hacia la puerta, la abrió e hizo una cara de asco. —Que chica tan fea, por Dios.

—Hola, Humphree— el enfermero entró con su asquerosa sonrisa de revista. 

—¿Y ahora qué? ¿Hay reunión?— señalé al enfermero. —¿Quién invitó al pelele este?

Marcus me miró y sonrió.

—Buen día para ti también, Kasaquir— miró a Hope en el sofá. —Te traje unas medicinas que me dijeron en el hospital que te ayudarían con el mareo y algo de vegetales para hacer una sopa..., si tu novio me deja pasar a su cocina.

Todos los pared de ojos en la habitación se posaron en mí. 
No puede ser. Nada en este día había salido como yo lo había planeado.

¡Se supone que en el fin de semana nadie tiene a Hope mas que yo!

—Cielo...— comenzó a decir Hope.

—¡Bien! Que nos cocine Marcus como la familia feliz que somos.


¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora