El oído de Jen

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—Es imposible— le dije a Tanner por teléfono.

—No estoy bromeando, solo te estoy informando que todo quedó listo, muchacho. Tu boda está armada para el fin de semana, el club rentó trajes y todo. 

Me llevé los dedos al tabique de la nariz.
Era un regalo muy grande, muy costoso, muy significativo.

—Pensamos que con los gastos de tus hijos Hope y tú no deberían gastar ni un peso en otra cosa además de criar a esos tres River kids.

Me reí por el apodo que les habían puesto a mis hijos.

—Hope iba a querer invertir en el bar y tú en la boda. Nosotros solo arreglamos el bar y les organizamos la boda ahí, ¿no es una idea genial?

—Están completamente locos.

—No, Kasaquir, no agradezcas nada. No hay porqué.

Negué con la cabeza aún que supiera que no me vería.

—Muchas gracias, amigo.

Se escucharon varias risas y tonos de voz diferentes en el fondo de la llamada y supe que se trataba del resto del club escuchando la llamada.

Somos una familia, eso es lo que hacemos— dijo Bob a lo lejos.

—Tu solo encárgate de conseguir un traje y de que el enfermero le consiga una estilista a tu mujer. Nos vemos mañana en el River's.

Y colgó. 
Miré sonriente el celular. Lo que me acababan de decir era una muy buena noticia. No sólo porque iba a casarme, sino porque por fin iríamos a hacer formal la adopción de Alice. Iba a poder inscribirla a una escuela y cuando le preguntaran su nombre ella escribiría: Alice River Julian. Sin duda me sentía completamente realizado.

¡Kaaaaasss!— gritó Hope desde la segunda planta.

¡Paaaaaapi!— la siguió Alice.

Saqué las mamilas que estaba lavando del agua y las dejé en el escurridor.
Subí las escaleras de dos en dos para llegar más rápido y me metí en la habitación de los bebés. 

—¿Por qué tantos gritos?— dije acercándome a la cuna doble donde Hope y la niña se inclinaban sobre nuestros mellizos. —¿Qué ocurre?

—Jen está rara— dijo Alice. 

—¿Rara por qué?

—No lo sé, Kas, me preocupa esto— Hope me tomó la mano fuertemente como cuando algo le preocupaba y comenzó a llamar a Charlie. —Charles, amor. Hola... —el bebé comenzó a moverse y fijó sus ojos en su madre, quizá no la entendía ni sabía que ese era su nombre, pero reaccionaba a la voz dulce de Hope.

Sonreí enternecido. 

—¿Qué tiene de malo?

—El no, inténtalo con Jenell. 

Iba a cargarla, pero supuse que eso era trampa así que solo hablé con ella desde donde estaba. 
Dije su nombre varias veces, hice sonidos raros de los que suelo hacer para jugar con ellos e incluso silbé. 

Jenell no parecía escucharme, solo se quedaba ahí totalmente seria, como si nada pudiera perturbar su mundo propio, agitaba sus brazos y jugaba con ella misma, pero no comenzó a interactuar conmigo hasta que la levanté en brazos. 

—¿Qué te pasa, princesa?

—Cuando agito la sonaja Charles sonríe..., pero Jenell no me hace caso— me explicó Alice haciendo pucheros. —No me escucha, ¿verdad?

—Claro que te escucha, solo que es muy pequeña para jugar, cuando vaya creciendo puede que...

—Kas— Hope me puso una mano en la mejilla y me hizo mirarla. —Estaría mucho más tranquila si la revisara un doctor. 

Asentí. 

—Por supuesto.

Ya había pasado mucho tiempo en el hospital rodeado de doctores y viendo a mi bebé luchar por su vida dentro de una incubadora, pero si tenía que regresar para asegurarme de que todo fuera bien ahora, no me opondría. La salud de mi familia estaba por encima de todo.

Primero llamamos a Marcus. Revisó a mi pequeña y le hizo algunas pruebas nada formales en ambos oídos, solos chasqueaba los dedos o hacía sonar objetos fuera de la vista de Jenell y esperaba a ver si reaccionaba. Cuando nos dimos cuenta de que no era así a diferencia de su hermano, supimos que algo estaba mal. 

Al día siguiente la llevamos al hospital. Con Charlie en brazos y Alice junto a su abuelo en la sala de espera Hope se mantuvo calmada. Yo estaba dentro de un consultorio viendo a mi hija conectada a un aparato con un audífono de espuma. 
La mantuve quieta acariciando sus manos suaves hasta que el doctor tubo lo que necesitaba... Esa tarde nos enteramos de que Jen casi no podía escucharlos.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora