Capítulo 29

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—¿Todo en orden? ¿Más tranquila?— le pregunté a Hope al ponernos junto a la puerta del restaurante para saludar a quienes entraban junto con Marcus.

—Ya no tengo hambre, estoy perfectamente— sonrió dulcemente.

El padre de Hope junto con Dean, Sky y su novio estaban en una mesa charlando con Tanner y Joe mientras que el resto del club River se entretenía coqueteando con las tías del enfermero, quienes encontraban estimulantes a los hombres rudos como mis amigos.
Había saludado ya a varios primos, amigos cercanos, tíos y sobrinos de la familia Julian, un par también de la familia del enfermero. Todo parecía ir bien.

Un anciano tocaba el saxofón en una esquina y los meseros servían copas de vino a los invitados.
Todo era muy elegante para mi gusto, pero cada vez que me sentía abrumado me giraba un poco y veía a Bob tomar de un trago toda la copa de vino y pedir más bocadillos de crema y camarón.

—Si se llevan está noche a alguna de mis tías no quiero saberlo, ¿puedes decirles eso?— me dijo el enfermero.

—Por ahora todo va tranquilo pero te diré si veo uno de sus movimientos— me volví hacia Hope. —Bombón, ¿cuánto más tenemos que quedarnos aquí?

—Solo faltan unos cuantos amigos de la policía por parte de mi padre, mi tía Elena...

—Y mi pareja— interrumpió Marcus.

Sonreí ampliamente y lo golpee en el hombro.

—Buena esa, hermano, ¿viene tu chica? ¿Por fin sale de las sombras?

Se escucharon las ruedas de otro auto acercándose y resultó ser un flamante Volvo azul marino. Tenía pinta de ser otro estirado.

—Está aquí— susurró el enfermero.

Hope frotó su hombro.

—Tu puedes. Es por el bien de los dos.

Miré a mi chica y luego a él para devolverme y repetir el proceso. Parecían saber algo que yo no, y aunque eso pasaba a menudo porque eran mejores amigos, esto parecía importante. Algo que me gustaría saber.

Pues todas mis dudas quedaron dispersadas y mi mandíbula cayó hasta el suelo cuando ví a Marcus salir a recibir al niño rico dueño del Volvo y besar su mano una vez que estuvieron juntos en la entrada.
Si, ¡era un chico!

—No, es broma— dije sin pensar.

—No seas imprudente, amor. Además ya lo sabías.

—Cuando lo decía lo hacía por joder al enfermero, no porque pensará que fuera real... ¿Marcus es gay?

—Les presento a Dorian Hoffman— nos presentó el enfermero cuando trajo al hombre con nosotros. —Él es mi pareja.

Hope estrecho su mano inmediatamente pero yo no salía de la sorpresa.

—Un gusto conocerte, Marcus dice cosas muy románticas sobre ti— le dijo mi novia.

—Yo... No sé cómo debo actuar, es la primera vez que salimos juntos en público y estoy nervioso— Dorian fijo sus hijos en mí. —Tu eres el chico de la otra madrugada. Te vi por la rendija de la puerta antes de que Marcus me enviara a la habitación.

—Si...— extendí mi mano para estrecharla. —No quiero ser grosero, esto me sorprendió mucho.

—Para bien, espero— se rió conmigo y Marcus lo estrechó con un brazo.

Era un hombre en realidad muy agradable.

—¡Carajo! Por supuesto que para bien. Ahora no tengo que preocuparme de que el enfermero quiera copular con mi novia, no le gustan las mujeres.

Marcus nos separó.

—Perdonalo, él es así de bruto. Te llevaré a conocer a los demás y a mi familia— Marcus lo tomó de los hombros.

Aantes de que se fueran, Hope tomó las manos de ambos y sonrió con la bondad irradiando de su piel.

—No estén nerviosos— dijo. —El lugar está lleno de gente que quiere a Marcus y te van a recibir de la mejor manera. Estoy segura.

—Gracias, eres un amor— le dijo Dorian y apretó emocionado su mano.

Cuando se estaban llendo a las mesas, Marcus me golpeó el brazo demasiado fuerte.

—¡Auch!— me quejé.

—Desde un metro de distancia puedo ver la caja en tu bolsillo, ponla en otro lado, imbécil— murmuró y se fue.

—No te la esperabas, ¿verdad?— me preguntó Hope.

Toqué mi bolsillo y saqué la caja para ponerla en el bolsillo trasero donde el saco tapada cualquier relieve sospechoso.

—La verdad el que sea gay explica muchas cosas pero el maldito me hizo creer que le estaba dando consejos sobre mujeres y me siento engañado— suspiré. —Por supuesto, cualquier hombre que te pretenda y no pueda alcanzarte se vuelve homosexual por lo única que eres. Sólo falta Hurley.

Ella soltó una carcajada sonora.

—Me alegra que por fin lo vayan a hacer público, se merecen todo el amor del mundo— tomó mis manos y me hizo abrazarla por la cintura. —No te molesta que no te lo dijera, ¿o si?

—Para nada, no era tu secreto— besé su cabello. —Aun que no te miento, me hubiera ahorrado muchos celos y ganas de golpearlo. De pronto todas las salidas al salón de belleza tienen sentido.

—Idiota— me insultó bromeando.

Quiero decírselo ya, mejor antes de la cena y de la noticia de los bebés así podemos ir gradualmente.

No tenía nada especial preparado además del anillo. Mientras la tenía abrazada traté de sacar la caja de su sitio de nuevo con una sola mano, pero un invitado nuevo interrumpió.

—Buanas noches— dijo la mujer.

—¡Señora Murphy, hola!

Dejé el anillo en su sitio y me volví hacia la señora que mi novia saludaba

No. Puede. Ser.

—Usted...— murmuré.

Era la mujer de la joyería. La vendedora que tenía todas las respuestas a la vida y la persona de mi prometida.
Me quedé estático, ella era un invitado y también sabía que le propondría matrimonio a Hope.

—¿La conoces? Es una vieja amiga de la familia.

—La vi el otro día en...

—En el supermercado, me ayudó a subir mis bolsas al maletero— interrumpió ella. —Es un hombre muy bueno.

Al parecer había notado la ausencia del anillo en el dedo de mi novia y me ayudaba a guardar el secreto hasta que llegará la hora.

—Si, que coincidencia verla— estrechamos las manos.

—Las cosas de la vida— suspiró. —Bueno, ¿quién me escolta a mi mesa? Es hora de cenar y la noche promete muchas cosas.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora