Capítulo 43

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—¡Kasaquir River, tenemos dos bebés en camino de quiénes apenas me estoy haciendo a la idea de los cuales seré madre y tú ya estás pensando en tener un tercer hijo! ¿Me puedes decir cómo entro en tu cabeza la genial idea de adoptar a una niña cuando tú prometida está embarazada de mellizas? ¡Ni siquiera me lo preguntaste, por el amor de Dios!

Me froté el rostro continuamente mientras escuchaba los regalos de mi novia por el teléfono.

—Bombón, una pareja de pachecos, unos locos millonarios, un hombre violento con su mujer sumisa y los  inadaptados del campo. Somos lo mejor que tiene no estará feliz en ningún otro lado.

Yo seguía recargado en la moto mientras esperaba a que Hope hablara pero no lo hacía. Escuchaba su respiración y los pasos que daba por dónde sea que estuviera.

—Bombón...

—Estoy a dos calles, no te muevas de dónde estás.

Me colgó el teléfono. No pude saber si era una buena o una mala respuesta.
Esperaba que estuviera de acuerdo conmigo, de cualquier forma iba a querer hacerlo. Ya me había decidido.

Solo teníamos que renunciar un poco a los lujos de la boda y yo tendría que trabajar un poco más. No había problema.

—¿Qué hiciste, Kas?— me agarré la cabeza y di vueltas por el jardín.

Escuché las ruedas de la camioneta y levanté la vista hacia ella. Hope se estacionó justo enfrente de mí y me miró seria.

—Kasaquir River— la licenciada se asomó por la puerta y me llamó. —Es hora de tu entrevista.

Mi entrevista. De verdad iba a hacer esto.
Miré a Hope dentro de la camioneta aún y me di cuenta de que ella también estaba mirando nerviosa hacia el hogar.

Bajó de la Jeep aún así y me tomó y temblorosa de la mano.

—Las niñas serán muy inteligentes de cualquier forma, ganarán becas y no tendremos que pagarles la escuela.

Estaba intentando darme apoyo aún cuando ella estaba más nerviosa que yo.

Al entrar de nuevo en esa oficina me sentí amenazado. Estaba en la posición en la que había puesto antes a todas las demás parejas, solo que en este caso, en la silla donde antes yo me encontraba, estaba Alice.

La licenciada comenzó a hacerme preguntas y la mayoría las contesté. Todas eran sobre cómo vivíamos, si estábamos ya pensábamos casarnos, en cómo planeabamos mantener a Alice y también preguntó por la evidente barriga de mellizos de tres meses. Ahí Hope comenzó a hablar sobre su trabajo y que también tenía recursos.

Yo aproveché para ver detenidamente a Alice. Había permanecido callada como siempre lo hacía, pero me miraba miraba fijamente también ahora que le había puesto atención.

Es realmente hermosa y tierna, una pequeña mini Diosa de la dulzura y la perfección. No quisiera nunca encontrarme en el lugar de la madre que tuvo que abandonarla ni tampoco en el de los idiotas que no quisieron llevarla con ellos a sus hogares.

La mayoría de las parejas que la regresaban ponían en sus documentos que habían intentado pero no habían logrado hacer que la niña se adaptara a ellos. 
Alice no era muy abierta y no solía hablar con nadie, conforme pasó el tiempo fue quedándose más callada que cuando la conocimos. Con Hope y conmigo podía hablar cuando se sentía cómoda, cuando no tenía presión ni algo que la pusiera triste.

Crucé los ojos y saqué un poco la lengua buscando que me correspondiera a las caras graciosas con una risa y por detrás de la mano con el pulgar que mordía apareció el rastro de una leve sonrisa. Imité su bonito gesto.

—Alice, querida— la licenciada llamo la atención de la niña. —Hope y Kas quieren cuidar de ti.

Se revolvió en la silla y se acomodó hasta atrás sin dejar de morder su pulgar.

Miró a Hope y luego a mi. 
Mi novia me tomó fuertemente la mano por encima del escritorio y la niña observó ese gesto. Se quedó concentrada en nuestras manos unidas y yo supe que aunque confiaba en nosotros tenía miedo por todas las veces que se había sentido confiada con una pareja y se había vuelto a quedar sola cuando la devolvían a la casa hogar.

—¿Cuánto tiempo tendríamos que esperar para tener una respuesta sobre la adopción?— pregunté.

—La situación aquí es que ustedes han convivido con ella desde hace años y se les considera parte de su circulo. Si firman hoy los papeles puedo tramitar su salida del hogar para esta tarde y quedarían como sus cuidadores hasta que me presenten su acta de matrimonio, entonces se convertirían en sus padres...

Hope tomó el bolígrafo que tenía enfrente y firmó la hoja.

—Vamos a ser una familia numerosa y feliz, estoy totalmente segura— dijo mirando a Alice con los ojos llorosos. —¿Me dejas darte un abrazo, amor?

Alice se levantó y fue sin decir nada hacia los brazos abiertos de mi novia donde fue estrechada fuertemente y premiada con un beso en el cabello.

La licenciada y yo sonreímos.

—Se ven realmente tiernas juntas— dijo. 

Tomé la hoja que había firmado Hope y lo hice también en el espacio que me correspondía.
Ahora tenía una hija, no una que haya esperado o haya visto nacer pero ahí estaba, en los brazos de su nueva madre.

—Lo mejor es que vaya a tramitar todo cuanto antes y llevar a Alice por sus cosas.

Los tres nos pusimos de pié y Hope soltó a la pequeña para limpiarse las escurridizas lágrimas. Alice se aferró a mi pierna y fue como si me golpearan en el pecho fuertemente. 
Arrugó la frente y negó con la cabeza repetidas veces.

—Tu sabes que no me iría sin tí— me arrodillé y la mire a los ojos. —Y ahora eres  mi hija, nunca voy a dejarte. 

Hizo un puchero, estaba a punto de llorar y entendía que esto mismo se lo habían dicho muchas veces antes.

—Alice, yo sé que tienes miedo, pero te prometo que si puedes ir a recoger tus cosas, en cuanto tengamos todo nos iremos a casa, ¿crees que puedas hacerlo?— ella asintió y me abrazó por el cuello. —Claro que si, mi hija es valiente.

Froté su pequeña espalda y me puse de pié. Cuando vi su cara de nuevo ya estaba seria de nuevo, no había derramado ni una sola lágrima.

Hope se acercó de nuevo y acarició su cabello. Estaba con la voz quebrada cuando dijo:

—Te haré una cena de bienvenida, ¿qué te gusta?— se cubrió la boca para calmar los sollozos. —¿Quieres algo como un pastel? ¿Una comida fuerte quizá?

—Bombon— la tomé de la mano para tranquilizarla.

—No importa, tengo la cocina llena, puedes elegir. Diariamente tengo que estar preparada para alimentar a un grupo de gorilas hambrientos.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora