Capítulo 45

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—No voy a quedarme mucho tiempo ya. Estoy durmiendo con una linda Novata y parece que va enserio. Me pidió que me mudara con ella.

—¿Y es de fiar? Es del club enemigo— bromeé y me golpeó fuertemente el costado. —Es chiste, hermano, tranquilo. Me alegra que vayas a establecer nido con alguien al fin.

Asintió.

—Si, bueno. Creo que en ese caso mi habitación puede ser la de Alice y en cuanto a las bebés... deberíamos limpiar el cuarto del viejo.

La habitación de Fred.
En estos años se había convertido en el segundo ático por no querer sacar sus muebles y poner todos los que iban sobrando en el resto de la casa.

—Hope siempre quiso que lo limpiaramos por las energías que liberaba a toda la casa, creo que no hay nada mejor para usar el cuarto de mi padre que para sus nietas.

Hurley sonrió y me dio una palmada en el hombro.

—Lo dejaremos como un verdadero palacio, ambos cuartos. Esas tres niñas tendrán todo el amor del mundo— asentí. —Bueno, yo me voy con mi chica. Mañana me pasaré todo el día en el taller por si quieres ayudarme un poco.

—Quizá me dé una vuelta. La Yamaha tiene un sonido extraño que no me gusta.

—Llevala y la revisamos.

Me dejó solo al pie de las escaleras viendo como Candice sostenía sobre sus piernas a Alice mientras Hope les mostraba a ambas fotos de los mejores momentos de la familia. Más concretamente del club.

Mi hermano se despidió de todos y salió de la casa, está noche tampoco se quedaría aquí.

—Bueno, ya deberíamos dormir todos. Hoy no fue especialmente un día tranquilo— dijo Candice estirando los brazos.

Arrugue la frente.
No era de mi incumbencia saberlo, pero no tenía ni idea de qué era lo que hacia durante el tiempo que no se encontraba con nosotros.

—¿Tuviste un día agotador?— pregunté. Hope la miró espectante buscando respuestas también.

Ella se puso derecha y asintió.

—Tuve un par de negocios con viejos amigos. Después de todo no puedo estar aquí sin producir algo de dinero para mí y manteniéndome de ustedes.

—Que digas que desapareces para hacer negocios no me deja tranquilo conociendo tu historial, Candice.

Hope se levantó y tomó la mano de Alice.

—Ven, vamos a que tomes un baño para que puedas dormir. Buenas noches, mamá.

—Descansa, hija— se despidió con la mano de Alice. —Dulces suelos, nena.

La niña siguió a bombón y yo me quedé solo con mi suegra.
Hope seguramente querría saber también las respuestas a mis preguntas, solo que no se atrevía a formularlas ella misma.
Para bien de ella, a mi no me importaba en absoluto invadir la privacidad de Candice. Después de todo, ella estaba viviendo en mi casa.

Una vez que nos quedamos solos y estuve seguro de que no nos escucharían, comencé a hablar.

—¿Cómo que negocios, Candice?

Se rió y dejó caer la cabeza en el respaldo del sofá.

—Tranquilo, padre de familia— se burló. —Solo corrí con algunos de mis buenos amigos y gané un poco de dinero, nada demasiado importante.

—Si más no recuerdo, las deudas que tuviste a raíz de tus carreras era lo que te hacía volver a la ciudad, ¿por qué buscarlo aquí cuando tú hija te abre su corazón y tienes lo más parecido a una familia?

Me miró molesta.

—Te digo que no es nada importante— remarcó. —No estoy corriendo con hombres que ligué en un raite ni con turistas ricos. Solo me ofrecieron un arrancón con un viejo amigo y lo hice, fin de la historia.

Suspiré.

—Esta bien, solo te lo advierto.

—¿Advertirme qué?

—Que no me importa que seas su madre, Candice— sonreí sin parecer amable. —Si le haces daño soy capaz de sacarte de la ciudad amarrada en la moto. Y no soy el único que piensa igual.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Llamé a la puerta de la habitación antes de entrar.

—¿Señoritas, están vestidas?— pregunté. —Esperen, solo hay una señorita.

Nadie me contestó así que abrir un poco la puerta.
Me encontré a Alice con el cabello mojado y su viejo pijama de la casa hogar puesto.

En el pasillo se escuchaba el agua correr aún, seguro Hope todavía no terminaba de ducharse.

—Se tarda horas. Yo nunca supe porqué la necesidad de bañarse todos los días.

Me acerqué a ella y me senté a su lado en la cama.
Esta noche dormiría en la habitación de Hurley, la cuál había tratado de limpiar lo más posible antes de irse, pero eso no significa que no pudiera quedarse con nosotros hasta que se quedará dormida.

Alice siempre tenía cara de enojada. Era la niña perfecta.

—Dejame ayudarte— le quité la toalla de la cabeza y comencé a secarse las puntas mojadas. —Tienes un hermoso cabello, ¿usas acondicionador?

—No.

Sonreí ampliamente por su respuesta.

—Bueno, no lo necesitas— terminé de quitar la mayor cantidad de agua que pude y luego tomé el primer cepillo que Hope tenía abandonado en la mesa de noche. —Espero no lastimarte, nunca he hecho esto pero veo que Hope siempre lo hace luego de la ducha.

—Hope.

—Si. Generalmente le digo "Bombón"— me reí. —Si un chico te dice así, hazme el favor de comunicármelo y no volverá a decir nada nunca, pero cuando se lo digo a Hope es romántico, ¿sabes a lo que me refiero?

—Si, eres lindo con ella.

Su voz no era muy expresiva y lo que yo hacía con su cabello estaba fuera de ser útil por el miedo que tenía a lastimarla si tiraba muy fuerte del cepillo, pero el hecho de que me hablara y de saber que eso significaba que estaba cómoda, me invitaba a seguir haciéndolo.

—La amo. Muchísimo. A tí también te amo, Alice— interrumpió el cepillado y se giró para verme.

—¿Y su panza?

Me reí.

—Dos niñas, tus hermanitas. También las amo a ellas y aún no las conozco totalmente.

—¿A quién?— Hope entró en la habitación.

—Tu panza— le respondió Alice.

Bombón me miró emocionada por escuchar hablar a la niña y luego regreso su atención a ella.

—Oh..., ¿quieres tocarla?— le pregunto acercándose.

Alice asintió y gateo hasta el borde de la cama para poder poner sus manos sobre el vientre de Hope.

—¿Cómo las sientes?— pregunté.

—Jenell está incrustada en mi costilla y Magy intenta hacer lo mismo que su hermana...— dejó de hablar porque su boca había formado una "o" de repentina sorpresa. —Mieda, Jenell empuja...

—Bombón, no digas esas cosas frente a Alice, ¿qué clase de madre eres?

Se cubrió la boca.

—Mo puede ser, es verdad— tocó la cabeza de Alice. —Lo lamento, olvida que dije eso.

—Se mueven— Alice dijo divertida.

—No lo creo— me acerqué a poner mi mano junto a las de Alice, — apenas estamos en la semana quince o... ¡no puede ser, se están moviendo!

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora