Capítulo 36

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-Ahí estás, mujer, te estábamos esperando- dijo Bob cuando entramos Hope y yo al bar.

-¿Por qué no hay gente? ¿No han abierto?

-No queríamos que estuviera lleno de gente cuando nos pusiéramos cursis- respondió acercándose a abrazarla.

Me reí y me aparté dejándoles espacio.

-Ay, Bob. Gracias- estrechó al enorme hombre en sus brazos diminutos.

-Es intervención en grupo, no solo de Bob- Tanner también de acercó y la abrazó.

Uno a uno se fueron uniendo al abrazo grupal hasta que no pude ver dónde estaba mi novia.
La escena era demasiado sentimental para unirme.

-Van a sacarme el aire- dijo. -O los bebés.

-Sabemos que anoche no fue lo que esperabas y te pones dramática si no te consentimos luego de una escena como la de ayer.

Se separaron y la dejaron libre.

-Te dejamos en la oficina un pastel de zanahoria cortesía de Marcus y un montón de chucherías comestibles y no comestibles.

-Mi esposa me dio todas las uvas de la casa para que te las trajera porque sabe que te encantan.

Hurley se puso a un lado de mi mientras los demás le contaban a Hope todo lo que le habían dejado en la oficina para que se relajara porque no era sano para los bebés que guardara tensión.

-No necesitarás niñeras, ¿eh?- me dijo.

-Para nada, te tengo a ti- le di una palmada en el hombro.

-Oh, no, hermano. Espero que para cuando quieras dejar a tus hijos con otra persona yo ya tenga a los míos también.

Esperaba que si.
Hope subió las escaleras junto con todos para ir a ver si oficina y nos quedamos solos Hurley y yo abajo.

-¿Cómo van las cosas en el taller?

-Nada que necesite tu presencia, puedes seguir disfrutando de cuidar a tu prometida embarazada.

Prometida.

-Maldita sea- solté y asusté a Hurley.

-Yo pensé que querías seguir con ella...

-No, hermano. Es que aún no es mi prometida- recordé como habían pasado las cosas anoche y en qué momento había llegado su madre a la cena. -No pude pedirle que se casara conmigo.

Busqué a mi alrededor como si fuera a encontrar la solución a mi problema. Ni siquiera recordaba qué había hecho con el anillo.

-El anillo, ¿¡dónde está el anillo!?

Hurley me tomó de la camiseta y me sacudió.

-¡Controlate!- me gritó. -Lo tiene el enfermero. Anoche lo dejaste sobre la mesa cuando todo se volvió un caos y él lo tomó.

Perfecto, ¿qué se supone que haga ahora?

-Necesito pedirle matrimonio, Hurley, lo más pronto posible- ahora lo tomé yo de la camiseta. -¿¡Qué si no quiere casarse con la barriga enorme por los gemelos y me dice que hasta que hayan nacido!?

Me dio una bofetada y me señaló.

-Piensa con la cabeza fría, hombre, sé creativo.

-¿¡Por qué carajo me golpeas!?

-¡Porque tenía muchas ganas de hacerlo y punto!

Le di un golpe con el puño en el abdomen y se dobló por el dolor.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora