Capítulo 38

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—Es muy triste que esté sola.

—¡No está sola! Hay muchas personas con ella en el hotel, seguro que de noche las escucha...

—¿Es broma no?

Suspiré muy profundo y me apreté con los dedos el tabique de la nariz.
Estábamos afuera del bar discutiendo por su repentino deseo de llevar a nuestra casa a su madre adicta a apostar dinero que no tiene.

—Lamento haberla invitado sin consultartelo antes. Yo sé que es tu casa...

—Bombón, no digas eso. Tú tienes tanta poder sobre esa casa como yo o como Hurley. Bueno, Hurley ya no tanto, pero sabes a lo que me refiero— la miré a los ojos. —Pero ella no es de fiar.

—Tu la invitaste.

—¡Para que te dijera que no te quería y por eso se había ido, no para que te llenara la cabeza de que por más amor que les tenía los dejó igual!

—No te preocupes— sonrió ampliamente y me tomó el rostro entre sus manos. —Entiendo tu punto pero no temas por eso, yo nunca dejaría a nuestros bebés o a ti. ¡Pero piénsalo! Tengo una mamá, nunca tuve una...

—No parece el tipo de mujer que prepare galletas para tus amigos, bombón.

—No me importa— me acarició las mejillas. —Me hace sentir bien tenerla cerca y..., creo que llegó en un momento perfecto para poder pasar el embarazo conmigo.

La tomé de la cintura y con los pulgares intenten acariciar a mis frijolitos.
No puedo quitarle estar con ella, pero no sé cómo voy a cuidar que no le meta ideas en la cabeza.

—Está bien...

Dio un salto y un pequeño gritó de emoción para luego abrazarme por el cuello.

—¡Gracias! Esto va a ser como un sueño para mi.

Ay, bombón. Espero que sí.
No quiero tener que cuidarte de tu propia madre.
Le acaricié el rostro y la besé en los labios.

—En temas más importantes... — me alejé un poco y me arrodillé para quedar a la altura de los bebés, —¿ustedes cómo están? ¿todo bien? ¿quieren algo de tomar? ¿una cerveza? ¿una margarita? ¿ya van a dejar que me digan qué sexo tienen?

Hope se rió sonoramente.

—Les gusta que les hables.

—¿Cómo sabes?

—Porque a mi me encanta que lo hagas.

Volví la vista a su vientre y acerqué más mi rostro para que Hope no pudiera escucharme.

—Ya que tienen tan buena comunicación, ¿podrían hacer que su madre esté de un humor más picante? Tengo necesidades de adulto qué satisfacer...

—¿Qué dijiste?

—Nada, bombón— me levanté rápidamente. —¿Qué quieres hacer hoy?

Sus deseos ni fueron tan difíciles de cumplir. Quiso quedarse todo el día en el bar atendiendo el papeleo pendiente y revisando que todo funcionara bien con los clientes.
Mientras ella daba unas vueltas entre las mesas ayudando a las meseras con su trabajo, yo me quedé en la barra  hablando con Tanner.

Me había pedido que no dejará sola a su madre, quién seguía en el reservado, pero no tenía ganas de convivir y parecía que le bastaba con Joe. Se carcajeaban sin preocuparles nada, luego se les unió Bob y algunos más de los chicos hasta que la mayoría del club se quedó hablando con la madre de Hope.

—No me fío de ella— dije para Tanner.

—Ni yo, pero parece que a todo el club le agrada.

Negué reprobatoriamente.

—El problema es que confía demasiado en todos, nunca ha aprendido a ver el lado malo de las personas y eso me preocupa.

—Hope es así, Kas. Lo único que podemos hacer es mantenernos atentos y ver que no la lastime... — suspiró. —Por ahora parece que está contenta con tenerla cerca.

Candice se levantó del sofá del apartado y caminó hasta la barra sin dejar de reír del último chiste contado por Bob.

—Preparame otro trago, ¿quieres, guapo?— Tanner tomó el vaso. —¿Qué rollo cumple mi hija en este lugar?

Su pregunta me hizo girarme a verla, seguía entre las mesas dando vueltas y charlando con los clientes mientras tomaba su orden tranquila. Le encantaba su trabajo.

—Es la dueña, del club y del lugar— solté.

—Bueno, creo que después de todo si salió a mi— me pareció una afirmación de lo más repugna y mi mirada sobre ella lo denotó. —No me refiero a la parte de abandonar a sus hijos y perderse en apuestas, muchacho. Tranquilo. Me refiero a las motos.

Si no fuera por una mala calificación y el que yo la hubiera casi atropellado eran los culpables de que esté en este ambiente ahora, no sus genes.

—Son totalmente diferentes— le dije. —Y quiero dejar claro que aunque intenté llevar la fiesta en paz por mis bebés y mi prometida, no me agradas.

Adoptó contra la barra una postura de valentía acompañado de una risa irónica.

—Ya lo sé, y ya quiero ver tu cara cuando te des cuenta de que solo quiero convivir, formar lazos con mis hijos...

—Está bien, puedo fingir creerte y te observaré de cerca— me acerqué más a ella. —Pero te advierto que no dejaré que le metas tus ideas en la cabeza, ella es demasiado buena para darse cuenta, pero si intentas manipularla te mandaré a tu pueblo con una patada en el trasero.

Levantó ambas cejas y asintió tomando el caso que le ofrecía de vuelta Tanner.

—Me gusta— dijo acabando de un trago la bebida de nuevo. —No tengo instinto de madre y no quiero actuar como una suegra. Prefiero este ambiente de hostilidad, en verdad. Trataré de no molestarte en tu casa, Kasaquir, solo quiero estar con Esperanza y divertirme...

—No te dejé quedarte con nosotros por voluntad.

—Ya sé que lo hiciste por ella— asintió. —Y te agradezco que la hagas feliz. Pero te hablo sinceramente cuando te digo que espero que podamos llevar una fiesta en paz por la comodidad de todos.

Estaba provocándome a sacarla del lugar y lanzarle un casco para que se fuera en la moto que había llegado muy lejos de aquí, pero Hope se deprimiría, entonces solo asentí con un suspiro.

—Que así sea.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora