Capítulo 11

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Cuando me desperté, Hope ya estaba levantada y prácticamente solo me esperaba para salir a comenzar su día productivo.

La llevé al bar y luego tomé un ta I a su casa por mi moto en la que me fui al trabajo, una vez en el taller pude ocupar mi cabeza en cosas mucho más sencillas que la chica que amo, como cambiar una pieza o sustituir cables.

—Algún día tendré tanto dinero que yo pagaré a alguien para que arregle esto mientras me como un plato de pasta de mi cuñada en la oficina. O quizá en mi cuarto de hotel lujoso junto a una modelo de revista.

—Si te alcanzará para esas cosas no comería la pasta de Hope— me reí mientras ambos arreglabamos un par de motos.

—¿Estas loco? No dejaría la pasta de Hope por nada del mundo, hermano— me lanzó un trapo lleno de aceite y solté una carcajada.

En ese momento llegó el presidente de Los Novatos.
Muchos de sus integrantes nos dejaban las motos para arreglar continuemanete debido a que eran el club que más accidentes tenía o que menos cuidado les daba a las motos.

Me sorprendió que llegara solo.

—Muchachos— saludo cerrando la pierta de su camioneta. —¿Qué tal?

—Trabajando, como es costumbre— Hurley le estrechó la palma y luego el Novato se acercó para hacer lo mismo conmigo.

—Que bien, porque quiero llevarme mi moto, ¿está lista?

Se supone que esa moto la entregaríamos hasta el fin de semana.
Me limpié las manos y frunsí el entrecejo.

—Creí que venias por ella el viernes, por muy pronto. Está lista pero le hace falta la pintura.

—No me sorprende, le di un buen golpe— soltó una carcajada. —Bueno, no importa la pintura. Me la llevo.

—¿Por qué la prisa? — pregunté.

—Para las carreras de esta noche. No pensé que fuéramos a correr pronto cuando te la traje...

—Pero nadie ha habado de arrancones— Hurley también sentía que se estaba perdiendo algo.

—¿No les dijo?— el novato dudo. —Los River's fueron quienes iniciaron con el aviso de que habría esta noche.

—¿Hope?— pregunté. —Pensé que sólo iba a trabajar hoy. No me hablo de querer ir, menos de organizarlos.

Pareció sorprendido.
La verdad era que todos aquí lo estábamos, nadie esperaba que Hope quisiera salir un lunes en la noche.
Ella podía hacer lo que le viniera en gana y por ser la presidenta de un club, podría convocar a los arrancones, pero me parecía extraño que no me hubiera dicho nada.

Dejé las cosas donde estaban y fui a la oficina por mi celular.
Cuando lo encontré entre todos los papeles del escritorio marqué el número de mi novia y esperé.

—Hola, Kas, no puedo hablar ahora...

—Bombón, ¿convocaste a los clubes a los arrancones esta noche?

Se quedó en silencio, pero de fondo se escuchaban muchas personas hablando.
Le murmuró algo a alguien que no pude entender y luego me contestó.

—Si, iba a decirte después.

—¿Por qué motivo? Hay algo que festejar o...

—Kas, estoy ocupada. Solo quería divertirme esta noche y se me ocurrió mientras trabajaba, ¿qué tiene de malo?

Ella nunca me respondía de esa forma. Siempre era animada al hablar, pero sonaba como si le hubiera molestado mucho que le llamara.

—Nada, por supuesto que nada. Sólo que me sorprendió el que no me dijeras nada.

—Ya te lo dije, lo pensé de último momento— suspiró profundamente y alcancé a escuchar como su respiración temblaba.

No, algo estaba mal aquí.
Está nerviosa, preocupada. Ella nunca hace planes de último minuto a menos que esté triste y necesite un escape rápido.

La conozco tan bien como para saber que insistir en que me diga que pasa es inútil.

—Paso por ti cuando termine aquí— dije simplemente. 

—Gracias. Nos vemos...

—Hope Julian— la detuve, pero mi voz no sonó como un regaño, solo como una afirmación tierna. —Te pasa algo, bombón. Te voy a dar tiempo, pero tarde o temprano tendrás que decirme lo que ocurre, ¿de acuerdo?

Sorbió por la nariz. Estaba llorando.
Se me partió el corazón y el pulso se me aceleró a mil por hora en un segundo. Hace mucho tiempo que no escuchaba llorar a mi novia y esto era demasiado para mi. Rápidamente rompí con el personaje de novio paciente.

—Escucha, si alguien te hizo algo, más le vale correr a esconderse porque sea cual sea el hoyo en el que se meta, lo iré a buscar y si lo alcanzo puede irse despidiendo de su movilidad corporal, pero si es cualquier otra cosa, bombón, dímelo de una vez para que pueda darte apoyo...

—No puedo decirte— su voz temblaba.  

—Si puedes, nena, por favor— mi amor por ella me hacía hablar con toda la calma que no sentía en ningún lugar de mi ser.

—Solo pasa por mi en la noche, te prometo que voy a usar estas horas para entrar en razón, ¿si?— su respuesta me hizo suspirar de nuevo. —Kas.

—Lo que tu quieras, bombón, yo solo quiero verte bien. No soporto que...

—Te amo. 

Y con su dulce voz temblorosa diciéndome que me amaba, recuperé el sentido. 
No podía forzarla a decirme y la realidad es que la mayoría de los problemas de su vida los resolvía sola, sin pedirme ayuda o necesitarme.  A veces me sorprendía mirar a la mujer en la que se convirtió aquella tierna y temerosa niña y encontrarme con un ser tan valiente, hermoso y maduro.

—Mucho— volvió a decir. —No te haces una idea de cuanto te amo.

Cuando ella me necesitara, iba a decírmelo. Ella sabe lo que hace, así que me aguanté las ganas de preguntarle dónde se encontraba para ir a buscarla y forzarla a decirme qué le ocurría.

—Seguro que no es ni la mitad de lo que yo te amo a ti.

—Basta, no quiero sonar como una puberta— rió un poco más pero muy amargamente. —Búscame en el bar, por favor.

—Ahí voy a estar, puntual esta vez.

Pero mi broma no sirvió de mucho. Un segundo después de decirlo, ella colgó.

Hurley entró a la oficina y extendió los brazos preguntándome por lo que había dicho.

—Está rara— le dije. —Estaba llorando, estoy seguro de que le pasa algo.

Inmediatamente su expresión cambió igual que la mía al escucharla sollozar. 

—Hermano, ¿ahora que hiciste?

—Muy gracioso, ¡yo no le hice nada, zopenco!— me giré hacia el montón de ropa sucia en una esquina de la oficina donde Maquina De Matar estaba acostado y lo señalé. —No tienes que dejar que me duerma esta vez, ¿oiste? Tengo que llegar temprano por tu madre esta vez.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora