Capítulo 40

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Antes de irnos al obstetra a la mañana siguiente Hope pensó que sería buen detalle pasar a ver a su padre y desayunar con él.
Mientras me vestía en el baño escuché a Candice preguntarle a su hija sobre los planes para el día.

-Iremos a ver a papá, después de eso tengo una cita en el doctor.

-¡Qué alegría! Ya es tiempo de que sepan el sexo de los bebés- se quedó un momento en silencio y luego volvió a hablar. -¿Y Hurley?

La pregunta por mí hermano me pareció extraña. Dejé la camiseta que iba a ponerme a medio camino y escuché lo que decían.

-Se quedó con una amiga- rió. -Bueno, a este punto creo que no son amigos, sino otra cosa. Supongo que no vendrá por aquí hasta el fin de semana.

-Bueno, entonces supongo que iré al bar y me quedaré ahí con tus muchachos.

Terminé de vestirme y salí del baño.
Estaban juntas en el sofá y cuando Candice me vió intensificó su expresión de "solo soy una madre que está conviviendo con su hija".

-¿Estás lista, bombón?- pregunté sin dejar de ver a su mamá.

-Si- se levantó para ponerse junto a mi y me sacudió el cabello mojado por la ducha. -¿El secador se averió?

-No- le dí un beso rápido y sonreí, - solo no me apeteció usarlo.

Puso los ojos en blanco. Lo único que no puede hacer conmigo es convertirme en un muñeco Ken.

-Volveremos por la noche, madre.

-Saludame a tu padre.

-No creo que quiera recibir...

-Por eso mismo- sonrió ampliamente.

Me gustaba más la idea de dejar a Candice sola en casa un rato a que tengamos que llevarla en la camioneta con nosotros.

Cuando pasamos junto a la puerta bombón tomó su casco de la pared. Antes de que se lo pusiera se lo quité y lo puse de nuevo en su lugar.

-¡Oye!

-No, mamita, nada de moto.

Soltó un gruñido al aire y sacó las llaves de la Jeep.
No había dejado desde hace mucho que subiera a la moto conmigo por los bebés, claro que eso no quitaba que me intentará tomar en curva.

-No hay manera de que te permita subir a la Yamaha hasta que nuestros hijos tengan un año- le abrí la puerta del piloto cuando quitó el seguro y la ayudé a subir.

-Dejame en casa y no me dejes salir, en ese caso.

-Agradece que te dejo conducir, bombón- antes de cerrar la puerta le di un beso en los labios y uno corto en la barriga. -Ah, espera. Son dos- abrí de nuevo la puerta y le di otro beso en el vientre.

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Desde que supo que su hija estaba embarazada, el señor Julian comenzó a tratarme con mucha menos renuencia.
Algunas veces ya habíamos tomado una cervezas juntos en el River's mientras esperábamos a que Hope terminara de trabajar, claro que esas ocasionales convivencias se habían reducido considerablemente cuando Candice llegó a nuestras vidas.

La casa Julian me traía buenos y malos recuerdos de cuando Hope vivía aquí.
Como por ejemplo de cuando Hurley y yo nos la robamos para la fiesta en la azotea del hotel o cuando la saqué de aquí hecho una furia porque su padre le había gritado.

En cuanto pasamos el marco de la puerta Derek estrechó mi mano y luego abrazó a su hija con cuidado de no aplastar a sus nietos.

La comida de la mujer del servicio era fabulosa. Hacia mucho que Hope no cocinaba y habíamos sobrevivido a base de los feos macarrones de Candice y las recetas que hacía yo basándome en tutoriales en internet que decían qué cosas eran buenas para una embarazada.

-¿Cómo te has sentido?- le pregunto su padre mientras degustabamos los omelettes y el pan tostado.

-Como si un tren me hubiera pasado por encima y me encontrara en una lucha por ver si dejo mi alma ir al infierno o me quedo en la tierra- los dos miramos a Hope, -pero es un tren lleno de amor.

Me reí.

-A veces le dan dolores en la noche, no ha podido dormir bien desde hace unas semanas.

-Cuando crece de golpe el vientre es normal que duela.

-¡Siento tal cual me golpearan en la espalda muchas veces y luego al día siguiente veo mi barriga y ha crecido como si le pusiera fertilizante! Es increíble.

Me encantaba escucharla hablar del embarazo, era como si lo amara y al mismo tiempo quisiera que se acabará lo más pronto posible. Simplemente la adoraba.

-Ay, Dios- exclamó con la boca llena de mermelada de fresa mientras miraba su pan. -Esto era justo lo que quería desde hace semanas.

Y los antojos.
Eran un sube y baja igual que las hormonas.

-¿Por qué no me dijiste que te la comprara?- pregunté después de un suspiro.

Recordaba a Hope llorando porque no le había cumplido un antojo que ni siquiera me había comunicado porque no tenía idea de qué era.
Pero la futura señora River solo sabía que lo deseaba con locura y yo era un insensible por no comprenderla.

-¡Porque no lo sabía!- señaló y se levantó directo a la cocina. -Tengo que conseguir el frasco, ya vuelvo.

El señor Julian soltó una carcajada y negó lentamente.

-Te agradezco inmensamente que solo la traigas de visita- señaló la cocina bromeando. -¿Crees que le moleste que los acompañe hoy?

-Le encantará la idea, mientras más gente la esperé en el pasillo al salir, mejor.

Asintió.
Seguí comiendo mi desayuno hasta que noté que habíamos hecho un silencio demasiado largo. Cuando levanté los ojos de mi plato él estaba mirando a la nada con las arrugas de la frente marcadas.

-Y ella... Candice...

Oh, para ese lado iba la conversación.

-Pasa en casa tanto tiempo como nosotros, cuando no está en el bar se desaparece sola en la moto y regresa por la noche con obsequios para el bebé.

-No confíes en ella, Kasaquir- dijo sin verme.

-No lo hago- reconsidere mi respuesta, pues parecía que debería confiar menos de lo que ya lo hago. -Por lo menos no como Hope.

-Ella es demasiado buena para ver la maldad de las personas- puso los codos sobre la mesa. -Esa mujer está tramando algo, ¿por qué crees que no fue a quedarse con Dean o Sky? Porque sabe que llegará más rápido al corazón de Hope.

Eso mismo pensé yo, pero se ha portado tan bien las últimas semanas que no me ha dado motivos para dudar más que su mala fama.

-Es rara y definitivamente no una madre modelo. Tiene algo que no me gusta pero...

-Aferrate a esa idea y no pienses en nada más- señaló a la cocina. -Estando en tu casa te tocará a ti cuidarla, y ahora a los bebés también.

-Lo tengo muy claro, señor.

-Te hablo en serio. Esa mujer es interesada, oportunista y una arpía que al igual que su hija tiene un poder increíble para ganarse a la gente. Eso es lo peor.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora