Capítulo 20

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—Si termina por odiar el anillo, yo no estuve contigo hoy— señaló Marcus cuando ambos nos estacionamos en el River's. —Se supone que el mejor amigo de la novia tenga buen gusto y sepa lo que es mejor para ella.

—Eso solo cuando el mejor amigo es mejor que el novio, lo cual no es verdad.

El bar estaba cerrado al público pero se escuchaba una música de jazz y gente discutiendo.

—Debe ser el curso de elegancia y propiedad.

—¿Qué verían hoy?— pregunté temiendo por lo que contestaría.

De fondo podía distinguir al buen Sinatra, el favorito de Hope. Estaba entre sus dos cantantes de Jazz predilectos para cocinar y cada que lo escuchaba me venía a la mente una imagen preciosa de mi novia moviéndose dulcemente de un lado a otro de mi casa al ritmo de la música de un hombre con voz gruesa.

No necesité que el enfermero me contestara pues lo vi en cuanto entré al bar.
Las mesas seguían lejos del centro y los chicos caminaban de un lado a otro sin rumbo, solo dando vueltas como si fuera lo más divertido del mundo.

—Bob, inspira y mete la barriga— se escuchó a la única chica del lugar.

Ella miraba a todos desde una silla en los privados del lugar y con una bolsa de frituras con queso en las manos.

—Ay, no. Están caminando como vagos, ¿qué no saben nada de postura? Parecen Kasaquirlopitecus...

Me reí de la broma de Marcus y me acerqué a Hope.

—¡Cielo!— dijo emocionada. —Pensé que ibas a trabajar en el taller con Hurley.

—Lo iba a hacer pero surgió algo.

Si, la compra de tu anillo.

—Bueno, ahora puedes participar en la clase de hoy— sugirió con la boca llena y los dedos cubiertos de queso.

—Mi postura al caminar es excelente— tomé su mano pequeña y delicada y me llevé a la boca sus dedos para comerme el queso.

—Perfecta para un luchador no para un príncipe— fruncí el entrecejo.

—Verse así es el trabajo de Marcus, no mío.

Tomó otra fritura y se la acercó al rostro.

—El no es mi pareja, debes estar a la... — pero no terminó de hablar.

Algo en la bolsa con queso y comida chatarra llamó la atención de su nariz y de pronto las miró con asco y muchos tonos más blancos de lo que eran normal en su color de piel.

Dio una arcada y se llevó la mano a la boca para luego salir corriendo hacia el baño.

—¿Es una broma?— Joe levantó los brazos al aire cuando ella pasó junto a él. —¿Me hizo ir a comprar esa comida chatarra hasta el otro lado de la ciudad porque las había visto en internet sólo para que ahora le den ascos? No me jodan.

—No te preocupes, no se va a desperdiciar nada— tomé la bolsa y comencé a comermelas.

Esperamos un momento a que ella volviera, momento el cual los chicos usaron para tomarse una cerveza y agarrar valor para seguir con la clase,  pero ella simplemente no regresaba.

—Creo será mejor que dejemos esto para otro día— dije levantándome para ir a buscarla pero ella bajó las escaleras secandose la cara con una toalla.

—De ninguna manera, este grupo de moteros tiene que verse como los consortes de la corte real de Mónaco antes del domingo— lanzó a Tanner la toalla y este se la lanzó a Bob con asco.

—¡Vomito de Hope, que asco!— dijo él lanzandomela a la cara.

Con una carcajada la lancé yo también y calló en la mesa donde estaba sentado antes.

—Hope, no entiendo porque seguimos haciendo esto— Tanner se dejó caer en una silla. —De cualquier manera no nos veremos como la elite de San Francisco para este fin de semana. Mejor ve al medico y...

—Ya dije que estoy bien y eso lo puedo hacer después. Ahora quiero dedicarles tiempo a mis muchachos fuera de las motos, ¿me dejan?

Joe negó.

—Olvidalo, niña. Tanner tiene razón, esto es una maldita perdida de tiempo...

El único emocionado por esto en realidad era Bob, parecía que la clase de "camine con propiedad" le parecían divertidas, pero se escondió cuando vio que nadie lo apoyaba.

El semblante de Hope cambió, de pronto tenía esa cara de motivación,  esa expresión que ponía cada vez que se daba cuenta de que sus amigos necesitaban apoyo.

—¿De nuevo esto?— se cruzó de brazos. —Escuchenme bien, enormes simios alcohólicos y adictos al tabaco,  les he hablado con delicadeza porque pensé que no necesitarían de la fuerza, pero al escucharlos hablar así me doy cuenta de que si lo necesitan. ¡Ustedes me han dado la confianza para hacer cosas mucho más alocadas y peligrosas que ir a una maldita cena elegante!

—Bombón...— la llamé sonriendo.

—¡Nada! Estos olgazanes tienes que entrar en cintura y aprender a comportarse antes del viernes o me enojaré mucho— caminó hacia la mesa donde estábamos y se agachó para tomar algo. —Después de la cena les prometo, y yo misma les pediré, que regresemos al bar y hagamos un festejo privado por haber sobrevivido la noche.

Me di cuenta al girar la cabeza que unos zapatos de tacón alto color blanco estaban a medio sacar de la caja en el suelo y Hope se había agachado para comenzar a ponerselos.

—Me los entregaron hoy, son para la fiesta.

—¿Puedes caminar en esas torres?— todos nos reímos.

—¿Es una broma?— arqueo una ceja. —Muy bien, apartense. Es momento de una demostración.

Marcus fue hacia el sonido y apretó un par de botones, cmbió la música de Frank por Beyoncé y subió el volumen.

—Muestrales, chica— bromeó.

Ella se levantó y los posó en sus zapatos nuevos.
Realmente se veía hermosa, estaba en su elemento. Aun así me preocupaba que fuera a tropezar con  y se cayera.

—Bombón...— levantó un dedo para hacerme guardar silencio. —Okay.

—Así camina la reencarnación de Ariana Grande y Lady Gaga en tacones,  caballeros.

Y con Crazy In Love de fondo comenzó a recorrer el bar desde un lado de mí hasta Marcus junto a la consola.
En el recorrido todos la vimos mientras daba vueltas entre las mesas de los costados y hacía gestos de toda una diva cuando hacía contacto visual con nosotros.
Pronto todos estábamos vitoreandola y admirando su forma de animarnos tanto y tan rápido.

Cuando mi padre le dejó el bar y su club a una chica que no compartía con él ningún lazo además de la amistad y el que saliera con su hijo debí darme cuenta de que sabia exactamente lo que hacía.
Él vio el brillo en ella mucho antes de que yo me enamorara de eso, él notó antes que yo cómo su presencia lo iluminaba todo y a todos.

Simplemente somos un montón de engranes que encajan perfecto en una máquina, pero ella es el combustible que nos mueve, la energía que nos impulsa, la luz que mientras caminamos junto a ella nos deslumbra.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora