Capítulo 61

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Abrí los ojos poco a poco y la luz entró a ellos junto con una calidez de hogar inconfundible.

Las sábanas olían a Kas, la almohada igual. Ese inconfundible aroma masculino que dejaba en él el jabón de baño luego de una ducha nocturna.
A mí lado alguien me proporcionaba calor humano sosteniendome contra su pecho, pero no era la única persona en la habitación.

Cuando mis ojos dejaron de doler por la luz, vi a Bob dormido en el sofá de mi cuarto junto con Alice en sus brazos. Me llenó de alivio verla sana y salva. La última vez estaba gritándole que se escondiera.

Tanner, Hurley y Joe estaban de igual manera con sus cabezas recargadas hacia atrás, como si solo hubieran estado ahí mirándome y de pronto se quedaran dormidos.
Marcus estaba del otro lado de la habitación en una silla junto a otra donde Demian estaba y abrazaba su cuerpo para que no cayera al suelo.

Seguramente todos había esperado a que yo me despertara y tardé demasiado.

Moví un poco mi mano que descansaba sobre el cálido pecho y la persona que me sostenía se quejó. Miré hacia arriba para poder visualizar su rostro y por supuesto, era el amor de mi vida quien me abrazaba tan cuidadosa y tiernamente.

Mi Kasaquir, mi chico malo que se hizo bueno, mi héroe que no volaba con capa sino con una moto.
¿Cuántas veces más iba yo a exponerlo a paros cardíacos?

Estiré la mano para tocar su rostro serenado por el sueño.
Su respiración se hizo más tenue y calmada cuando comencé a hacer círculos en su barba de tres días.
Quería besarlo pero por alguna razón estaba muy cansada para moverme más de lo que ya lo había hecho.

Amaba tanto a este ser como solo pocos entenderán.
Lo amo tanto que, a pesar de los problemas y las trabas, de las personas egoístas y de los crueles, al final del día no podría imaginar irme a dormir sin haber estado con él por lo menos un momento del día.

Me imaginaba compartiendo nuestra casa, nuestra familia, nuestro aire.
Si habíamos llegado hasta tan lejos debía ser por algo.

Entonces recordé el sueño con su padre y sonreí por la alegría que sabía que le iba a dar a él y a todo el mundo de saber que una de nuestras bebés no era "una".

Mi suspiro de alegría lo despertó. Estaba alerta, no había que hacer mucho para que reaccionara.

Me miró un segundo y luego sonrió.

—Hola, primor— murmuré y su naríz expulsó mucho aire hacia mi rostro.

Sus ojos se clavaron un segundo en los míos y en el segundo siguiente sonrió.

—Bombón, un día de estos vas a derretirme con esos ojos— se frotó el rostro y se enfocó en mí. —Dormiste mucho, ¿cómo te sientes? ¿Te duele algo?

Hice una inspección de mi cuerpo desde donde estaba.

—Estoy algo débil y dolorida.

Me dejó acomodada sobre las almohadas y se levantó.

—Es normal, tienes que comer.

Se arrodilló junto a la cama y tomó la mano para besar el dorso, luego revisó todos mis moretones.

—Se ven mejor, ¿quieres una sopa o una crema?

Sonreí y le di una caricia tierna.
Este hombre era un sueño.

—Yo puedo hacerlo, gracias.

—No, claro que no— arrugó la frente. —No puedes levantarte de está cama por los próximos meses. Las bebés dependen de ello.

Sonreí más ampliamente que antes.
Me moría por decirle.

—Tengo algo que decirte...

—Yo también, no me cambies el tema— señaló. —El doctor dijo que todo estaba bien con ellas, pero que el embarazo era muy riesgoso. No quiero poner en peligro a Jenell, a Magy ni a tí, por supuesto.

—De acuerdo.

—Pero no hay problema porque yo me encargaré de la limpieza, la cocina, de Alice... Si no te gusta mi sopa, porque sabemos que está horrible, puedo hacer la pasta con salsa de tomate, esa si me sale muy bien. Y si ninguna te agrada seguramente la esposa de Bob va a mandarnos una porción de su comida para recalentar, ¿qué te parece?

Estar en cama por todo lo que quedaba del embarazo no era alentador, pero valdría la pena al final.
No quería pensar en el bar y las cosas en las que no podría trabajar personalmente, pero por el otro lado estaba el hecho de que iba a tener la oportunidad de pasar mucho más tiempo con Alice para adaptar nuestra pequeña familia antes de que creciera.

Además no estaba sola. Tenía un club entero de hombres fuertes que iban a hacer el trabajo pesado por mi. Yo solo tenía que quedarme en cama y mantener en el horno dos lindos panecillos mientras terminaban de cocinarse.

—Usted manda, capitán, pero tengo que decirle algo.

Su rostro se puso en blanco. Era como de películas, quise tomar mi celular para tomarle una foto pero era mal momento.

—¿Qué pasó? ¿Te hicieron algo más esos malnacidos de lo que no me haya enterado? Porque si lo hicieron te juro que iré a sacarlos del hoyo en el que tú padre los haya metido y los mataré con mis...

—Voy a tener un niño— solté sonriendo.

Primero no entendió, luego abrió mucho los ojos. Señaló la barriga y volvió a no entender.

—¿Cómo lo sabes?

—Me lo contaron en un sueño— dije confiada. Kas levantó una ceja.

—¿Hope Julian está segura de que los doctores están equivocados solo porque lo soñó?

Asentí.

—Pues Fred parecía muy seguro de lo que decía.






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