Capítulo 56

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No quería discutir con ella. Tampoco hacerla sentir mal o hacerla exaltarse.
Cualquier cosa que la preocupara podría repercutir en su salud y en las bebés.

—El dinero que yo ahorré iba a usarlo para la boda y las pertenencias de las niñas, el tuyo para la casa y arreglar los cuartos para ellas— explicó serenamente. —No necesito una fiesta, Kas. Solo hay que firmar y estaremos casados...

—Nonono— dije repetidamente. —No gastes un peso en esa mujer.

—Es mi dinero, mi madre, mi error y lo haré.

—Pero es nuestra boda— argumenté.

Me puse de pié y le di una patada en las botas a Bob para que me acompañara.

—Dame dos días— dije enojado. —Estas no son todas sus cosas, seguro que guardó dinero en otro lado.

—¿Y si no?

—Claro que tiene— tomé la chaqueta del perchero y me la puse. —O les paga y la dejan libre o lo encuentro yo y les pago. Después de eso la sacaré a patadas de la cuidad.

Me encerré en una burbuja en la cuál el único objetivo era averiguar las amistades de Candice.
A dónde iba, con quiénes hablaba, qué clubes frecuentaba además de el de nosotros. Cualquier pista medianamente introductoria a la posibilidad de que esas personas o esos lugares guardara el dinero de esa mujer.

Bob me acompañó.
Primero fuimos a ver a los Novatos, tratamos de vernos lo menos agresivos posibles y les preguntamos discretamente por ella.

Al parecer pocos sabían que tenía parentesco con mi novia puesto que no se molestaron en guardarse nada a la hora de relatar algunos de los momentos más picantes de Candice.

Era asqueroso. Estaban hablando de mi suegra.

Bob terminó por llevar la conversación a otro lado y redirigirla a dónde nos convenía.

Resultó que solía pasar más tiempo con uno de los Novatos que con cualquier otro, pero al preguntarle si ella había dejado pertenencias en su departamento él lo negó completamente. Si hubiera dejado incluso un calcetín, ese lengua larga nos lo hubiera dicho.

Llegó la noche y aún no teníamos ni una pista de dónde puso su maldito dinero.
Revisamos cada bar, cada discoteca, cada hotel barato de la ciudad donde fuera posible que Candice se hubiera escondido un tiempo y hablamos por horas con los tipos que la conocían.

No encontramos nada.

Cuando faltaban pocas horas para amanecer y ya casi no quedaba nadie con quien hablar que estuvieran en sus clubes aún, terminamos en el River's. Cómo estaba destruido no había manera de que alguien llegara a molestarnos mientras buscamos en la oficina.

—A veces dormía aquí, puede que haya dejado algo...

—Kas, llevamos todo el día buscando, creo que es momento de que reconcideres la posibilidad de que no haya nada.

Revolví los papeles de una última gaveta y al no encontrar lo que buscaba simplemente la saqué y dejé caer todo el suelo.

Estaba desesperado.
Lo más importante que tenía en la vida estaba en peligro solo porque una mala mujer se aprovechó de su corazón noble.
No le deseaba a nadie lo que estaba sintiendo. A nadie excepto a ella.

Todo esto era su culpa.

—Vamos a casa, muchacho, no queda de otra más que dejar a Hope hacer lo que ella quiere.

—Le pedí tiempo— dije.

—Candice no tiene mucho tiempo...

—¿Por qué nadie entiende que me importa un carajo ella?— lo miré molesto. —Solo quiero alejarla de mi familia. Te juro que podría matarla.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora