Capítulo 18

1.6K 119 17
                                    

—Me quedaré en su casa, papá. Viviremos juntos— escuché a lo lejos.

Oh, bombón, no creo que le hagas bien al corazón de tu pobre padre.

Marcus se acababa de ir, así que me acerqué a ellos.

—Buenas noch...

—No hace falta— levantó una mano para silenciarme. —Ya lo veía venir, no tienen porque torturarme.

Se llevó los dedos al tabique de la nariz y suspiró.
Sonreí divertido mientras que su hija se acercaba para abrazarlo, el la correspondió.

—Estaré bien papá, y te vicitaremos mucho...

—O si usted prefiere puede ser solo ella— dije.

—Vas a matarme, Esperanza Julian. Te juro que vas a matarme un día.

Cuando llegamos a mi casa eran pasadas las cuatro de la mañana. Habíamos pasado toda la madrugada en el hospital y no había dormido un solo minuto. Creo que mi falta de ello era que quería hacer demasiadas preguntas sobre el embarazo a Hope.

Bajé de la moto antes de que ella lo hiciera y puse el casco en el manillar.

—El doctor me recomendó un amigo suyo que es obstetra, dijo que era bueno que fuéramos para que nos dijera exactamente cuando tiempo tienes y qué vitaminas tienes que tomar— ella se quitó el casco y me miró con una pequeña sonrisa. —¿Dije algo malo?

Negó y bajó de la moto sin pedirme ayuda.

—Esto te emociona mucho, ¿verdad?— preguntó.

—No se compara con nada igual, bombón— la atrae hacia mí tomándola de la cintura. —Tu... lo quieres, ¿verdad?

Su sonrisa se borró.

—Por supuesto que lo quiero.

Esa simple frase detonó todo un festival del día de la Independencia dentro de mí.

—Entonces emocionate conmigo, bombón— le tomé el rostro.

—Es que no puedo— hizo una pequeña pausa. —De lo único que estoy segura es de que no quiero que sufra con una mala madre, y como yo no puedo ser una... sería mejor que no lo tuviera.

Negué.

—No digas eso, yo sé que serás maravillosa con él, eres maravillosa con cualquier cosa que haces y con cualquier ser que tocas— la besé en los labios cariñosamente. —No me imagino una mejor familia para un bebé que la nuestra.

Me abrazó fuertemente y como solía hacerlo cuando terminaban sus momentos de preocupación, escondió su rostro en mi cuello y pasó sus manos por toda mi espalda.
Sabía que esto significaba que yo la hacía sentir segura, ella me lo había dicho, por eso con el tiempo dejé de preguntarle qué le sucedía.
Besé su cabello y ella me besó el cuello.

—Te amo— susurró.

—Y yo a ti, bombón— imite sus acciones con mi espalda. —Vamos a descansar, fue una noche difícil. No piensas que perderás al amor de tu vida y te dicen que se multiplicó en la misma noche.

Soltó una carcajada que me hizo cosquillas.

La tomé de la mano y entramos a casa, a nuestra casa.
Era un hombre jodidamente afortunado, carajo.

Miré la foto de mi padre en la pared y le sonreí.
Ve esto, viejo. Ve en lo que se convirtió la vida de tu hijo, ¿no estás orgulloso? Estoy haciendo mi vida con la jovencita educada.

—Creo que no vas a dejar de sonreír en un mes— bromeó Hope.

—Tengo nueve meses para encontrar una sonrisa más amplia que esta— le solté la mano. —¿Quieres cenar algo?

—Solo quiero ducharme y dormir.

—Te tomo la palabra solo si esta vez si me esperas— le besé la frente. —Yo voy por tu ropa, adelantate.

Y así lo hizo.

Nunca me había sentido tan tranquilo y a la vez alegre en mi vida.

Mientras llenaba de espuma el cabello de Hope sentía que con el hollín del incendio se estaban alejando también todas mis preocupaciones de esa semana por el desagüe. Y cuando pasaba sus manos por mi espalda y sin poder resistirlo me abrazaba bajo el chorro de agua, sabía con seguridad que íbamos ser felices.

No había nada fuera de control, no había una amenaza, no teníamos que hacer nada más que aventurarnos a ello. Lo teníamos todo y lo teníamos juntos.

Fuimos a la cama y nos quedamos dormidos cuando tocamos el colchón.
A la mañana siguiente, un delicioso movimiento en mi cabello me despertó cuidadosamente.

Hope me estaba rascando con las uñas suavemente el cuero cabelludo y mi cabeza descansaba en su vientre.
En algún punto de la noche debí tomar esta posición.

Kasaquir, eres un idiota, vas a ponerla incómoda.

—Buen día— dijo ella poniendo algo en la mesa de noche. Era su lector de libros electrónicos.

Me acosté sobre mi almohada y la miré como toda la Deidad que era.

—Perdoname, no me di cuenta— solté un bostezo.

—Tranquilo— sonrió. —Fue muy tierno. Me levanté por el Ebook y cuando volví a sentarme en la cama pegaste tu rostro a mi vientre.

—¿Hice eso?— asintió. —Vaya, y yo que pensé que no podrías hacerme ser más cursi, bombón. ¿Qué lees esta vez?

Regresó la vista a la mesa de noche y se acomodó el cabello avergonzada.

—Eh, pues yo...— me pasó el lector y lo leí yo también, generalmente solo me decía un nombre seguido de un resumen sobre lo genial de la historia.

Me sorprendí al leer entre los párrafos consejos para una mamá primeriza y todo lo que hay que saber acerca del embarazo.

—Leí que llegará un punto en el que será muy difícil contener mi vejiga, podría orinar en el supermercado en la cama...— solté una carcajada al mismo tiempo que dejaba el lector sobre el colchón y me acercaba para besar el vientre plano de mi novia. —¿Qué dije ahora?

—Decidiste tenerlo, bombón— seguí besando el lugar donde sabía que al fondo estaba mi pequeño frijol. —¿Oíste eso? Ya puedo comenzar a comprarte cosas.

Ella se rió.

—Aún no tiene extremidades, mucho menos oídos para escucharte.

—Siente la emoción de su padre, yo lo sé.

¿Soy bueno ahora?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora