León

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Mi vida es un aeropuerto por mes. Es extraño que viva en un sitio más de ese tiempo estimado. Recién mi padre y yo habíamos llegado a Buenos Aires, pero no era la primera vez que viajaba aquí. Yo nací aquí y viví durante muchos años en este lugar, pero después de la muerte de mi madre a mi padre le dolía permanecer aquí y nos mudamos. Ocultaba su dolor metiendose de lleno en el trabajo, por ello viajabamos todo el tiempo a todas partes del mundo. Al principio me gustaba viajar a todas partes, conocer mundo, aprender distintas culturas, pero eso duró poco. Con tanto viaje, nunca pude hacer amigos, tener un novio, ni si quiera un perro... Yo se que mi padre no ha superado la muerte de mi madre, bueno, a decir verdad es algo que nunca se supera, pero se aprende a vivir con ello.

En estos momentos estaba sentada en el asiento 15-G del avión. Los asientos eran increíblemente cómodos, para ser más precisa estaba por la parte de la ventana. A mi padre le tocó en un asiento diferente al mío. A mi lado iba un chico alto, moreno de ojos verdes y con un look despeinado. Se acomodaba el pelo hacia atrás y hacia la izquierda con los dedos. Vestía con unos vaqueros desgastados y una camisa que le marcaba todo el torso. Siendo sincera le estuve mirando algunas veces en todo el viaje, era muy guapo y tenía una sonrisa preciosa. La verdad es que no hablamos mucho, solo cuando nos saludámos al sentarnos y algunas veces cuando la azafata hablaba por el megáfono, que no se le entendía nada o hablaba como si estuviese dormida. Era un chico muy divertido y muy simpático, su sonrisa era muy contagiosa.

El vuelo tardaba 13 horas y todavía íbamos 5 hora de vuelo, el viaje se me estaba haciendo interminable. Estaba escuchando música y mientras miraba por la ventana, es lo único que podia hacer. El chico de mi lado también estaba escuchando música, pero el estaba mirando para la butaca de enfrente. Yo me quejaba porque no tenía nada que mirar pero él si que no tenía nada que mirar, tenía la mirada perdida, parecía que iba a atraversar la butaca con su mirada. Eso me causo risa y se me escapó una carcajada. Él de inmediato dejó de mirar la butaca y me miró a mi. Arqueó una ceja y frunció el ceño, me miraba con curiosidad y finalmente habrá supuesto de porque me había reído y sonrió.

-Violetta-automáticamente me giré-¿puedes venir un momento, por favor?-era mi padre.

El chico de mi lado me miró con un rostro que no supe descrifrar. Inmediantemente me levanté y él se levantó para dejarme pasar. Llegué junto a mi padre.

-¿Qué pasa papá?

-¿Estás bien sola alante hija?-es obvio que me había visto reírme con aquel chico

-Sí papá, no empieces-le puse mala cara.

-Ya no me puedo preocupar por mi hija-mientras decía eso yo volvía a mi asiento. Pasando un poco de él.

Al llegar ví que el chico no estaba. Eché un vistazo hacia los lados y hacia atrás pero no logré localizarlo. Entonces me senté y volví a ponerme los cascos. Estaba escuchando una maqueta que había hecho yo misma. La letra era buena pero no me gustaba nada el sonido, ni los efectos de fondo. Al parecer el chico de mi lado volvió, pero yo no me di cuenta, ya que estaba pensando en cómo mejorar el sonido a mi canción. Canté la canción en mi cabeza y tatareé una melodía que había tocado en el piano.

-Entonces te llamas Violetta-me sobresalté al ver que estaba allí, me había asustado.

-Emm, si-cogí una bocanada de aire, me había puesto nerviosa.

Él sonrió.

-¿Qué pasa?- dije con curiosidad

-No es nada-seguía sonriendo-nunca había escuchado Violetta como nombre.

Me encogí de hombros.

-¿Qué escuchas con tanta concentración?-dijo con curiosidad

-No es nada-paré un momento-no me se tu nombre-dije, como indicándole que me lo dijera.

-Me llamo León.

Leonetta, es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora