No TODO es lo que PARECE.

861 62 32
                                    

Arnold estaba en el lugar preferido donde sus pensamientos se hacían más claros y los recuerdos siempre había sido en su mayoría, muy dulces, pero también tragos de amarga tristeza.

Cuando tenía 14 años, estaba en mi alcoba, recién había tomado una ducha, para comenzar al día siguiente con la escuela, una ocasión más para ver a mi adorable Helga. Recien habia terminado mi parte del proyecto escolar, estaba seguro que al profesor estaría satisfecho con el trabajo que había realizado junto con Stinky, Sid y Gerald, pero más que impresionarlo a él, era esperar el reconocimiento del que Helga me daba con palabras motivadoras  disfrazadas de insultos.

El sol empezaba ocultarse, mi madre llamaba para bajar para cenar, recuerdo haberme apresurado y decirle que en un momento bajaba  pues aun acomodaba las cosas para la escuela, empecé a guardar mi proyecto, cuando una silueta se reflejó en los cristales que tengo por techo en mi habitación, por un momento creí que un ladrón trataba de meterse a la alcoba, asi que subi con mucha cautela armado de un bat en mis manos, de algo estaba seguro, ese ladrón no se saldría con la suya.

Subí y debo admitir que temeroso, me acerque demasiado cuando escuche diminutos sollozos sobre la pequeña bodega de madera sobre mi azotea, recuerdo haber preguntado.

¿Quién está ahí?, pero nadie respondió, camine acercándome más hacia el lugar con el bat en posición para atacar, cuando entre, respire profundamente aliviado al saber que no era ningún ladronzuelo si no mi pequeña Helga, que estaba sentada sobre mi azotea con sus piernas dobladas pegadas a su lecho mientras las abrazaba con fuerza y la acompañaba una mirada funesta. Deje a un lado el arma con la que pensaba defenderme y me senté a un lado de ella.

—Helga ¿estás bien?,—dije sin preguntarle qué hacía ahí, tan tarde en mi azotea..

Ella dijo, —si cabezon ¿por que no habria de estarlo?—contesto algo molesta.

—No pareces estarlo ¿necesitas que te ayude en algo?—pregunté de la manera más sincera.

—Si Arnold Shortman, necesito que no digas nada y…—dudo para hablar —que...que  siempre me ames—me dijo recostandose suavemente sobre mi pecho,

Me pregunté si era posible dejar de amarla algun dia como en aquel entonces la amaba, su dolor era el mío, no dije nada en ese entonces, solo la abraze y los momentos de silencio nos acompañaron durante un largo tiempo. Ahora entiendo que el motivo de su tristeza siempre fue la familia que debió protegerla y que olvidó hacerlo. Tu amparo siempre fue junto ami mi princesa y siempre sera asi.

Helga me dijo que la amara por siempre, la respuesta es sí, mi amada Helga, te amaré por siempre
—Recordaba Arnold.

Helga me dijo que la amara por siempre, la respuesta es sí, mi amada Helga, te amaré por siempre—Recordaba Arnold

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Tok...tok…—simuló Gerald el toquido de una puerta pues recién llegaba a su encuentro—¿que paso viejo?, me conto tu mama sobre lo de Gertie, ¿crei que eramos amigos?, esa cosas no se ocultan—dijo dándole un golpe en el brazo a Arnold.

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora