¿Donde estas?

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Habían pasado dos días del oscuro secreto de la gran familia Pataki, me sentía aún inquieta por lo sucedido y las salidas de casa se habían vuelto algo que era imposible, no había querido salir en absoluto un dia antes de casa, temía que alguien en la calle me juzgara o dijera un comentario que me hiciera sentir mal respecto a lo que tanto años me habían torturado porque de por sí, todos los insultos que me pasaban en la cabeza me parecían ser ciertos. Esa mañana, despabile con un dolor de cabeza terrible, tal vez porque durante estos días las interrupciones de sueño durante la fría noche eran constantes solo para mirar con desilusión que mi celular no tenia ni una sola llamada o mensaje y de mi hermana mayor Olga, ya que, no respondía mis llamadas, estaba realmente preocupada por ella y mas que solo torturarme con afán masoquista me recordaba no ser yo quien le dijera la veracidad de las cosas. Phoebe y Gerald nos había visitado, con todo el problema se sentían preocupados y en sus respectivas vidas sociales y el tema de ese grupo de personas con las que solían reunirse de algunas veces cuando estaban con nosotros, solo eran sobre nosotros, el tema de conversación favorito debido a su nescencia de aquella multitud que su única satisfacción era tener algo más en la boca que un simple café o un bocadillo en la mesa al percatarse que sus propias vidas aburridas habían dejado de ser importantes, no obstante, nuestro mejores amigos, ellos eran los que daban la cara por nosotros mientras nuestros oídos no escuchaban lo que los demás murmuraban, sin embargo, sabía que esto era serio y aunque realmente jamás me había importado lo que decían sobre mi, esta ocasión había sido diferente porque en parte,sabía que muchos de los "hipócritas, mal hija, o traicionera" como me llamaban en por aquella vieja pantalla eran la franqueza hecha en palabras para darme puñaladas de culpa una y otra vez. Que fácil estar del otro lado juzgando por palabras pero no con la verdad así que solo eso pedía... quería dejar de pensar...

-¿Como dormiste hoy?- me pregunto Arnold con un beso en mi frente mientras seguía recostada con los ojos cerrados pero mi mente más que despierta.

-No muy bien-respondí con desánimo-este día tampoco será mejor que el de ayer, no se nada de Olga-di un pequeño parpadeo solo par aclarar la imagen de su rostro.

-Estará muy molesta, demosle mas tiempo o ¿deseas que la busquemos en casa de Miriam?, tal vez ella regresó.

-Eso es imposible, la conozco muy bien, y tanto como por mi igual se siente de traicionada por Miriam, suspire con dolor solo espero que no se haya ido sin despedirse de Hillwood.

-¿Crees que regresaria a París?.

-No lo sé Arnold, sus cosas deberán estar en casa, hoy sabre que paso, iré hablar con Miriam y tratar de solucionar las cosas con ella y despues tratare de buscar a Olga por donde sea.

Veía su rostro, creo que estaba igual de agotado que yo, lo siento tanto Arnold, no eres tu el que debió pagar con todo esto, sin embargo ahí estás sosteniendo-pensaba mientras observaba sus lindos labios mover por cada palabra.

-¿Estás lista para salir? -me preguntaba Arnold angustiado.

-Claro que no, pero debo hacerlo, como dijo Lila entre más pronto mejor.

Recordé sus palabras de aquella pelirroja dos noches atrás pero algo malo debí haber hecho algo mal porque después de eso el rostro de él, fue... diferente, solo se levanto de la cama rápidamente y tomo su toalla para ducharse con indiferencia.

-¿Dije algo malo?-pregunté un poco confundida por su actitud repentina.

El parecía no escucharme, buscaba las cosas para ducharse como su costumbre pero su rostro seguía igual, no existe otra palabra con cuál describirla solo... extrañamente.

-Arnold-llame una vez más-¿qué pasa amor?-dije yendo hacia él girando hacia mi.

Arnold me miró con seriedad, no sabia que era lo que le molestaba pero su actitud realmente era algo que me perturbaba, tome de sus manos para después pasar las mías sobre su rostro.

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora