Adiós Gertie.

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Un taxi tomamos desde el aeropuerto a nuestra llegada a Hillwood, Arnold tomaba mi mano en completo silencio al igual que yo, parecía que los temas de conversación y los días de felicidad en Las Vegas habían concluido tras desagradable noticia, Gertie había estado enferma una vez más y sentía mi corazón estrujar como seguramente lo sentía mi esposo. Gertie era tan especial para todos ellos y una gran amiga mía que era difícil asimilar que podía ser tan débil cuando siempre la creí tan fuerte.

Cuando por fin llegamos, Arnold bajo temerosamente cada una de las maletas y en sus torpes movimientos me acerqué para ayudar, entramos en tan alarmante situación directo al cuarto de Gertie dejando las maletas sobre aquel corredor que llevaba a las escaleras, cuando llegamos, el doctor de cabecera revisaba las pulsaciones de Gertie que yacía sobre la cama con una piel más clara de la acostumbraba a tener.

-Ya estamos aquí-gritó Arnold acercándose a Gertie mientras Miles y Stella me abrazaban con un saludo doloroso.

-¿Qué tiene doctor que sucedió esta vez?-decía ansioso mientras se hincaba para tomar la mano de mi querida amiga.

-No se decirte exactamente qué es lo que sucede, habría que hacer más estudios, su corazón suena muy débil y le cuesta mantenerse despierta yo recomiendo llevarla al hospital.-decía el doctor con la mejor de las intenciones.

-No me llevarán a ningún lado-ordenaba Gertie con voz muy tenue-no permitas que lo hagan Kimba.

-Abuela, debes hacer caso, debes obedecer al doctor.-trataba Arnold de convencerla.

-No me moverán de este lugar-dijo firmemente ella.

-Hemos tratado de convencerla toda la mañana-interrumpió Miles- pero todo esfuerzo ha sido inútil hijo, mamá parece estar demasiada cansada y no quiere tomar ninguno de sus medicamentos ni bocado desde que despertó.

Arnold miraba a sus padres con angustia y ellos hacían lo mismo, tal vez todos sabía lo que pasaría pero ninguno se atrevía a decirlo, al menos no en voz alta. Camine hacia Gertie, y me senté a un lado de su cama, debía hacer lo que una buena amiga hace en un momento así y era platicar de lo bueno de la vida.

-Hola Gertie,-dije con normalidad.

-¡Eleonor!-dijo con sorpresa-me da gusto que estés aquí en este momento, dime una cosa ¿te sirvió el vestido?-dijo tomando mi mano en dificultosa sonrisa

-Mucho-respondí con una sonrisa que me costaba mantener-gracias, lo he Guardado muy bien para poder regresartelo, -tome su mano.

-Oh déjate de eso, era un regalo, adonde voy no lo necesitare-decía mientras todos mirábamos con un corazón destrozado-¿No te hiciste de rogar verdad?, mi nieto estaba preocupado por eso.

-Por supuesto que no, -conteste entre suspiros-jamás lo haría, aunque debo admitir que fue muy sorpresivo, desearía que hubieras estado ahí.

-Yo también-dijo melancólica-pero ven acá hija mía, bienvenida a la familia-dijo recuperándose mientras extendiendo sus brazos para poder darme un cálido abrazo.

-¿Esperen que está pasando?¿Vestido?¿Bienvenida a la familia?-preguntaba Stella confundida.

-Madre,-interrumpió Arnold- deseábamos decírselo de otra manera pero así es, Helga ahora es mi esposa, hace dos días nos casamos en las Vegas-dijo Arnold sin despegar su tierna mirada de mi y de su abuela.

Miles y Stella se miraron uno al otro con sorpresa y se abrazaron sonrientes en señal de aprobación, pero no dijeron más pues el momento no era el correcto para felicitaciones o abrazos.

Cinco segundos de silencio Gertie me miró con las ganas de despedirse de mí de verdad.

-Miles, Stella, Arnold, Doctor, serían tan amables de dejarme un momento a solas con Eleonor.

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora