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Wolfgang.

Venganza, lo único en lo que pensaba mientras mordisqueaba un pedazo de espiga que tome de aquella vieja casa abandonada en la que solíamos usar Edmund y los otros muchacho mas de la secundaria, cuando faltar a clases era mejor que escuchar algún molesto regaño de los ineptos profesores por haber molestado al más debilucho del salón.

-Más rápido...-le gritaba a Edmund que manejaba de vuelta al viejo suburbio- eres un idiota, debí manejar yo.

Me miró con enfado pero sumiso como siempre, sabia aun su lugar y eso era agradable. Es bueno saber que siempre habrá cosas que nunca han de cambiar ser yo el de arriba al menos con ellos siempre es algo gratificante.

Hay Bob Pataki, estaba tan ansioso y desesperado por que este día llegara, el día en que fueras por lo menos un poco miserable así que mientras el tortuga de Edmund manejaba yo marcaba a tu movil esperando ansioso que me contestaras, solo para decirte la sorpresa que tenía preparado para ti, una sorpresa llena de venganza envuelta de placer y dicha. Que bien se sentía este sentimiento de tener el control una vez más como solía tenerlo en mis mejores años en la adolescencia.

No contestabas, pero no te culpo, alguien para tu edad tan viejo y cansado como lo eres todo tú, tal vez necesitaba un poco de tiempo, asi que volvi a marcar para que esta vez si tuviera que escuchar tu asquerosa voz que soltaba un bostezo debido al descanso que tienes por no tener que trabajar como lo hago yo para poder siquiera comer, pero ese descanso desaparecerá pronto.

-BUENO...-respondiste "tan amable" como siempre.

-Que tal Bob, habla Wolfgang, espero que no me hayas olvidado-dije mirándome un rato.

-OH maldita sea, ¿qué quieres ahora?-note tu voz de fastidio.

-Divertirme un rato-dije aún más eufórico de la emoción.

Guardaste silencio unos segundos tratando de comprender mis palabras, pero tu imaginación no fue más allá de lo que pensaba a si que preguntaste absurdamente.

-¿De que hablas idiota?.

No podía esperar a decírtelo, así que envié directo la imagen a tu móvil.

-De esto, ahora puedes mirar tu móvil, yo aquí espero-dije ya extremadamente divertido mientras Edmund reía conmigo.

Pude sentir tu terror que salía de tu respiración al ver a tus hermosas hijas atadas ahí, en esa foto que inspiraba temor a cualquiera.

-¿Pee... pe... pero.. qué has hecho estúpido?-dijiste tartamudo escuchándote por primera vez débil, débil de verdad.

-Vamos Bob, necesito explicártelo.

-Te di el dinero y lo rechazaste, ¿PORQUE DESQUITARSE CON MIS HIJAS?.

Gire los ojos al escuchar tu estúpida pregunta ante tu intento absurdo de no perder el control.

-¿En serio Bob?, porque yo recuerdo que la cantidad no era la esperada.

-¿La cantidad esperada? ¿por la porquería de trabajo?, no fueron capaces de lograr el trato, ESE NO ES ASUNTO MÍO.-gritaste exaltado.

Mi pensamiento se llenó de ira inmediatamente, ¿no estabas entendiendo o solo jugabas a hacerte el estúpido con esto?, ¿me aferre a este plan y deje una vida a la que empezaba a acostumbrarme solo para esto?, No Bob, me hiciste soñar y aspirar a tener solo un poco del merecido descanso que ahora tu tienes, aspirar a no dormir en un cuarto infestado por termitas por las viejas paredes del apartamento, a dejar de tomar el bus para tener que llegar al trabajo, a dormir en un mejor colchón, no lleno de hoyos y resortes salidos como los que acostumbro sentir todos los días, a comprarme el mejor vino en vez de tomar un simple licor corriente que solía compartir con los chicos de la calle y peor aún, sacrifique a mi propia esposa para que tuviera siquiera unos miseros dolares, estás en un error, esta vez, el que sacrificara otras cosas, serás tú.

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora