El acuerdo.

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—Iré con ustedes—mencionó Jake tomando de la silla su chaqueta.

—No es necesario, es mejor que te quedes, Olga llegara en cualquier momento y empezara a hacer preguntas, es mejor que esto sea solo entre el y yo—decía Helga.

—¿Helga, estás segura?—preguntó Jake preocupado.

—Muy segura jake—contestó con una sonrisa.

—Deja de preocuparte Jake, yo iré y cuidaré de ella, como debió haber sido siempre—interrumpió Arnold

Jake lo miró con recelo.

—Eso espero Arnold, no permitas que la lastimen—aclaraba Jake.

—No lo haré—Respondió Arnold tomando de la mano a Helga.

El castaño veía preocupado alejarse a la pareja para después regresar al lugar para esperar a Olga, Arnold y Helga subieron al auto, aquel viejo cacharro que solía usar su abuelo hace unos años atrás dirigiendo su rumbo al gran emporio Pataki el lugar más probable de encontrarlo, la ojiazul, miraba a través del cristal de la ventana del copiloto como solía hacerlo cuando pensaba en las cosas que la perturban, sentía un nudo de nervios dentro de ella y planeaba cada una de las frases con las que empezaria a enfrentar a Bob pero ninguna era la adecuada.

—Tranquila Helga, todo estará bien, solo no lo pienses demasiado—dijo Arnold tomando de su mano que conducía con la vista fija al camino.

—Arnold, no puedo evitar sentirme de esa manera aunque estoy decidida a enfrentarlo, sólo quiero vomitar del los nervios —tocaba su estómago—no puedo evitar sentir el temor de alguna represalia contra cualquiera de nosotros teniendo a esa mujer de su lado, ahora estas sin trabajo y empiezo a sospechar que la construcción de la fundación se detuviera, tiene por todos lados el nombre de Bob, no es justo que haga esto. Lamento el que te despidieran, se como disfrutabas tu trabajo—decía cabizbaja.

—No te preocupes por eso amor, cuando nos vayamos de aquí las cosas serán diferentes, además creo que es hora de probar cosas nuevas.—decia animoso.

—Si, tal vez tengas razón—asintió ella con la cabeza entristecida—dime una cosa Arnold, ¿no extrañaras dejar todo esto? toda tu vida la has pasado en Hillwood, te esforzaste mucho por poder convertirte en maestro, ¿no lo extrañaras?

Arnold pensó por unos momentos antes de responder.

—Tal vez, pero se que en cualquier momento podría hacerlo, hace unos años Eduardo el amigo de mis padres me propuso quedarme San Lorenzo para enseñar a los pequeños niños analfabetas del lugar pero no era el momento.

—¿Pudiste dejar este lugar y no lo hiciste?—preguntó sorprendida—pero te enamoraste de San Lorenzo igual que tus padres lo hicieron, ¿Fue acaso por que ya conocías a Sophie?

—Fue una razón—contestó serio mirando el camino—lo hice por mis abuelos, ellos no serían para siempre—suspiro—así que solo quise disfrutar cada momento a lado de ellos.

—Yo haria lo mismo—contestó ella sonriente— ellos eran el mejor tesoro que alguien podría tener ¿como dejar algo tan preciado?.

—Lo se, aunque en tu regreso haría cualquier cosa por ti, incluso dejar este lugar aun si mi abuela estuviera aqui, se que eso es lo que ella queria y estaria en buenas manos con mis padres.

—Arnold es muy lindo todo lo que haz hecho por mi y tus palabras me tranquilizan pero odiaría que dejaras lo que te a costado tener sólo por mi —se entristeció.

El miró rápidamente a su lado notando la expresión de Helga que tenía un semblante caído.

—Cuando rechazaste a aquella obra de Damien lo hiciste por las mismas razones que yo, pronto cumpliremos nuestros sueños pero juntos mi querida princesa, y aunque sacrifiquemos cosas ahora tendremos cosas mejores en el futuro ya lo veras—beso su mano

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora