Las Vegas.

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Arnold y Helga por fin habían llegado a Las Vegas, ella había dormido la mayor en todo el viaje mientras el no dejaba de sentir la emoción de pasar todos esos días a lado de Helga

Pronto el avión aterrizó sobre el aeropuerto.

Hemos llegado amor,despierta dijo Arnold acariciando el cabello de Helga.

—¿Tan pronto? preguntó frotándose los ojos— aún tengo sueño.

—Lo sé amor, pero es hora de bajar—dijo que Arnold divertido ante el cansancio de Helga.

Arnold  se levantó del asiento y comenzó a bajar las maletas mientras Helga aún somnolienta lo seguía detrás de él ambos bajaron del avión hasta llegar a la salida de aeropuerto.

—Bien ¿a dónde debemos ir? preguntó Helga bostezando.

—Déjame ver el nombre del hotel —contesta Arnold buscando dentro de su bolsa su celular con los datos—El hotel se llama

—¿Estará muy lejos de aquí? —preguntó Helga

—No lo sé, pero tomemos un taxi para que nos lleve hasta ahí—tomó las maletas nuevamente.

Píp… pip... tocó el claxon una limusina negra que llegaba a su encuentro, quedando frente a ellos.

—¿Y esto?—preguntó Helga con confusión

—No lo sé— respondió Arnold.

El chofer de la limusina bajó del auto y se acercó hacia ellos.

Buenas tardes señor shortman y señorita pataki yo seré su chofer en su estancia aquí en Las Vegas, la señorita Ronda ha contratado mis servicios por todo este tiempo así empezaré por llevarlos al hotel en donde se hospedaran.

—Vaya que ronda es espléndida —dijo Arnold impresionado

Helga sonrió y asintió con la cabeza

—Por supuesto que sí —Dijo Helga mofándose.

Permíteme subir su equipaje dijo el chofer abriendo la puerta para que ambos subieran auto.

—Gracias,— respondió Arnold tomando a Helga de la mano para que subiera primeramente.

Ambos subieron dentro del auto, Arnold pasó su brazo con delicadeza alrededor del cuello de Helga mientras que ella se recostaba sobre su fuerte pecho.

Helga pensaba en lo mucho que Ronda había hecho demasiado fácil el viaje, no tenía que preocuparse por muchas cosas, definitivamente uno de los mejores regalos que pudo haberles dado, pensaba en lo mucho que Rhonda se había vuelto especial en su vida y lo inteligente y sagaz que podía ser pues ella nunca dejaba cabos sueltos, todo lo hacía más sencillo y cómodo aunque ahora ya no alardeaba con eso y nunca lo mencionaba, desde que se reencontró con ella siempre fue muy espléndida, era increíble que Rhonda dejará ser tan egoísta, ahora que ya era mayor, todo en ella había cambiado. La vieja Lloyd era demasiado envidiosa con sus cosas, con lo que tenía y hasta con las personas que la rodeaban, sobre todo, si se trataba de dinero, pero la vida le había enseñado que nada de eso la llevaría a ningún lado y que lo más importante y lo que tenía más valor, venía en forma humana y esta vez eran sus hijos.

El chofer no dejó de conducir hasta llegar al hotel designado, tardaron trasladarse Pues el tráfico empezaba a ponerse Pesado

—Hace demasiado calor—dijo Helga abriendo la ventanilla del auto—¿ llegaremos pronto?—preguntó al chófer.

—Pronto llegaremos—respondió él—sucede que es hora pico, muchos regresan a casa a esta hora por eso se ha congestionado la zona pero llegaremos pronto—aseguró.

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora