PERJUICIO

529 43 15
                                    


-Sentí una presión en el pecho pero no quería detenerme camine aun mas rápido mientras luchaba con el viento por mantener firme el paraguas por el viento que insistía en arrebatármelo, las lágrimas rodaban por mis ojos inconformes del suceso que destrozaba mi alma. Apresure aún más el paso para alejarme por completo de él, al menos hasta doblar la esquina y resguardarme en esa pared fría hasta sentir lejos su presencia y romper en llanto una vez más, aunque la preocupación de esa mano sangrienta me despertaba miedo, no podía creerlo el daño que le hacía no solo era emocional, ahora físico también y es que ahora, él, el ser más noble que conozco en esta desventurada vida era capaz de perder todo control sobre sí mismo, me preguntaba acongojada si pudiera convertirse tal vez en alguien de lo que jamás pensé ver en el. Criminal... las palabras de Gerald venían sobre mí como espadas atravesando mi corazón, -No es el mismo... -y definitivamente no lo era y mi obligación era sentirme culpable debido a eso pero...¿ qué podía hacer? si Bob me tenía presa de miedo. Sabía que Jake esperaba por mi en la cafetería y yo aun estoy aquí perpleja y tiesa sin poder moverme solo deseando correr a los brazos de Arnold otra vez.

Quiero asomar la vista solo para verlo una última vez o si acaso él sigue mirando la ausencia que deja tras él, pero hacerlo sería un grave error, se que no me controlaría y cualquier deseo sucumbiría al pecado de caer en el otra vez y su vida correría riesgo. VETE HELGA Y SIGUE AVANZANDO Y NO TE DETENGAS...ALTO ¿pero que estoy diciendo? El me necesita, él necesita de mí en este momento, su... su mano sangraba y podría pasarle algo en el camino a casa. Que estúpida Helga, ¿por qué no le hablaste?, solo le hubieras preguntado si estaba bien y seria todo, no hay nada de malo en eso ¿oh si?. Criminal... que patética Helga, buscas una excusa para verlo, pero no puedes evitarlo, solo esta vez, después de todo te iras y jamas lo volverás a ver, solo asegúrate de que este bien después de todo ¿que tan malo puede ser?

Helga , volvió apresurada donde ese encuentro que ahora veía encantador, sus pasos la llevaron de vuelta a la esquina de vuelta conmocionada y anhelante de que aun estuviera ahí y para su sorpresa así era, Arnold permanecía pensativo, miraba al cielo con tristeza que era expresada por esos ojos aguados y cristalinos sin importar que la brisa con su constante necedad de no parar lo empapara de su frío y aunque su mano le dolía no se comparaba con el desprecio de Helga y aquella mirada última sobre ella tratando de almacenar su aroma que el viento se había llevado, solo le quedaba recordar ese momento por siempre como su mejor despedida ahora que ella se marcharía de nuevo y él deseando que así no fuera. Helga solo se escondía para contemplar aunque sea su imagen con las palpitaciones aceleradas que la hacían estremecer su cuerpo, sentirse y como una adolescente inconsciente y sin medir las consecuencias de eso no habría nada de malo si lo procuraba desde lo lejos y saber que él estuviera a salvo y contemplarlo aún ahí, mojándose bajo la lluvia con la mirada perdida al cielo dejando que la lluvia envolviera su pena y consumiera su amor por ella. Simplemente era encantador para la menor Pataky, con los rayos de la luna que lo irradiaban de repente cuando las nubes deciden alejarse y darle oportunidad a esa Luna que lo alumbrara en su dolor y hacerlo lucir más encantador y deleitar solo la vista de la ojiazul que suspiraba con desdén.

-Oh Arnold...-murmurando aún oculta para no ser vista.

Arnold dio media vuelta de regreso al bar resignado y la rubia se movía siguiendo cautelosamente. La mente del chico cabeza de balón divagaba con una encrucijada de la que no podría salir nunca e ignorante de que Helga seguía tras de él como una loca obsesionada como cuando era una niña, siguiendo cada uno de sus pasos quería correr y abrazarlo, pero se conformaba con mirar solo su fuerte espalda que deseaba arañar en una sentida reconciliación en la cama pero eso era nulo y seguir su caminar con sus torpes movimientos que lo hacían tropezar de vez en cuando por el alcohol eran su único deleite.

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora