El Rescate.

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-Usted asegura ¿que fue Arnold Shortman, el exesposo de Helga Pataki?-repite una vez más pero esta vez con una mirada de sospecha.

David lo miró acongojado y sin opción respondió una vez más...

-Podría jurar que fue él...-dijo en un exhalo.

-Bien señor David, gracias por su declaración pero no es suficiente , deberá esperar un momento más aquí, aunque lamento que sea en el estado en que se encuentra, es mera rutina, necesitamos encontrarlas lo más pronto posible y usted es parte clave la investigación, su declaración nos servirá de mucho.-dijo el oficial tomando su chaqueta en las manos.

-Por supuesto pero... Y... ¿qué harán ustedes?-preguntó temeroso.

-Hacer lo que hay que hacer, investigar al Sr. Shortman.

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El sol empezaba a ocultarse, los colores tornasoles comenzaban a sobresalir en el cielo para darle la bienvenida a la anochece pero la noche esperaba impaciente, parecía el tiempo pasar mas lento justo en ese momento, en donde Helga miraba a través de la ventana con dificultad, solo ver como sus sombras empezaban a hacerse menos pronunciadas deseando que la noche aun no llegará, necesitaba de la luz del día para salir de ahí con su hermana y no perderse entre el montón de bosque que se veía que era claro que había alrededor, pero también sabía que la oscuridad le sería útil en ese momento, pero... necesitaba un milagro, un descuido de ese par de idiotas que jugaban cartas en aquella mesa vieja disfrutando de un par de cervezas. Helga , se sentía muy débil y torpe, el cansancio realmente era algo que no podía fingir, pero su fuerza de voluntad de vivir y salvar a su pequeño e indefenso bebé y a su hermana podía más que cualquier otra cosa que la debilita en ese momento, así que levanto su pierna y su vestido rosado para dejar de ocultar el pedazo de vidrio que había escondido debajo de ella, carraspeó un poco pero discretamente para llamar la atención de Olga que comenzaba a cabecear debido al cansancio.

-¿Estas bien Helga?-preguntó Olga acongojada al captar los gestos de su hermana que le indican mirar hacia el suelo hasta mirar ese trozo enorme de vidrio rozar la pierna de su hermana -¿Que planeas hacer con eso?-susurró Olga con sorpresa.

-Solo empujalo con tu pie hasta mis manos-susurraba igualmente ella.

-Noooo.. -meneaba la cabeza de un lado a otro.

-Olga, Maldita sea, si no lo haces no saldremos de aquí y nos mataran.

-Nos verán hermana y ahí si nos mataran.

-Hazlo Olga de una buena vez, está oscureciendo y están entretenidos jugando hazlo, vamos, apresúrate...-insistió Helga molesta.

Olga hizo como Helga ordenaba pero sin apartar los ojos de ellos; temerosa, movió su cuerpo con dificultad lo más cerca de su hermana menor y estiraba lo más que podía sus piernas para llegar hasta ese pedazo de vidrio filoso y de gran tamaño lo más pronto posible deseando no ser vista por ellos y que su única posibilidad de salir fuera arruinada.

-¡Estás haciendo trampa...!-refunfuño Ludwing molesto haciendo que en sobresalto Helga y Olga pararan lo que intentaban hacer.

-¡No sabes perder tonto, admitelo eres un mal perdedor!-reprendió Edmund victorioso igual de entretenido en la jugada.

-Quiero la revancha-insistió Ludwing acomodándose en el asiento.

-Como quieras-respondió Edmund triunfante.

El par de idiotas como Helga solía llamarlos volvieron a su partida ignorando los movimientos de Olga que volvía a lo suyo, alcanzando el vidrio punzocortante, lo empujaba con su pie lo más que podía, a veces alejando demasiado de Helga pero al final lograba volverlo al camino más cercano a las manos de su hermana menor que trasudaba de los nervios deseosa de tomarlo lo más pronto posible en sus manos.

Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora