De Regreso...

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—Ya era las 5 de la tarde cuando recorría las calles de Hillwood, parecía que fue ayer cuando dejé amigos y recuerdos en esas viejas calles desgastadas por los años.

Han pasado ya 10 años desde que me aleje al término de la secundaria, por querer tener algo mejor que solo tristes vivencias que mi infancia me habían dejado.

Cansada de sufrir penas decidí mudarme a Francia, París ya que mis calificaciones eran bastante buenas para que Bob dejará mudarme con mi hermana Olga a vivir con ella, que por cierto, seguía siendo perfecta en todo, empecé a esforzarme para ser buena en todo al igual que ella, ya que era la única salida que encontré para no encerrarme en un mundo en donde ni Míriam y Bob me entendían, así que recordé que aunque Olga fuera demasiada fastidiosa conmigo era la única que me mostraba afecto de vez en cuando.

Tuve una mejor vida en París a lado de Olga, me dedique a estudiar artes escénicas algo raro en mi ya que era una niña muy ruda, quien pensaría que Helga G. Pataki podría ser una gran actriz de teatro y sobre todo una actriz muy bien pagada.

Tengo muchos pasatiempos y uno de ellos era apoyar una fundación para animales en calle, nunca tuve un perro ni un gato pero ese amor llegó cuando tan solo tres semanas de haber llegado a Francia después de salir de mi clase de ballet encontré un cachorro abandonado en uno de esos sucios callejones en donde era común encontrar todo tipo de basura, ahí tan solo y oscuro había un pequeño perro blanco con pequeñas manchas cafés, solo escuchaba sus pequeños ladridos como pidiéndome auxilio, podía ser ruda pero no insensible así que me acerque y ahí estaba él, en una pequeña caja mojada tal vez de toda la basura y desperdicio que había alrededor, lo mire y solo reflejarme en él cuando así lograba sentirme por las noches en mi alcoba cuando no había a nadie a quien molestar más que escuchar sus horribles gritos de Bob por la casa y perseguir con furia a Míriam, me apiadé de él y juntos fuimos a casa, él fue mi amigo por tres años hasta que murió por una infección en su cerebro por algún tipo de parásito que lo había invadido, su nombre era Balto, aún lo extraño pero pese a ese triste momento decidí tener una fundación que obtuve gracias a la ayuda de mi hermana Olga., algo que me encanta hacer en tiempos libres, ayudando a esos seres que necesitaban cariño y amor como yo en su tiempo y que en muchos casos eran mucho mejor esos indefensos animales que los mismos humanos.

Mirando por las ventanas del auto rojo que conducía en Hillwood rumbo a casa de mis padres justo en un semáforo en rojo veo a un joven atractivo alto de buen porte y ojos azules, lo que me atrajo a mirarlo era que me hacía recordar al viejo amor que había dejado en París, su nombre era Damien, un director de escena muy famoso con el que trabajé mucho tiempo, gracias a él mi fama creció bastante y me abrió las puertas a muchos lugares y países así que viaje tanto a lado de él que era imposible no enamorarme, pero en este ambiente nada es real y lo aprendí de la mala manera. En una gira en España lo encontré con una extra bailarina en situación comprometedora demasiado para si quiera decir lo sucio que puede siquiera pronunciarlo, ¿su excusa?; "es algo pasajero" algo en lo que absolutamente no estaba de acuerdo, pero no soy de esas personas que perdonan una infidelidad ¿Por que? No es fácil explicarlo pero no era es el estilo de Helga G. Pataki, así que sin piedad alguna, finalizó aquella relación  que probablemente me ataría a un completo tormento, no quiero crearme uno para mi vida, no como pasó con Miriam y Bob, por supuesto que ¡NO!, eso no me pasaría a mi, ¡JAMÁS!.

Siguiendo el rumbo, disminuia la velocidad del auto, estaba segura de donde estaba y estremecía mi ser al sentir cerca esa calle que acostumbraba frecuentar; sí, esa querida casa de huéspedes, asombrada por el cambio, observaba algunos cuantos pisos de más; pintura nueva, plantas nuevas adornando la entrada y detalles que no puedo terminar de describir pues la noche caía pero aun con todo ese disfraz, no dejaba de ser la misma casa que preserva mis mas grandes momentos de dicha y felicidad y sobre todo el hogar  donde vive el amor más grande y puro e inocente que alguien puede tener; el primer amor mi querido Arnold.

¡Por Dios alguien se ha asomado por la ventana!. Esa ventana de la que en muchas ocasiones lo observaba desde abajo cuando era una niña, esa era su alcoba. ¡Criminal! Pareciera haber sentido mi presencia, ¿acaso será él? ¡Tonta infeliz! Peleas por el olvido y sigues insensata frente a su ventana. En fin, respira y trata de dominarte, pues... es un asunto olvidado ¿no?, así lo decidí hace tiempo. Finge demencia Helga, ¡solo hazlo!. Así que continuo en el camino, con normalidad, fingiendo total indiferencia, algo que hago muy bien, y eso es fingir que no me importa...

 Así que continuo en el camino, con normalidad, fingiendo total indiferencia, algo que hago muy bien, y eso es fingir que no me importa

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Recordar, no siempre duele. Arnold Y Helga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora