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-Llegas tarde.

¿Por qué las cosas tenían que darse así?

-Lo siento, no volverá a suceder. -Se disculpó Park.

Desde la muerte de Jisoo, dos años ya de eso, su suegro lo odiaba con toda su alma. Yang Hyunsuk parecía no tenerle piedad.

Jinyoung lo entendía. El hombre había perdido a su hija... Pero ¿el que?

¿Él no tenía derecho? Había perdido a quien más amaba. A la madre de su hija justo el día del nacimiento de su bebé...

-Eso lo he escuchado muchas veces, Park.

Park quería llorar. Él jamás hubiese sido capaz firmar nunca aquellos malditos papeles, si tan solo hubiera sabido lo que eran...

- -

-Ryunnie.

Ya en su hogar Park se mantenía jugando con su pequeña hija. Ryujin amaba jugar a los Carritos de juguete. En especial con uno rojo brillante.

Aquel pequeño mustang rojo, era nada más y nada menos uno que había comprado Jisoo, cuando ella se aferraba a la idea de que esperaban un niño.

-Appi. -Mencionó la niña a la vez que apuntaba al móvil de su padre.

Jinyoung se había perdido en cuidar a su hija, y al ver su teléfono sonar contestó rápidamente, sin ver quien era el remitente.

-Diga...

-¡Nos vamos! -La emocionada voz de Mark sonó fuertemente.

-¿Eh?

- -

-¿No crees que exageras?

-¡Claro que no! -Alegó Park ante el poco tacto de su estúpido mejor amigo.

El menor solo levantó una de las manos en rendimiento. Su mayor no tenía remedio.

-Bien, esta es la pañalera, su mochila de juguetes, su maletin de biberones... -Yugyeom dejó de prestar atención cuando sintió algo correr por el espacio entre su cuello y su hombro.

-Vrum Vrum... -La pequeña Ryu, paseaba un carrito por la parte de su tío el cual la tenía en brazos.

Yug quería derretirse de ternura, pero si lo hacía Ryujin se caería y Jinyoung terminaría por matarlo.

-Eso es todo... Yug...

-Tranquilo Hyung... tu tranquilo yo nervioso.

Con ello el menor le cerró la puerta en la cara al mayor.

Sería una larga noche cuidando de su pequeña sobrina.