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—¿Cuando se supone que le dirás que te gusta? —Preguntó la menor a su ahora padre.

En cuanto cumplió la mayoría para poder adoptarla solo, no perdio el mínimo tiempo par hacerlo.

Youngjae ahora era el padre legal de Lia. Y ella siempre estaba con su padre en todo momento, incluso en el trabajo. Ellos siempre estaban el uno para el otro en las buenas y en las malas.

—No me gusta. —Aclaró Choi a su nena.

—Entonces, ¿Por qué babeas por ella?

—¡Lia!

—Solo digo que si te gusta debes decirlo. Es como el helado, Papá, si no te digo que me gusta el helado de Sho... Shoo..

—¿Shooting star?

—Si. Si no te digo que me gusta, compraras de fresa, y viviré cinco minutos hasta acabar el helado de fresa sabiendo que no era shooting star.

En parte Lia tenía razón pero quien le gustaba, parecía alguien externo... Alguien que no se preocupaba más que nadie por los pequeños del lugar que nada más.

Kim Dahyun era dos años menor a él... Y tenía un hermanito menor. Hueningkai, era un niño lindo. Era realmente el medio hermano de Dahyun, sin embargo este estaba bajo su tutela debido al trabajo fuera de su madre.

Kai era dos años menor que Lia. Pero aún así el menor estaba igual que ella, de arriba a bajo con su tutor.

La pelimorada era la nueva asistente en finanzas del orfanato. Y la había conocido cuando llevó algunos papeles a la oficina de ella... Desde ese momento quedó encantado.

Ambos Choi se encontraban en las escaleras del patio de juegos esperando que el turno del mayor acabase para ir a casa.

—¡Hey! —Un grito les llamo la atención de inmediato. Las mejillas del pelinegro se volvieron de un rosado ligero al verla.

Ella se acercaba con Kai sujeto con una mano.

—¡Dahyun Unnie! —Alegró Lia.

—Hola preciosa, Kai quería saber si quería ir a tomar un helado saliendo.

Era hermosa. Su felicidad y energía era tan irradiante tal rayo de sol, su suave y delicada tez tal porcelana.

—¡Claro! —Respondió casi al instante con entusiasmo, pero al pensarlo bien... ¿Se habría visto muy desesperado? Demonios. —No. Digo si... Yo.

Lia solo hizo el ademán de golpear su frente. Su padre era muy inseguro.

—¿Es un si? —Preguntó Kai ante él incómodo silencio lleno de confusión.

—Si...

Youngjae estaba avergonzado por su comportamiento, sus mejillas al rojo vivo.

Pero la mano que se coloco sobre la suya le envió todo aquella seguridad para poder sentirse mejor... Era un sentimiento único.

—Andando entonces, Youngjae Oppa. —Entre risas soñadoras habló.

Un sentimiento mágico que sólo Kim Dahyun podía irradiar.

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