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¿Como se le ocurrió decir aquella barbaridad?

Ahora solo quedaba ir a la casa de Jaebum.

No debió marcar, no cuando el ya sabía perfectamente que Im no iría a trabajar, solo buscaba una excusa para hablar con el.

Después de la vez del parque habían socializado más en el trabajo, charlaba en sus tiempos liebres e iban a comer juntos.

Pero aún no llegaban a tal confianza de poder decir en gran medida que eran los mejores amigos.

Ni siquiera necesitaba los dichosos papeles, todo sucedió de manera estúpida e involuntaria.

¿Que podía hacer ahora, ahora que se encontraba frente a la puerta de la humilde casa?

Primeramente intento huir excusado a su propia mente de que no encontraba la casa indicada, pero como lo negaría si el coche de Im estaba estacionado frente a ella.

Bien, no había porque estar nervioso. Solo recogería un trabajo. ¿Qué era lo peor que podría suceder?

Llamó a la puerta débilmente.

Y que sorpresa se llevó cuando la abrieron.

Sus ojos casi se salen de su cara cuando vio a Im Jaebum, abriendo la puerta... Mojado... Y sin camisa.

—Hola. —Hablo el más alto. Park no podía entrar en sí por lo que solo asintió y bajó la cabeza.

DIOS. Su rostro ardía. Im estaba como quería.

—Pasa, iré por los papeles. —Jae abrió más la puerta accediendole la entrada, Jinyoung entró con timidez. —Como te dije los niños están enfermos. Olvide buscar los documentos, los mocos... —Se detuvo cuando noto lo que dijo.

—¿Mocos?

—Mis hijos. Vomitaron y tuve que bañarlos. —Jae se separó un momento. —Deja ir por los papeles deben estar arriba.

Mientras Jaebum subía por las escaleras, sintió como cuatro ojos se posaban en el.
Al voltearse los encontró. Realmente no había conocido muy bien a los niños Im, pero ahora de cerca sabía que Jaebum no tuvo que dudar ni un momento de su pareja, pues los niños eran idénticos a él.

—Hola. —Su voz salió tranquila y serena.

Ninguno de los dos habló. Parecían tímidos ahí escondidos detrás de una puerta.

—Soy Park Jinyoung.

—¿Eres amigo de papá? —Preguntó el niño, se veía más curioso ante el tema.

—Trabajamos en el mismo lugar. —Al pequeño le brillaban los ojitos cada vez que Jin tomaba la palabra. El pequeño había ganado un modelo a seguir.

Desde que entró le llamó la atención, era guapo, alto, se veía como alguien intelectual y vestía bien.

—Oh. —La pequeña figura femenina se asomaba detrás del hombro de su hermano. —Soy Hyunjin.

A Park le pareció tierno que el menor estirara su mano como si de un adulto se tratara.

—Y ella es Yeji. —Sonrió el pequeño del lunar. —Descuida somos más sociales en comparación a Papá.

—¡Escuche eso!

El grito les hizo reir a los tres.

Que lindo debía ser tener una gran familia, fue el pensamiento de Park.

Lastima que ese no fuera su lugar.

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