64

1K 165 15
                                        

—Crei que terminabas antes de las tres.

Frente al gigante, Bambam era un palillo. Un lindo y tierno chico de tez bronceada.
Viéndolo ahí con su gran gabardina se preguntaba como ese delgado cuerpo se vería con un vientre más prominente.

—Tuve que ir a terminar unos pequeños pendientes. —Suspiro mientras retiraba el gran abrigo.

Hong Kong, había sido más grande de lo que ambos pensaron. No en el sentido de la superficie de la región, si no por la lejanía de los lugares. El departamento era grande y económico pero este estaba alejado de los lugares comerciales.

Los largos trayectos de un lugar a otro eran un dolor de cabeza, por ello la rutina mayoritariamente era viajar de la residencia al edificio donde hacían las pasantias y viceversa, de vez en cuando también a una que otra tienda.

—¿Has comido bien?

Las charlas entre ambos se habían vuelto incómodas desde que llegaron al acuerdo. Yugyeom había aceptado aquello con plan en maña, en el tiempo que estaría con el chico trataría de convencerlo de que ambos podían ser una hermosa y gran familia, sin embargo la cosa no mejoraba.

—Si, Minghao me ha llevado a un restaurante de ensaladas.

—¿Y que tal? –Intentó hacer una conversión más larga.

—Digamos que mi vómito parecía el asqueroso licuado de Jackson.

Cuando Yugyeom y Wang llegaron al acuerdo de rentar un departamento para los tres, habían estado viviendo comodamente si no se contaban las náuseas de Kunpimook.

—Al final, Hao hizo creer al restaurante que vomite porque había un cabello en mi comida.

—Dios, ¿Les regresaron el dinero?

—Y de paso nos hecharon del lugar. —Completo la frase con una sonrisa que hacía delirar al titan.

Paso por la sala hasta llegar a su habitación donde se tiro con confianza hacia atrás en su cama. Había sido un día agotador.
Sus dedos recorrieron su vientre. De alguna manera aquello era una causa inquietante, había tenido cierto fastidio a los niños, sus gritos incoherentes, berridos ensordecedores, asquerosos y babosos, pero sólo mírenlo ahí estaba con un mocoso creciendo dentro de él.

Aquello no ayudaba en lo absoluto a su condición, ahora siempre debía ir acompañado, comenzaba a cansarse más rápido y por si fuera poco comía y vomitaba como cerdo. Era un completo asco.

Navidad estaba muy cerca. En su religión no se considera una gran festividad, por ello su única preocupación por celebrarla eran los niños Im, aquellos pequeños que se ganaron su corazón y creían en navidad más que nadie.

Por ello se había tardado en llegar, debía comprar, envolver y enviar los regalos de esos dos bribones.
Jae posiblemente se llevaría al crédito pero no le importaba mucho.

Aún sin acceder a tener al bebé, se imaginaba como sería su vida si se quedaba al lado de Kim y el bebé. Una casa pequeña con un jardín, un cuarto cubierto de colores pasteles con una blanca cuna en medio tendida con mantas amarillas. Y en medio de ella un pequeño humano con ropitas hermosas, obviamente haciendo juego con la de el.

Una sonrisa se plantó en el al imaginarlo.

Eso debía convertirse en realidad...

—¿Bam? —La voz del alto se escucho.

Solo se levanto para quedar sentado y responder con una inclinación al verlo en el marco de la puerta.
El chico no respondió, sólo se acercó peligrosamente a él. Como en los viejos tiempos.

Pero a diferencia de antes en vez de ir a por su rostro fue a su pancita.

—Hola pequeño. Soy papá Yu. —Era tierno verlo hacerle cariño a su estómago.

—No puede escucharte aún...

Fue ignorado por el alto sin remordimiento.

—Estoy ansioso porque nazcas... Pero eso significaría que papá Bam se irá de nuestro lado.

A ambos les dolió la triste realidad...

Eran unos tontos...

Haciendo sufrir al otro por no revelar sus verdaderos sentimientos.

Home - Bnior [[Editando]] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora