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—No puedo creer que lo perdíeras.

Hablaba Jinyoung hacia el imbécil de Yugyeom. El cual le ignoraba olímpicamente, prefería darle mimos a Ryujin.

—¿El que?

A veces le desesperaba a altos niveles. La estupidez de Gyeom era...

—El carrito de Ryujin.

—Por favor Jin... —El que sólo dijera Jin, había hecho que el contrario lo asesinara con la misma mirada. —Hyung. Ella se ve ma sfeliz con este.

Tenía que admitirlo, su pequeña hija se veía hasta más feliz con el nuevo carrito, que de quien sabe donde había sacado. Pero aún asi no quería admitirlo. Más que nada porque era lo único que Jisoo pudo dejarla a su hija, además de los videos pregrabados.

Jinyoung había batido la casa del gigante, y no había rastro.

El último lugar en el que inspeccionó fue la sala de estar, bajo las escaleras de la casa de Yug.

No había nada debajo de la alfombra.

Nada en sobre los muebles.

Nada entre los sillones.

Solo faltaba debajo de los últimos.

Y ahí encontro un carrito con un pequeño moño rosado... Ninguna de las cosas era Ryujin.

—¿Pero que...?

Sin embargo la pequeña Park pareció reconocerlas.

—Yejinnie, Hyunjinnie.

Extendió sus brazos hacia su padre el cual cargaba con los objetos. Kim concedió el deseo de la niña y la paso hasta los brazos de Young.

Y por fin el dueño de la casa hizo memoria de los propietarios...

—¿De donde sacaste esto?— Preguntó el mayor mientras su hija jugaba muy entretenida.

No pensaba hablarle de Bam a Jinyoung, no tan pronto.

—Binnie me visitó hace poco debió dejarlos.

—Pero tu hermano, no usa moños...

—Yo que se mamá esta muy ya sabes. — Hizo un ademán de locura con sus manos. Estaba nervioso y se notaba a flor de piel. —Creo debería n dejarlos por si Bin llega y... —Kim intento quitarle las cosas a la niña.

—¡No!

No iba a dejar que le quitaran lo único que le recordaba a sus primeros dos amigos.