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Naruto

Naruto la observó mientras se alejaba y se permitió disfrutar, por un momento, de aquellas vistas. La verdad es que extrañaba las curvas suaves que tenía Sakura al principio del entrenamiento, pero los músculos que había desarrollado en el trasero tampoco tenían nada de malo.

Había trabajado mucho para conseguir esos músculos así que él iba a admirarlos.

Solo tenía que asegurarse de que ella no se diera cuenta que lo hacía y de que su expresión no demostrara la excitación que sentia. Él había tenido la esperanza de que, con el tiempo, se acostumbraría a la presencia de aquella pelirosa o de que descubriría algo de ella que mataría aquella maldita atracción que existía.

Pero eso no había sucedido.

En realidad Sakura cada día le gustaba aún más, tenía agallas y era decidida, al principio ninguno de ellos pensaba que iba a llegar tan lejos, pero luego se enteró de que había obtenido la mayor puntuación en las pruebas del Dron y por eso mismo no podían excluirla solo porque fuera una mujer.

La chica era buena en lo suyo y sería un miembro muy valioso si lograba superar la última prueba.

Él había estado esperando el día en que suspendiera alguna prueba pues en ese caso, nadie podría decir que no lo había intentado. Pero para su tormento Sakura había superado todas las fases y los ejercicios mucho mejor de lo que ellos esperaban.

Si tan solo hubiese fallado Danzō la habría reincorporado a su antiguo puesto y él podría haber intentado salir con ella, averiguar si besaba con la misma energía con la que ponía en su lugar a todos en el equipo cada vez que abría la boca, averiguar si sentía tanta atracción por él como él sentía por ella.

El creía que sí.

No, estaba seguro de que sí.

No era un ingenuo ni un inexperto y sabía cuándo una mujer se sentía atraída por él. Ella intentaba disimularlo, pero se sonrojaba cuando él estaba cerca e intentaba no mirarlo y no dirigirle la palabra directamente, y él sabía por qué: no quería sentir esa atracción, como él no quería tampoco.

Quería controlarla y por encima de todo, no quería que los demás se dieran cuenta. Los dos habían podido ocultárselo al resto del equipo, pero demonios, él se sentía como si estuviera dentro de un coche sin frenos y no tuviera ningún modo de evitar el golpe.

Tan solo con estar cerca de ella, el aire se llenaba de electricidad y ella también la sentía y se delataba a sí misma, porque se ponía muy inquieta. Se movía, se retorcía, se balanceaba hacia delante y hacia atrás y se tocaba nerviosamente mechones del cabello.

Tal vez Sakura todavía no hubiera admitido lo atraída que se sentía por él, pero él lo sabía.

Era muy bueno descifrando a la gente, tenía que serlo dado el trabajo que estaba.

Ahora la instrucción de saltos iba a matarle, en la etapa de suelo Kakashi sería quien le enseñaría todo, pero no era instructor de saltos en pareja y él si. Un salto en pareja no podía hacerlo alguien sin experiencia, por muchos saltos que hubiera hecho en solitario, un salto así necesitaba la mayor responsabilidad, porque se trataba de dos personas unidas a un arnés, pegadas espalda con pecho.

Teniendo entre ambos una diferencia de estatura, Sakura tendría que sentarse para poder colocarle el arnés adecuadamente y esa idea le producía a la vez inquietud e impaciencia. Iba a intentar posicionarla correctamente sin tener que hacerlo, pero la seguridad estaba por encima de la incomodidad.

Sakura ya estaba muy asustada por el salto así que todo debía salir lo mejor posible. Si él fuera un traicionero, podría asustarla mucho y conseguir que se retirara del programa y de ese modo construiría el camino para conseguir mantener una relación personal con ella.

Sin embargo eso era jugar sucio.

No pensaba hacer nada extraordinario para ayudarla, pero tampoco iba a ponerle la zancadilla, se pondría furioso si alguien lo saboteara a él así que no se lo iba a hacer a ella. Tuviera éxito o fracasara, lo haría por si misma.

Si tenía éxito, y estaba muy cerca de terminar el programa de entrenamiento por delante de todos los demás, él tendría que dominarse e ignorar lo atraído que se sentía por ella. Si fracasaba, aleluya él podría por fin actuar.

Hasta ese momento estaba entre la espada y la pared. La pared era la norma que el mismo había impuesto sobre Sakura y la espada estaba entre sus piernas dentro de sus pantalones.

Volvió con el resto del equipo y le dio a cada uno de los chicos su tarea. Leecomo era de esperar se quejó;

—¡Oh vamos Kyūbi, queremos verla!

Naruto se dio cuenta de que ella les lanzaba una mirada rápida y molesta, y supo que no le había gustado nada que la consideraran un entretenimiento. Él estaba de acuerdo con los chicos, sin poder evitarlo, porque carajo no había forma de saber que nueva ocurrencia podría salir de su boca rosada.

Sin embargo, nadie quería ser diversión de los demás

—Raikiri nos avisará cuando necesite nuestra ayuda.

Raikiri frunció el ceño —Largo de aquí, Pink y yo no los necesitamos hasta que empecemos a entrenarnos en la torre.

Continuará.

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