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París, Francia.

Dieciocho horas después, Sakura y Byakugan estaban sentados en una habitación de un hotel no demasiado bueno de París, mientras los otros seis miembros del equipo hacían la vigilancia de su objetivo. Byakugan se mantenía en contacto con ellos y coordinaba las acciones, Sakura no estaba haciendo nada salvo esperar.

Nunca hubiera creído que iba a aburrirse, pero se estaba aburriendo.

Al parecer había estado idealizando este tipo de trabajo, pensando que se trataba de estar continuamente en acción, si se hubiera parado antes a reflexionar se habría dado cuenta de que eso era imposible. Sin embargo, algunas veces las expectativas terminaban siendo lo que eran, una equivocación.

—La mayoría de las cosas que hacemos son aburridas —dijo Byakugan cuando ella expresó una queja en voz alta— no digo que los equipos no hagamos cosas emocionantes, pero realmente el setenta por ciento de las misiones consisten en recabar información.

—Creo que había pensado que esto seria diferente —expreso Sakura algo apenada.

—Mira el lado bueno, al tenerlos a Blue y a ti aquí vamos a poder disminuir mucho el tiempo que pasamos siguiendo a la gente —comento para subirle el animo— algunas veces, estas misiones solo sirve para crear un expediente o buscar algún patrón de comportamiento, cosas de esas no es que tengan una importancia inmediata pero al final todo importa.

Era una forma de verlo.

Sin embargo, el presente era muy aburrido.

Había aprendido una lección: que siempre debía llevar consigo algo para entretenerse durante el tiempo muerto. De hecho, era la segunda lección que aprendía porque la primera fue con su bolsa de misión inaugural: había hecho su equipaje pensando que iban a ir a una misión en una zona rural, en plena naturaleza, y la mayoría de lo que hacían los equipos era trabajo en zonas urbanas. No necesitaba pantalones de lona ni botas, sino pantalones vaqueros, zapato plano y conjunto elegante, porque al final aquello era París.

Le había entrado complejo de inferioridad durante el trayecto desde el aeropuerto a la ciudad, sobretodo al ver a las parisinas caminando por las aceras. No solo estaba aburrida, sino que también quería irse de compras y a la peluquería, hacerse la manicura y después ir a una pastelería. Sin embargo, allí estaba, sin poder salir hasta que Naruto diera su permiso.

El objetivo de su vigilancia era un científico llamado Orochimaru, que había hecho saltar las alarmas desde el momento en que se supo que se había puesto en contacto con un presunto miembro de la organización Akatsuki. El terrorista estaba en París en aquellos momentos y también el científico, cuyo avión había aterrizado en el aeropuerto de Paris hacía un par de horas y su taxi era el que estaban siguiendo Naruto y los demás con el método de relevos.

Tenían tres coches y dos hombres en cada uno. No había aun señales de que los hubieran descubierto, porque el taxista no hacía ningún esfuerzo por librarse de ellos. Tal vez el hecho de que Orochimaru estuviera en París al mismo tiempo que el miembro de Akatuski solo fuera una coincidencia, y tal vez el sol se volviera de color morado también.

En el terrorismo no había coincidencias.

Pese a todos los esfuerzos que había hecho la agencia por averiguar cuál era la conexión entre Orochimaru y el otro sujeto, los motivos de aquella relación seguían siendo desconocidos. Ademas había otro dato interesante: Orochimaru había solicitado una visa para viajar a Estados Unidos de vacaciones. Le habían concedido la visa y, al mismo tiempo, habían preparado un operativo de vigilancia para mirar cuales eran sus planes. Los BIJUU habían recibido la orden de ponerse en acción para averiguar qué era exactamente lo que tenían planeado.

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